La actividad económica terminó enero bien cerca de lograr superar los niveles de producción propios de la prepandemia. Con una mejora de 1,9% respecto a diciembre, anotó nueve meses continuados de recuperación y quedó apenas a 1,3% de alcanzar lo ocurrido en febrero de 2020, el mes anterior a que el primer caso de Covid-19 llegara al país. La actividad tendría un piso de crecimiento de 7% este año. Aunque, en el horizonte del futuro aparecen dos nubarrones: la segunda ola y la restricción externa.

Cabe destacar que a nivel continental, hasta diciembre, solo dos países habían logrado superar los niveles de actividad económica previos a la pandemia: Guatemala y Ecuador. Desde el Grupo SBS, su economista jefe, Adrián Yarde Buller, afirmó: “Gran desempeño de la actividad en enero, en línea con lo que venían sugiriendo los indicadores privados y sectoriales. Estamos apenas 1,3% abajo de los niveles de actividad pre-crisis y el arrastre estadístico ahora le pone un piso de 8% al número de crecimiento de este año”.

De hecho, el 1,9% de enero fue el mayor crecimiento mensual del último cuatrimestre. Desde septiembre, cuando la suba fue de 2%, la dinámica venía mostrando un ritmo algo más lento y se revitalizó en enero con una buena aceleración. Para el Gobierno, la suba de la actividad en el 2021 será de 7%. Las consultoras vienen proyectando en ese nivel, en general.

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Así y todo, si bien siempre la hay en lo económico, político y social, en el 2021 aparece una gran incertidumbre a la hora de proyectar. En particular, este año se expresa en dos grandes cuestiones, clásicas para la historia local. Las resumió el director socio de Consultora Ledesma, Gabriel Caamaño Gómez: “A mí no me preocupa tanto la velocidad del rebote sino la sustentabilidad. Hay dos cuestiones. Primero, por el lado externo, en las importaciones, ya que no alcanzan los dolares y eso va a ser un limitante para la recuperacion. El otro lo da la propia segunda ola de la pandemia. El Gobierno ya está incorporando restricciones y eso va a afectar a los servicios. La gente va a salir menos, va a haber un temor. Eso va a impactar en la actividad, incluso sin restricciones mayores”.

Por el lado de la histórica restricción externa, el Indec, además del Estimador Mensual de Actividad Económica (Emae) de enero, también publicó la Balanza de pagos del cuarto trimestre del 2020. Arrojó un déficit de cuenta corriente 1.372 millones de dólares, dato que suele encender las alarmas, más allá de que la totalidad del 2020 marcó el primer superávit en once años.

Si bien en los últimos tres meses (diciembre-enero-febrero), en el mercado de cambios (los dólares efectivamente ingresados) hubo superávit por un total de 1.573 millones de dólares, la dinámica externa no goza de ninguna holgura. Caamaño Gómez destaca que esos superávit se lograron gracias a pisar importaciones, lo que termina afectando a la actividad.

El propio rebote de la actividad hace que las importaciones crezcan. La administración política de la restricción externa precisa de pisar las importaciones, para que los dólares del comercio exterior alcancen para cubrir lo que sale por pagos de intereses de la deuda, los vencimientos de capital privados, el turismo y la fuga.

En cuanto a lo observado hasta acá en materia de actividad, y ya dejando de lado la mirada hacia lo que viene o puede ocurrir, se destaca la fuerte heterogeneidad. Siete de los quince sectores que mide el Indec siguieron cayendo durante enero, en la comparación interanual. Y algunos, como los restaurantes, hoteles, el transporte y los eventos culturales registran contracciones de dos cifras. La diferencia entre servicios y bienes sigue siendo notable. Desde el Ministerio de Economía destacaron que todos esos sectores desaceleraron la caída respecto a los meses previos.