El rompecabezas del PRO

El rompecabezas del PRO

Mauricio Macri busca devolverle la identidad a su partido. Encrucijada ideológica y nuevas caras. ¿Fin del antikirchnerismo? Relación rota con Javier Milei.

Por Gabriela Pepe.

A Mauricio Macri le llueven felicitaciones, reproches y pedidos. A pesar de que su diálogo con Javier Milei está cortado y de que está afuera de la mesa de decisiones, en los círculos sociales y empresariales que frecuenta, al expresidente le toca responder seguido por la administración libertaria. “Yo no pertenezco al gobierno”, volvió a aclarar este viernes en su recorrida por La Rural.

Macri hace un equilibrio incómodo. De posicionarse como socio estratégico de la Casa Rosada y alentar el rumbo económico, pasó a ser un actor marginado por la mesa chica del Presidente, que le cerró el acceso a los lugares de poder y puso en marcha el intento de vaciamiento del PRO y la mudanza definitiva de su electorado hacia La Libertad Avanza (LLA).

Patricia Bullrich lo anunció hace pocos días como un hecho consumado. “LLA ya absorbió al PRO”, dijo la ministra de Seguridad en una entrevista con un medio español. La excandidata presidencial encarna el pensamiento que impera en el círculo oficialista. Cree que LLA ya reemplazó al macrismo en su rol de representante del antikirchnerismo liberal. La mueve la necesidad propia. Con su pase consolidado, busca arrastrar a otros en su mismo camino.

El jueves Macri dará la muestra más clara de que se resiste a ser deglutido. En La Boca, kilómetro cero de su carrera política, reunirá a mil dirigentes en su lanzamiento formal como presidente del PRO. Mostrará fuerza territorial, intendentes, gobernadores y cuadros técnicos. Habrá paneles de discusión y Macri cerrará con un discurso para marcar su posición frente al Gobierno.

¿Qué es el PRO?

Además de mostrarle los dientes a Milei, el expresidente buscará volver a vender su marca. Hay un espejo temido en la historia: que el PRO sea a La Libertad Avanza lo que fue la Ucedé a Carlos Menem y termine por desaparecer. A casi 20 años de su fundación, algunas preguntas: ¿Qué representa el PRO? ¿En qué se diferencia de LLA? ¿Tiene margen, todavía, para marcar distancia?

Tal vez el primero que alzó la voz en público fue el exministro de Cultura del macrismo Pablo Avelluto, editor de los libros del ingeniero. “El PRO es una segunda marca de LLA”, repite desde hace meses, espantado por las prácticas del Gobierno, que califica como fascistas. Alejado del partido quedó Horacio Rodríguez Larreta, que también le reclamó a Macri que se hiciera cargo del “no lugar” al que llevó al PRO cuando decidió apoyar a Bullrich en la interna, primero, y a Milei, después, en el ballotage.

Atrás de Larreta se fueron exfuncionarios del gobierno porteño como María Migliore Juan Maquieyra, quienes creen que el PRO no tiene nada que hacer al lado de LLA. Del otro lado quedaron exlarretistas como el diputado Diego Santilli, que se mostró hasta ahora encantadísimo con las ideas de Milei. Otros entraron el Gobierno y salieron espantados. “Son unos locos”, dicen. “Es como si nos hubiera explotado una bomba, no sabemos dónde ubicarnos”, admite el presidente del partido de uno de los 24 distritos del país.

Algo hace ruido en la cúpula del espacio. “Somos de centroderecha, pero no estamos en contra del Estado ni somos fascistas. Pensamos que tiene que ser más chico, más moderno, pero nuestra carta de presentación siempre fue la gestión de un Estado eficiente, nuestro ejemplo era la Ciudad (de Buenos Aires). Mauricio cambió el discurso para justificar un cogobierno con LLA, pero el PRO no es eso”, dice otro dirigente de primera línea del partido.

La mesa chica de Macri cree que hay que volver a las bases. “Apoyamos, pero no somos lo mismo”, remarca la cúpula partidaria. El acuerdo con Milei es con el rumbo económico, con las ideas macro: el espíritu de la ley de Bases, la reforma laboral e impositiva. El desacuerdo, dicen, es con “las formas”.

Pero lo que más irrita a Macri es la gestión libertaria. La califica como un verdadero “desastre” que va a terminar por hundir el barco y que hará fracasar las ideas económicas que él abona y que quiere que prosperen. En el operativo despegue puso a la Fundación Pensar, comandada por María Eugenia Vidal, a señalar problemas concretos del Gobierno. El primer informe se publicó en julio. Con estilo técnico, fue crítico. Elaboró un Índice de Desarrollo Nacional (IDC) y le puso una calificación: 2,9 sobre 10. Saldrá uno por mes.

¿El fin del antikirchnerismo?

Son varias las voces que, cerca de Macri, coinciden en que el PRO debe revisar el “escudo antikirchnerista”. “Ese clivaje no va más. No vas a enamorar a nadie pegándole al kirchnerismo. La sociedad está en otra, es Milei/anti-Milei, sistema/antisistema. Nosotros todavía no sabemos qué somos”, admiten en el círculo de confianza del expresidente. Puede ser el fin de una era, también alentada por la renovación generacional.

Cerca de Macri admiten, además, que las interna entre el expresidente y Bullrich, o la de 2023 entre Bullrich y Rodríguez Larreta, dejaron al partido en un lugar de statu quo que dañó la imagen “rupturista” que vendió en sus primeros años de existencia. No hubo más novedad. El mensaje “anticasta” también le llegó. Con Bullrich como candidata presidencial empujada por el fundador del PRO, Juntos por el Cambio hizo la peor elección de su historia y obtuvo apenas el 23% de los votos.

Todo quedó disfrazado por la algarabía que generó la derrota del peronismo y las expectativas que generaba el gobierno libertario, pero Macri tomó nota de que la sociedad también le había picado el boleto al PRO. Planteó barajar y dar de nuevo y promovió un recambio de caras.

A mediados de mayo, cuando el PRO tuvo que definir a sus nuevas autoridades, acompañó la postulación de la intendenta de Vicente López, Soledad Martínez, como vicepresidenta del partido y al exintendente de Pinamar, Martín Yeza, como titular de la Asamblea, el órgano del que quedó afuera Bullrich. Martínez -que responde a Jorge Macri- y Yeza son dos de las caras jóvenes que Macri busca mostrar en la nueva etapa.

En paralelo, empoderó al santiagueño Facundo Pérez Carletti, un dirigente de 36 años, que se cargó la relación con los dirigentes del interior. El titular del PRO en una provincia de peso en el país dice que eso corrigió, en parte, la histórica tendencia porteño-céntrica del partido. Cada tanto, se ve la hilacha, como cuando Macri se “para da manos” contra Milei por la coparticipación de la Ciudad. El interior se subleva. Carletti está en la diaria, atiende reclamos y reporta directamente al exmandatario y a sus laderos fieles, Fernando De Andreis y el legislador porteño Darío Nieto.

Espíritu de Cambiemos, vengo a evocarte

Hace casi diez años que el PRO y la UCR armaron una sociedad sólida en el territorio, difícil de disolver. Los gobernadores macristas, Rogelio Frigerio (Entre Ríos) e Ignacio Torres (Chubut), gobiernan en sociedad con el radicalismo en sus provincias. El ejemplo inverso es el de Santa Fe, donde el radical Maximiliano Pullaro tiene como vice a Gisela Scaglia (PRO). Lo mismo pasa en las intendencias. “La realidad política de los territorios es cambiemita”, sintetiza un hombre que circula por varios distritos del interior y dialoga con Macri.

La excepción es la Ciudad de Buenos Aires, donde el vínculo entre el PRO y la UCR está al borde de su extinción. En el macrismo dicen que eso se debe a las particularidades de “los radicales de la Ciudad”, conducidos por el eje Coti NosigliaEmiliano Yacobitti-Martín Lousteau.

En 2015, cuando se armó Cambiemos a nivel nacional, tampoco hubo unidad en la Ciudad. Lousteau estuvo cerca de arrebatarle su bastión al PRO en el ballotage contra Rodríguez Larreta. En 2025 podría haber un movimiento similar, si se concreta el acercamiento que gestan algunos radicales con sectores de Unión por la Patria, por un lado, y la sociedad que podrían sellar el PRO y LLA, que tendría una primera muestra con el armado de un interbloque en Diputados entre Cristian Ritondo y Oscar Zago.

La sociedad cambiemita en los distritos parece marcar un límite a la eventual alianza entre el PRO y LLA, pero hay un factor más importante, que excede la voluntad macrista. “LLA no quiere hacer un acuerdo con el PRO, ya lo dijeron de todas las formas posibles. Se quieren llevar a los votantes y a los dirigentes”, dice un operador PRO de diálogo con Macri.

Algunos factores alientan la resistencia macrista. En los distritos dicen que LLA “tiene un rejunte” de dirigentes poco presentables ante la sociedad que deberán pasar una prueba de fuego en 2025 como candidatos, con el nombre de LLA, pero sin Milei en la boleta.

Otra esperanza está en las encuestas, que empiezan a mostrar una baja del apoyo del electorado tradicional cambiemita a Milei, “el voto Sociedad Rural”, que tampoco aprueba las formas, pero se queda cerca del Gobierno porque es la opción fuerte antikirchnerista. Para el macrismo, “el problema lo tiene el peronismo”, porque el apoyo a la administración Milei se consolida en los sectores más bajos. Supera el 60% entre quienes tienen secundario incompleto y está por debajo del 40% en los graduados universitarios. “El Gobierno tiene que decidir qué quiere ser. Está más cerca de hacer un acuerdo con el peronismo que con nosotros”, dice un integrante de la mesa chica macrista.

Sin diálogo con Javier Milei

En la Casa Rosada trascendió que Milei y Macri hablaron la semana pasada para acordar el nombre del reemplazante de Julio Garro, pero en el macrismo dicen que esa comunicación no existió. El Presidente le dio ese lugar a Diógenes de Urquiza, hombre de referencia de Macri, pero no hubo diálogo directo entre ambos. El intermediario fue Daniel Scioli.

La comunicación entre Milei y Macri está cortada. El expresidente sintió el destrato público al que lo sometieron Karina Milei Santiago Caputo el 9 de julio, en Tucumán. Se fue furioso. Milei no hizo nada para reparar los puentes que su hermana y su asesor rompieron.

En la Casa Rosada, además, recelan de la supuesta relación que Victoria Villarruel tiene con Macri. El expresidente dice que eso no existe. Que no se volvieron a ver desde que comenzó el Gobierno. El círculo chico macrista tampoco habla con Caputo. El desprecio del gurú presidencial hacia Macri es evidente. En el PRO dicen que es su revancha por haberse sentido destratado durante el gobierno de Cambiemos.

Esta semana, la cuenta @SnakeDocLives, que se le atribuía a Caputo y que fue suspendida, escribió en Twitter: "Al señor desesperado por cajas y resortes de poder que habla con todos los popes del periodismo nacional viendo cómo rayar al gobierno le queremos decir que se adapte o muera". Aludía a Macri.

En el entorno del exmandatario hay una sola certeza: habrá una respuesta. Como buen apasionado del brigde, Macri ya demostró que sabe esperar para hacer su jugada.

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