El modelo de recursos nacionales bajados para proyectos con los adjudicatarios predeterminados recorre las gestiones del FCS y el FV a través del ministro de Obras Públicas, Rubén Dusso.
A quien pretenda escribir el “Robo para la Corona” catamarqueño le resultará inevitable abordar la figura del ministro de Obras Públicas, Rubén Dusso, pieza central en el manejo de la obra pública provincial financiada con recursos nacionales. Es un personaje transversal en la historia, pues cumplió un rol clave para el flujo de fondos de la Casa Rosada hacia la Provincia tanto en las gestiones del radical Eduardo Brizuela del Moral como en la del Frente para la Victoria, iniciada en diciembre de 2011.
En “Robo para la Corona”, “best seller” de los ’90, Horacio Verbitsky analiza el desguace del patrimonio nacional bajo el paraguas de la política de privatizaciones. El título es una frase atribuida al legislador, funcionario y operador José Luis Manzano, que alude a la corrupción institucionalizada para nutrir la caja del poder, con el obvio enriquecimiento de intermediarios y recaudadores.
Verbitsky expuso un sistema de recaudación montado en torno a las privatizaciones. Algo similar ocurre en la actualidad con los miles de millones de obra pública.
Desde los años en que el FCS, con Brizuela del Moral al frente del Gobierno, estuvo aliado con el kirchnerismo, hasta ahora, como titular de la cartera de Obras Públicas, Dusso es el punto por el que debe pasar el financiamiento nacional para obras públicas en Catamarca, en “paquetes cerrados” con los adjudicatarios de las licitaciones ya definidos. Es decir: la decisión política sobre la inversión y los contratistas se toma en la Casa Rosada, lo que convierte en meras simulaciones los procesos licitatorios realizados por la Provincia, que cumple el rol administrativo y asume las responsabilidades administrativas y judiciales por eventuales errores.
El ministro encarna así la continuidad estructural de los negocios con la obra pública en las gestiones radical y peronista: con los radicales gestionaba informalmente en los despachos nacionales en su condición de dirigente de la Cámara de la Construcción, de la que fue presidente, y hombre del esquema ultrakircherista provincial capitaneado por el extinto Armando “Bombón” Mercado; con el peronismo, ya blanqueado en el papel de funcionario, protagonizó un proceso sostenido de concentración de fondos nacionales en su cartera, que dejó casi sin resortes al resto de la estructura del Estado provincial.
Los vínculos que estrechó con el radicalismo local antes de que la alianza con los Kirchner se rompiera le permitieron mantenerse a salvo de denuncias opositoras, pese a las evidencias de lo que en el mejor de los casos pueden calificarse como contravenciones legales.
Las cloacas chacareras
La última gran inversión comprometida a Catamarca por la Nación coloca nuevamente a Dusso en el centro de la escena.
Se trata del sistema de desagües cloacales para Valle Viejo y Fray Mamerto Esquiú, que costará $431.195.399,83 pesos conforme al presupuesto oficial, reformulado para incrementarlo en alrededor de 30 millones por un error “aritmético” en los cálculos originales.
Por el monto involucrado, es la frutilla del postre en el sugestivo circuito de fondos nacionales que el titular de Obras Públicas integra.
Tres ofertas se abrieron el 28 de enero, en el inicio del procedimiento licitatorio, una escenificación montada para cumplir formalidades, pues como es norma, el ganador de la compulsa ya habría bajado definido desde los despachos nacionales, sin necesidad de evaluaciones.
El “número puesto” para quedarse con el negocio de las cloacas chacareras sería una empresa homónima de una contratista del Estado que realizó trabajos en Catamarca en la década del ’90 con pésimos resultados.
Esta similitud nominal fue lo que llamó la atención en el mundillo de las empresas constructoras, donde calculan que la red cloacal tendría un sobreprecio de alrededor de 80 millones de pesos.
La concentración
Con la megaobra chacarera, Dusso ratifica su gravitación en el manejo de la caja provincial más significativa. Aparte de ser el proyecto económicamente más relevante que se financiará con recursos nacionales desde que empezó la gestión kirchno-peronista, se lanza cuando el ministro ya ha coronado la monopolización de los canales de flujo de fondos de la Casa Rosada para obra pública en Catamarca.
Al iniciarse el gobierno de Lucía Corpacci, en diciembre de 2011, el Ministerio asignado a Dusso fue desdoblado. Hasta entonces era Obras y Servicios Públicos, pero el nuevo Gobierno decidió jerarquizar Servicios Públicos y creó una cartera específica, al frente de la cual fue designado Julio Molina.
Desde ese momento, Dusso dedicó sus esfuerzos a tratar de recuperar el manejo de las millonarias inversiones nacionales destinadas a infraestructura energética.
Molina renunció como ministro de Servicios Públicos en octubre de 2012. Su sucesor, Luis Romero, cayó a fines del año pasado, envuelto en el escándalo por el tendido eléctrico sobre la Cuesta del Portezuelo.
Dusso pudo entonces colocar al frente del Ministerio a un “tropa propia”, Gustavo Aparicio, quien cuenta en su currículum la cucarda de haber sido el representante técnico de la empresa Gabiola, encargada de hacer la polémica línea sobre el Portezuelo. Aparicio fue quien solicitó el cambio de la traza original del tendido, habilitado por un funcionario de segundo nivel, sin la autorización ministerial que requerían las leyes.
Al asumir, Aparicio dijo públicamente que había sido convocado por Dusso.
Con el encumbramiento de un alfil propio en la cartera de Servicios Públicos, el ministro de Obras Públicas completó la estrategia de concentrar en sus manos el manejo de fondos nacionales, en el marco de la cual ya le había arrebatado al Ministerio de Educación los millones de pesos de los programas federales para construcción y refacción de escuelas: la Dirección de Infraestructura Escolar pasó a formar parte del organigrama del Ministerio de Obras Públicas a mediados del año pasado.
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