El CEO de la empresa que su padre fundó en 1948 comparte la visión estratégica y sus perspectivas del negocio.
En la zona de Ordoñez, al sureste de Córdoba, el abuelo de Roberto Urquía (hoy CEO de Aceitera General Deheza) tenía un acopio de cereales. En ese tiempo, la región era una gran productora de lino, un cultivo de invierno cuya producción alcanzó el millón de toneladas en sus mejores épocas. Los Urquía pensaron en industrializarlo, por lo que no dudaron en comprar dos prensas para obtener aceite de esta oleaginosa.
Así le agregaron valor a esta materia prima que solía exportarse a la Unión Soviética, que lo usaba para elaborar pinturas para puertas y barcos. Después comenzó a llegar el girasol y más tarde la soja. “El que integraba un sector y no creció es porque no quiso, no es que no tuviera visión estratégica. El sector mismo te obligaba a industrializar y buscar mercados”, dice Urquía.
Tuvieron que sortear muchos obstáculos en estos años…
Sí. Es un país que a veces no es predecible, pero que te permite desafíos y aprovechar oportunidades. Si vos querés oportunidades, en Argentina las vas a tener mucho mejor que en otros países. Con el crecimiento de la soja, de nuestra ubicación central nos trasladamos a Chabas, cerca de Rosario, y pusimos otra planta de industrialización. Después necesitábamos un puerto y el bolsillo no nos daba, así que nos asociamos con colegas y fundamos un puerto con fábrica, que se llama Terminal 6. Tenemos un muy buen equipo de trabajo y la gente de campo de Argentina recibe las nuevas tecnologías con mucha facilidad.
“Si vos querés oportunidades, en Argentina las vas a tener mucho mejor que en otros países”.Es muy competitivo el productor argentino…
El agro argentino es uno de los más competitivos, por no decir el más competitivo del mundo. Por eso digo que lo nuestro no fue visión estratégica, fue la ayuda de las circunstancias que se dieron en un país que tiene una gran posibilidad de producir y podría producir mucho más.
Ocurrió el mes pasado. Cuando el Gobierno dio una señal, el sector primario vendió casi 14 millones de toneladas de una cosecha que podrá ser 42 o 43. Hay muchos productores que vendieron 100, 200 o 300 toneladas, vendieron productores de todos los tamaños. Hay un desafío de que en el campo sigan trabajando los pequeños y medianos productores. Tenemos que crear las condiciones de comunicaciones, de electrificación rural, de enseñanza para que el campo no se siga despoblando.
En base a una molécula inédita para el mercado argentino, lanzan una nueva generación de fungicidas¿Cómo se puede aprovechar una desgracia como la guerra?
Nos cuesta mucho determinar cómo va a terminar este conflicto, pero si algo podemos obtener es saber la criticidad que tienen los alimentos en el mundo. Cualquier problema que exista en el mundo con los alimentos (y Argentina es un actor principalísimo) nos va a repercutir para bien. No sé si en Argentina nos damos cuenta de la importancia de lo que producimos. Por ejemplo, si dinamizáramos Vaca Muerta, más una producción del campo atenuando las retenciones, este país saldría adelante con mucha más facilidad de la que todos pensamos.
La gente entiende muy poco de la realidad del campo. Es un desafío, porque también es un problema del sector nuestro de no dar a conocer las virtudes. La gente no sabe que el campo trae un tercio de las divisas que ingresan a Argentina, la cantidad de empleos directos e indirectos.
¿En algún momento pensaron asociarse con alguna empresa internacional para crecer en el exterior?
Nunca descartamos alternativas, pero, más que abrir el capital de la empresa en su conjunto, cuando tenemos un proyecto tratamos de asociarnos con otros para ese proyecto. Por ejemplo, queríamos estar en Paraguay y nos juntamos con dos colegas, decidimos construir una planta en la vera del río Paraguay y cada uno mantiene su independencia, porque le pone un tercio del poroto de soja que esa fábrica necesita y después se lleva un tercio de lo que produce de aceite y harina, y cada uno lo vende por su lado. Soy un ferviente defensor del asociativismo.
Comentá la nota