Habla el líder de la banda que influyó a Soda Stereo en los ‘80, y que se convirtió en “Los Beatles de los góticos y los emos” antes de su recital de hoy en River.
La charla telefónica con Robert Smith iba llegando al final. Desde Asunción del Paraguay, el líder de The Cure sonaba amable y distendido: sus más de tres décadas al frente de la banda hacen que conozca a la perfección que parte de su trabajo como estrella de rock consiste en responder varias veces las mismas preguntas.
Y en el caso de la prensa argentina, hay una que no va a faltar: su recuerdo de los caóticos conciertos de su grupo los días 17 y 18 marzo de 1987 en el estadio de Ferro, que incluyeron batallas en el campo de juego entre la seguridad privada del evento y jóvenes en ambas jornadas, con represión, detenidos y hasta un dóberman de los uniformados y un vendedor de panchos muertos (el primero a puntapiés de los fans; el segundo, por un infarto). Smith ya se refirió al asunto en un diario íntimo de ese tour que llevó para el desaparecido semanario británico Melody Maker y en una nota a la revista Q en 2002, con expresiones un tanto apocalípticas (“El campo no tiene nada que envidiarle a Beirut y estamos más que aliviados de haber podido llegar al hotel. Me voy a la cama hecho pedazos; mis compañeros se acomodan en el bar mientras yo sueño con asesinatos”), y si bien no escapa al bulto (“Cuando estábamos en camarines la gente de seguridad nos dijo que no podíamos subir al escenario, y eso nos puso un poco inseguros”), rechaza otras afirmaciones: “Se han dicho muchas cosas acerca de esos recitales, pero siempre se vuelve al hecho de que no volvimos a tocar en la Argentina porque me quedé con miedo por todo lo que ocurrió. Y es mentira. No volvimos porque no se dio. En nuestra trayectoria tocamos sólo una vez en Moscú o en China, en lugares donde no hubo líos. Ahora volvemos y está buenísimo: siempre veo en los recitales de The Cure, en muchos lugares del mundo, banderas argentinas”.
Una banda de nicho que trascendió su origen hasta hacerse apta para todo público: esa es una buena forma de analizar el modelo 2013 de The Cure. Smith puede tocar como invitado de David Bowie y Korn y aparecer en el último CD de Crystal Castles, influir en el look personal y la estética de las películas de otro referente emo como Tim Burton o ser el faro a seguir de combos tan disímiles como los estadounidenses Interpol, The Rapture y My Chemical Romance o los diálogos entre la guitarra y el bajo de la sensación inglesa The XX y salir indemne de toda crítica oportunista. Dice Smith al respecto: “Me siento muy feliz cuando veo que pudimos influir en grupos tan distintos, más que nada porque casi siempre los termino conociendo y son personas excepcionales. Inspirar a gente para que haga música termina siendo una de las cuestiones más lindas que, después de tantos años, le deja a uno este oficio. Entre los que nombras, The XX tiene cosas de nuestra época de Seventeen Seconds y Faith, y más que nada me gustan que sean tan tranquilos como personas”.
El último disco de The Cure fue “4:13 Dream”, del 2008. Desde entonces el grupo sólo se dedicó a tocar en vivo. ¿Qué planes hay para un nuevo disco?
Hay planes para un nuevo disco de The Cure. Hay canciones que tenemos grabadas y que me gustaría reescuchar y en algunos casos volver a grabar, y otras que esperan ser compuestas. No hay una fecha confirmada, pero sí sacaremos un nuevo disco.
En los shows de esta gira sudamericana están tocando una lista de cuarenta canciones por concierto. ¿Cuál es el proceso de la banda para seleccionar esas canciones, teniendo en cuenta todas las que tienen para elegir?
Tenemos ensayadas entre sesenta y setenta canciones para esta gira. Decidimos montar un show que contemple todas las facetas que posee The Cure, desde el comienzo del grupo hasta ahora. Queremos que la audiencia se sienta como en el medio de un viaje. Y también queremos tocar esas canciones que todos quieren escuchar porque son parte de sus vidas, y de las nuestras, también.
The Cure fue uno de los primeros grupos que decidió salir de gira para volver a tocar discos viejos de manera completa respetando el orden de las canciones. ¿Qué pensás de esa tendencia, que es muy usual en estos momentos?
Creo que si los discos son buenos volver a tocarlos enteros es una muy buena idea (risas). En el Trilogy Tour de 2002 yo quise marcar la conexión que hay entre Pornography (82), Desintegration (89) y Bloodflowers (00) y la evolución que tuvo ese sonido. También me pasó que vi un show de David Bowie en París, de la época de Heathen, y él tocó todo su disco Low, aunque no en el orden en el que aparecen las canciones. Y me pareció una buena idea para llevar a cabo.
Tanto The Cure y Siouxsie & The Banshees (donde tocaste como músico invitado) fueron catalogados como grupos góticos en su momento, etiqueta que persiste aún hoy. ¿Te ves como una especie de padrino de los chicos góticos de hoy?
Las clasificaciones que recibió The Cure desde que arrancamos con Three Imaginary Boys son muy graciosas. Para Seventeen Seconds ya habíamos dejado de ser punks o post punks y éramos el grupo de los pilotos y los sobretodos, y luego fuimos darks, psicodélicos, góticos, pop y más… El cambio de las etiquetas de la prensa también tiene que ver con los cambios del sonido del grupo. Pero entiendo el cliché de quienes desde el videoclip de Love Cats dijeron “The Cure es una banda gótica” y que esa denominación aún nos persiga. Nosotros propiciamos ese imaginario y yo, en lo particular, me tengo que hacer cargo de la invención del rock gótico...
Y después de tantos años, ¿cómo te sentís cuando te tenés que volver a poner el maquillaje, pintarte los labios, pararte los pelos y hacer el personaje de Robert Smith de nuevo?
¡Yo soy Robert Smith siempre! Y luzco bastante similar a como me ves en escena cuando me levanto o cuando salgo con mi auto a dar una vuelta para buscar a mis sobrinos o a hacer las compras. Uso mucho más maquillaje cuando estoy arriba del escenario que en el día a día, pero no me gusta marcar diferencias entre lo que soy en lo público o en lo privado. Cuando estoy en casa soy un tipo bastante tranquilo, y creo que finalmente eso se refleja cuando toco en vivo.
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