Un informe de la organización Oxfam demostró que no todos sufrieron con la parálisis que provocó la pandemia: los multimillonarios no solo fueron inmunes, sino que salieron ganando.
Parece casi una obviedad decir que los últimos dos años fueron muy duros para todo el mundo. Los que perdieron seres queridos por el Covid-19, los que sufrieron las pérdidas económicas que provocó la parálisis de todo el planeta y los que tuvieron que atravesar difíciles meses de encierro o fuertes restricciones que trastocaron por completo sus vidas. Sin embargo, como todo en este mundo desigual, existe una élite, una élite que no solo salió inmune, sino que también se benefició; una élite que este lunes se reune en el Foro Económico de Davos, en Suiza, para celebrar una pospandemia en la que solo 10 personas poseen más que el 40% de la población global y apenas 20 superan el PBI de toda África, y en la que los más ricos aumentaron sus fortunas en estos 24 meses en una magnitud similar a lo que se habían enriquecido en los últimos 23 años.
La descripción que hace la organización Oxfam en el informe titulado "Beneficiarse del sufrimiento" y publicado este lunes es dramática. "La riqueza de los milmillonarios se ha disparado durante la pandemia de la Covid-19 en gran medida debido a los beneficios extraordinarios de grandes empresas de los sectores farmacéutico, energético, tecnológico y alimentario. Mientras tanto, millones de personas en todo el mundo se enfrentan a una crisis por el aumento del coste de la vida debido a los efectos persistentes de la pandemia y el rápido incremento del precio de productos básicos como los alimentos y la energía. La desigualdad, que ya era extrema antes de la pandemia de la COVID-19, ha alcanzado niveles sin precedentes", concluyó la investigación a la que accedió El Destape.
Apenas horas antes de que comience el Foro de Davos, famoso por ser la cita anual que reúne a la élite política y económica del mundo, Oxfam publicó este informe para desnudar que la acumulación de riqueza está alcanzando "niveles sin precedentes" y es gracias a uno de los momentos más traumáticos que ha atravesado la humanidad. "A medida que la pandemia se extendía por el mundo, los bancos centrales inyectaban billones de dólares estadounidenses en las economías de los países para mantener a flote la economía mundial. Esto resultó esencial para evitar un colapso económico total. Sin embargo, ha provocado una subida drástica del precio de los activos y, con ello, del patrimonio neto de los milmillonarios (personas con fortunas superiores a mil millones) y de las clases privilegiadas. Una enorme parte del aumento de la riqueza de los milmillonarios ha sido consecuencia de esta inyección de dinero", destacó el informe.
Y puso como ejemplo de las consecuencias actuales de esta concentración a Estados Unidos: "Los excesivos beneficios empresariales y la concentración de poder que ostentan grandes corporaciones están contribuyendo a la subida de los precios; por ejemplo, en el caso de Estados Unidos, se estima que el crecimiento de estos beneficios ha contribuido en un 60 % al aumento de la inflación".
Oxfam no duda en hablar de "riqueza extrema" y lo pone en números: los milmillonarios del mundo se enriquecieron en los últimos 2 años lo que antes les tomó 23 años; las fortunas de aquellos que pertenecen al sector de la energía y de la alimentación aumentaron su fortuna en mil millones de dólares cada dos días y surgieron 62 nuevos milmillonarios en la industria alimentaria. En paralelo, estos mismos aumentos que engrosaron los patrimonios de empresarios tuvieron como contracara un derrumbe social: 263 millones de personas cayeron en la "pobreza extrema" en 2022, lo que significa un millón de personas cada 33 horas. O dicho de otra manera, prácticamente cada vez que surgía un nuevo milmillonario en el mundo, un millón de personas se volvían pobres.
Desigualdad extrema y multidimensional
"La pandemia de la Covid-19 está en camino de propiciar el mayor aumento sistémico de la desigualdad de ingresos jamás registrado", sentenció Oxfam y lo graficó de manera simple: "Los ingresos del 99 % de la humanidad se han deteriorado por la pandemia, con pérdidas equivalentes a 125 millones de empleos a jornada completa en 2021. Una persona perteneciente a la mitad más pobre de la población mundial tardaría 112 años en ganar lo que alguien del 1 % más rico en un año". Según sus conclusiones, el año pasado, "el 40 % más pobre de la humanidad sufrió el declive más pronunciado en ingresos, que cayó en promedio un 6,7 % más de lo que estimaban las proyecciones previas a la pandemia", lo que revirtió la reducción sostenida de la desigualdad mundial que se venía registrando desde la década del 2000.
Esto, durante la pandemia, se vio especialmente reflejado en el acceso a la salud. Por ejemplo, según Oxfam, actualmente "la esperanza de vida en países de renta alta supera en 16 años a la de los países de renta baja" y "se estima que 5,6 millones de personas mueren cada año por la falta de acceso a servicios de salud en países pobres", lo que significa más de 15 000 personas al día. También da un ejemplo más cercano. En el estado de San Pablo, en Brasil, la esperanza de vida de la población de las zonas más ricas es 14 años mayor que la de las zonas más pobres.
La desigualdad también se reflejó entre los países. La pandemia afectó hasta los países más ricos, no hay dudas, pero en esta pospandemia, la situación en las naciones más pobres es extremadamente más dramática que en aquellas desarrolladas con recursos para reconstruirse tras la parálisis. Y esto se ve en un dato clave: el aumento del endeudamiento público. Según el informe, el 60% de los países de ingresos bajos está al borde del sobreendeudamiento, es decir, a punto de que su deuda se vuelva impagable.
"En 2022, el servicio de la deuda del conjunto de los países más pobres del mundo se estima en 43 000 millones de dólares, lo que equivale colectivamente a casi la mitad del costo de sus importaciones de alimentos y su gasto público en atención médica. En 2021, la deuda representaba el 171 % del gasto total en atención médica, educación y protección social para el conjunto de los países de renta baja", concluyó el informe y destacó el rol que cumplió el Fondo Monetario Internacional en este proceso: "El 87 % de los préstamos ofrecidos por el FMI para la respuesta ante la Covid-19 incluyen condiciones que exigen a los países receptores de renta baja y media la aplicación de medidas de austeridad, lo que exacerbará aún más la pobreza y la desigualdad".
Una propuesta principal: gravar esta riqueza extrema
"Los Gobiernos deben tomar medidas urgentes para poner freno a la riqueza extrema. Deben elevar sin demora la tributación sobre la riqueza, el capital y los beneficios “caídos del cielo” de grandes empresas, e invertir este dinero en la protección de la población con mayores necesidades y en la reducción de las desigualdades y el sufrimiento", concluyó Oxfam, en un razonamiento muy similar al del proyecto de ley para un impuesto a la renta inesperada que impulsa el Gobierno argentino.
La organización no pone en números lo que este tipo de medida significaría para cada país, pero sí lo grafica a nivel global con un ejemplo impracticable pero contundente. ¿Qué pasaría si se impusiera un impuesto excepcional del 99% sobre las ganancias acumuladas por los diez hombres más ricos del mundo solamente durante la pandemia? Según el cálculo de Oxfam, se podría recaudar lo suficiente para "producir suficientes vacunas para toda la población mundial, cubrir el déficit de financiación en educación, atención médica universal y protección social; y contribuir a abordar la violencia de género en más de 80 países".
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