El gobernador de La Rioja suena como posible candidato a presidente del partido. Peronismo clásico y la obsesión por ganarle a Javier Milei.
Por Gabriela Pepe.
Habían pasado pocos días desde la asunción de Javier Milei cuando Ricardo Quintela anunció que comenzaría a emitir una cuasimoneda para pagar salarios en La Rioja. La provincia no tenía necesidades financieras acuciantes, pero el riojano sostiene que usó la medida para marcar un posicionamiento político. En la primavera mileísta, decidió plantarse como opositor duro al libertario. Fue una provocación.
Cacique peronista de la vieja escuela, Quintela fue uno de los pocos gobernadores del partido que quedó en pie después del tsunami electoral de 2023. Desde La Rioja, su nombre empezó a asomar como una referencia nacional y él salió de recorrida. Visitó otras provincias, armó un evento masivo para celebrar la reforma de la Constitución provincial y se anotó como posible candidato a presidir el Partido Justicialista (PJ) en las elecciones convocadas para el 17 de noviembre.
La figura del riojano se erige como alternativa posible en medio de la crisis del PJ, vapuleado después del fracaso del gobierno de Alberto Fernández, debilitado en su representación y atravesado por internas feroces. Quintela dice que la crisis será la oportunidad y que el peronismo renacerá “con muchísima fuerza”.
Un look tradicional para la renovación
Por edad y estilo, está claro que el riojano no le ofrece al partido renovación de imagen. Ostenta la apariencia de un caudillo tradicional del interior, que gusta de señalar que "los porteños no producen ni un tornillo" y la Ciudad de Buenos Aires "no es una provincia". El riojano es, tal vez, más parecido al peronismo territorial que la expresión ambacéntrica que dominó al PJ en los últimos años. Y ostenta la invaluable carta del triunfo de los pocos que supieron cuidar sus distritos.
Con décadas de militancia en sus 64 años, integra la vieja guardia que tiene diálogo con todos los sectores del partido y cree que es posible volver a “despertar al gigante dormido” para enfrentar a la “política cruel, carente de humanidad”, del gobierno de Milei. Un proceso similar a lo que proponía José Luis Gioja en tiempos de Mauricio Macri, pero que encuentra el peronismo en una posición ahora muchísimo más débil que en aquel entonces, diezmado en su poder territorial y desacreditado en lo político.
Quintela habla con todos. “Intenta, tiene ganas y se ganó la simpatía de los sin tierra”, dice un hombre con voz de peso en el esquema partidario, que vislumbra que el riojano se puede quedar con la presidencia del partido. Su voluntad juega muy a su favor. También, el hecho de que su figura no genera mayores pasiones, en contra ni a favor.
“Es un gobernador y puede ser un nombre de consenso en este quilombo que tenemos. Nadie se va a oponer”, sintetizan desde un despacho peronista del Senado, en referencia a las grandes internas que atraviesan al movimiento, en particular a la puja entre el cristinismo – más precisamente La Cámpora- y el resto de la dirigencia.
Mientras, el riojano teje apoyos. Para el partido, promueve “amnistía política y puertas abiertas” y baja una sola línea: "No tenemos que pelearnos entre nosotros". Está en línea permanente con el exgobernador de Salta Juan Manuel Urtubey, habla con Florencio Randazzo y con la exdiputada Graciela Camaño, a quien considera “una mujer ejemplar” y su amiga.
Bienvenido a Tierra Federal, querido compañero @Kicillofok. Es una alegría enorme que puedas acompañarnos en la jura de la nueva Constitución de La Rioja. pic.twitter.com/GFTB9KddYH
— Ricardo Quintela (@QuintelaRicardo) August 9, 2024
En lo que va del año, viajó a varias provincias para intentar ayudar en la reorganización peronista. Fue a Jujuy, San Juan y Chaco, tres provincias donde el partido no gobierna. Recibió en La Rioja a Guillermo Moreno. Armó varios encuentros en la casa de su provincia en la Ciudad de Buenos Aires con actores de la política y del sector privado. Estudió focus group. Y se mantuvo en contacto con exministros del gobierno de Alberto Fernández con los que tejió buenas relaciones, como Gabriel Katopodis o Jorge Ferraresi. Gustavo Aguilera, exviceministro de Desarrollo Social, se puso a trabajar para su armado.
A fines de abril, Quintela visitó a Cristina Fernández de Kirchner en el Instituto Patria. Estaba en el despacho de la expresidenta mientras en todo el país una multitud inundaba las calles en defensa de la educación universitaria. Después, contó que la exmandataria lo llamó para felicitarlo por la sanción de la nueva Constitución de La Rioja. Mantienen un diálogo “cordial”.
“El Gitano”, como lo conocen todos, se vanagloria de su apertura ideológica. Este año, también se reunió con amigos radicales. Habló con el extitular de la UCR Gerardo Morales, con Emiliano Yacobitti y con el senador Martín Lousteau. Dice que el peronismo tiene que reivindicar su origen “frentista” y que hay que pensar acuerdos para derrotar a Milei.
Del comienzo menemista a la rivalidad
Quintela nació en 1960, en el seno de una familia muy humilde de La Rioja. De chico lo apodaron “el Gitano”. Su padre tenía una carnicería, y además se dedicaba a la compraventa de autos viejos. Murió cuando el gobernador tenía 11 años. Su madre se hizo cargo de la carnicería y allí crió sola a sus cuatro hijos.
Empezó a militar en el peronismo a los 22 años, cuando se avecinaba el final de la dictadura. Tenía menos de 30 cuando, en 1989, acompañó a Carlos Saúl Menem en su lanzamiento de campaña, en Tierra del Fuego. Para fines de la década del ochenta ya era subsecretario de Juventud de la administración menemista de la provincia, secretario de Deportes y presidente de la Juventud Peronista.
Ricardo Quintela con Menem en La Rioja, en 2003.
De mano de Menem, Quintela también tuvo un breve paso por la administración nacional. A comienzos del gobierno menemista fue director en el área de Juventud, donde trabajó junto a Claudia Bello. En 1991, volvió a su provincia para ser secretario de Interior, convocado por el exgobernador Luis Beder Herrera. Fue diputado provincial, diputado nacional e intendente de la ciudad de La Rioja.
No es el único dirigente político de su familia. Su hermana, Teresita Quintela, fue senadora en tiempos de la resolución 125. Aunque era parte de la bancada oficialista, votó en contra del proyecto que fue bisagra en el gobierno de CFK. Su exesposa y madre de sus cinco hijos, Gabriela Pedrali, es diputada nacional de Unión por la Patria (UP).
En 2007, Quintela peleó por primera vez por la gobernación en contra de sus exjefes políticos, Menem y Beder. Obtuvo el 27% de los votos y quedó segundo, cinco puntos por encima del expresidente. Quintela llevó la boleta del Frente para la Victoria. Igual quedó como intendente de la ciudad y volvió a pelear para comandar la provincia más adelante, en 2019. Fue electo con el 44% de los votos y reelecto en 2023, con el 52,7%.
Fue uno de los pocos peronistas que pudo retener su terruño, donde gobierna con un espíritu diametralmente opuesto al de Milei. La provincia tiene 43 empresas públicas, entre ellas del sector energético, alimenticia y de transporte y una cuasimoneda que funciona como un bono extra para empleados públicos y mueve una parte de la economía.
La sociedad impensada con Axel Kicillof
Para empezar a mostrar que tiene capacidad de articular apoyos, el gobernador organizó la semana pasada un megaacto en el Superdomo de la provincia para celebrar la jura de la nueva Constitución riojana. Recibió a diputados y senadores. Su invitado estrella fue Axel Kicillof, que presentó la nueva carta magna provincial como “moderna, de vanguardia, que consagra los nuevos derechos sociales”.
El texto incluye cambios como la consagración del acceso al derecho al agua, a la energía y la conectividad, limita los mandatos del gobernador y los legisladores provinciales a cuatro años con una sola reelección y establece un límite al mandato de los jueces provinciales, por diez años con posibilidad de prórroga.
Kicillof celebró junto a Quintela y selló una alianza que pareció tener un mandato mutuo. El bonaerense le dio respaldo para presidir el PJ. El riojano dice que “es lógico” que Kicillof sea candidato presidencial. A partir de noviembre, buscará empezar a ordenar el partido para armar la opción opositora 2027.
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