Por Marcelo Torrez
“Yo estoy convencida de que de esto no se sale si no es con más controles y campañas educativas y de prevención. Pero, adonde voy, la gente me pide por esta ley. ¿Arregla el problema? No, de ninguna manera, pero es una señal: si conducís, no podés tomar alcohol. Y, por otro lado, el problema del alcohol no tiene nada que ver con el vino, sino más bien con otras bebidas, como las blancas y demás (por la cerveza y el fernet, sugiere, aunque no las mencione). En Mendoza confundieron el foco, tanto la industria como parte de la política. El consenso sobre esta ley es enorme”.
Quien les pone la voz a estos dichos en diálogo con este cronista es Anabel Fernández Sagasti, la senadora nacional por Mendoza –y cristinista– a quien, desde el gobierno de Rodolfo Suarez, pasando por el senador también nacional Alfredo Cornejo y terminando en los principales dirigentes de la industria vitivinícola, señalan como la clave para frenar la ley de tolerancia cero al volante, que ya tiene media sanción en Diputados y que se prepara para ser discutida en el Senado nacional.
Su voto en la crucial discusión que se avecina en la sesión de la Cámara Alta será, quién lo duda, favorable a una modificación de la ley que los referentes de la industria madre provincial rechazan y avizoran como extremadamente perjudicial para sus intereses y los de la economía provincial.
La influyente senadora K asegura haber tenido conversaciones con los principales actores del sector del vino de Mendoza y de otras provincias, como San Juan. Destaca, sin embargo, que la gente de Bodegas de Argentina (los grandes en el negocio del vino y enfrentados a la Corporación Vitivinícola Argentina, Coviar) se haya mantenido al margen de la polémica, como también el sector cervecero. ¿Por qué lo cree? “Han entendido –responde en alusión a estos bodegueros– que lo que se discute no va contra ellos ni con el producto y entiendo que la gente de la cerveza tampoco quiere que se la señale como la culpable o por ser parte del problema. Por el contrario, hasta está dispuesta a apoyar campañas de prevención, según tengo entendido”, agrega la senadora sobre un tema revulsivo y urticante para Mendoza que comenzara a plantearse más de un año atrás.
¿Alguien del oficialismo la ha llamado, senadora? “No, nadie, y eso que con el gobernador he mantenido un contacto más o menos regular, de tanto en tanto hablo con él. Mi secretaria ha recibido algún llamado, pero para hablar con un representante de San Juan. Además, no he querido contestarle al gobernador luego de lo que ha dicho (por las declaraciones del martes de Suarez, cuando le pidió públicamente que interceda en contra) ni a Cornejo, porque la gente nos va a matar. Hay mucha violencia en la relación y eso no es bueno para nadie”, reflexiona la senadora nacional, una de las dirigentes más cercanas y de confianza de la vicepresidenta.
Fernández Sagasti se adentra un poco más allá en el debate sobre el asunto, al especular que, más tarde o más temprano, se entenderá, en particular los sectores del negocio vitivinícola que con más energía lo rechazan, que no va contra ellos ni contra el producto; que se trata de evoluciones de la vida en sociedad y de la salud de la ciudadanía que se van instalando y naturalizando. Por caso, coloca como ejemplo la Ley de Etiquetado, que resultó ser muy resistida por la industria alimenticia, hasta que, finalmente, “lo aceptaron y colaboraron”, dice con referencia a los más grandes productores de alimentos del país.
“Recuerdo que con el Julio (por Cobos, el hoy diputado nacional mendocino, ex gobernador, ex vicepresidente y referente de Juntos por el Cambio) nos tuvimos que aguantar los peores aprietes, pero logramos que se entendiera y comprendiera”, revela en medio de la charla, y aunque no se trate de un problema de similares características ni cercanas, pero sí por el nivel de intereses que se pueden afectar, la senadora recuerda lo sucedido con las tabacaleras y la prohibición de fumar en los lugares públicos que instalara e impusiera desde el municipio capitalino, históricamente gobernado por los radicales en la ciudad de Mendoza: “Hoy a nadie se le ocurriría fumar en una repartición pública o en algún lugar cerrado de acceso público. Sin embargo, cuando se estableció la prohibición, las presiones de las tabacaleras fueron muy impresionantes”.
Desde el gobierno de Suarez, por su lado, siguen convencidos de que la tolerancia cero al volante no es el camino para terminar o bajar los niveles de siniestralidad que se tienen, sino que pasa por el lado del control y por las mayores penas, algo en lo que parece coincidir también Fernández Sagasti.
Pero en el Ejecutivo destaca los números de las estadísticas y dice que ese es el camino, el de las mayores penas y más controles, no la tolerancia cero, “que no aporta nada, ni siquiera racionalidad”, sostienen.
Del Observatorio Provincial de Seguridad Ciudadana provienen los informes que le permiten mostrar al Gobierno que desde que aumentaron las penas y los controles en las rutas de la provincia, el número de víctimas fatales ha descendido casi 50 por ciento. En verdad es un poco menos, pero, de igual manera, la mención a los datos fríos, vale.
Veamos: del registro que se lleva desde el 2016 al 2021 se puede constatar que la tasa
de víctimas fatales cayó de 7,6 cada cien mil habitantes a 5,5 del 2021. En el 2016 hubo 142 muertos y la tasa fue de 7,6; en el 2017, los fallecidos ascendieron a 205 y la tasa se ubicó en 10,6; 2018, 162 muertos, tasa de 8,3; 2019, 137 muertos, tasa de 7; 2020 (año de la pandemia y del encierro colectivo) 101 fallecidos, 5,2 de tasa y el 2021, 11 muertos en las rutas, con una tasa de 5,5.
Nota al pie: el dato de fallecidos del 2017 se ve fuertemente elevado por la tragedia de Turbus, el ómnibus de la empresa chilena que viajaba desde Mendoza a Santiago de Chile y que a la altura del ingreso del Parque Aconcagua volcó, provocando la muerte de 19 personas, además de 22 heridos. Ocurrió el 18 de febrero del 2017.
Comentá la nota