El gobierno atravesó días turbulentos por la inundación en Bahía Blanca y la violenta protesta del miércoles pasado. El análisis del entorno presidencial frente al “intento desestabilizador” de la oposición. Ante a una eventual crisis internacional por una guerra comercial, Argentina ofrece garantías al FMI. El Tesoro sigue teniendo superávit tras el pago de la deuda.
Por Liliana Franco.
Jaqueado por los graves hechos de violencia que se produjeron el pasado miércoles durante la marcha de los jubilados frente al Congreso, el gobierno de Javier Milei atravesó una de sus semanas más difíciles. Sin embargo, en el entorno del primer mandatario se insiste en que “mantendrán el rumbo” y se entusiasman por “las buenas noticias que vienen del norte”.
Se refieren a que “la negociación con el Fondo Monetario Internacional está prácticamente terminada”. Descuentan que en el curso de las próximas semanas el Board dará su visto bueno, la última instancia antes de poner en marcha el nuevo programa de facilidades extendidas.
“El Fondo no tiene argumentos para negarnos su asistencia” aseguran en los despachos oficiales. En este sentido hacen referencia particularmente a los favorables resultados fiscales que muestra la conducción encabezada por el ministro de Economía, Luis Caputo, encargado de llevar adelante un severo ajuste a tono con lo que siempre pregonó el organismo y en una magnitud que superó lo pretendido por el FMI.
Las cuentas de la secretaría de Hacienda siguen mostrando que se continúa por esta senda. En enero el Tesoro tuvo un superávit final (es decir no sólo en el gasto primario sino también considerando el pago de intereses de la deuda pública) de casi 600.000 millones de dólares. Y fuentes oficiales adelantaron a Ámbito que el resultado de febrero acumulará un excedente financiero superior.
Adelantan también que la plana mayor del Fondo está enterada de estas cifras y que “no deja de sorprenderse” por los favorables resultados y por la determinación política de seguir con esta línea.
Guerra comercial
Uno de los aspectos que el equipo económico abordó con el staff del FMI fue el impacto que podría tener sobre la economía argentina un eventual endurecimiento de las condiciones internacionales, particularmente si se desatara una guerra comercial que afectara los intercambios y deprimiera los precios de las materias primas.
La respuesta del Gobierno ante esta posibilidad fue que, a diferencia de las recetas aplicadas en el pasado cuando las crisis se afrontaron con un aumento en el gasto público, la decisión de la administración de Milei sería acentuar el recorte de las erogaciones estatales y, de ser necesario, postergar la baja de impuestos.
“Por primera vez en la historia, el acuerdo que vamos a firmar con el Fondo no se hace para maquillar un desequilibrio y sostener a la política. Es la primera vez en la historia que se usará para reparar el daño de la política a los ciudadanos”, comentó Milei a su entorno.
Coparticipación
En este contexto de “holgura” en las cuentas públicas es que el Poder Ejecutivo Nacional” dispuso una asistencia de 200.000 millones de pesos (187 millones de dólares al tipo de cambio oficial) para atender la emergencia derivada de las inundaciones en Bahía Blanca.
La decisión la tomó Milei el pasado miércoles tras reunirse con el titular de la cartera de economía, Toto Caputo. Comentan en su entorno que minutos antes de las 18 horas de ese día el presidente se comunicó telefónicamente con el intendente de esta ciudad Federico Susbielles con quien mantuvo un diálogo cordial más allá de las diferencias ideológicas (el alcalde pertenece al peronismo).
Más aún, en la Casa Rosada se dice que Susbielles “se sorprendió” porque Milei no quiso hacer un uso político de esta ayuda. “La lógica de la casta es acumular poder, por eso cualquier concesión, como podría ser en este caso la ayuda a Bahía Blanca, hubiera sido aprovechada por los políticos para conseguir algo” dicen en el círculo íntimo de Milei. Afirman que “el presidente no quiso sacar rédito político de la desgracia, lo que hizo fue encerrarse en Olivos para trabajar en la búsqueda de soluciones”. Al respecto, Milei declaró que demoró su viaje a Bahía Blanca porque “tenía que elegir entre la foto linda que le gusta a la política o salvar vidas”.
En este contexto, las declaraciones de Axel Kicillof demandando que se destine a atender la emergencia una parte de los fondos que surjan del nuevo acuerdo con el FMI fueron duramente descalificadas entorno presidencial. “Él fue ministro de Economía y debería saber que el dinero que presta el Fondo no es para estos propósitos, es decir que está usando la tragedia de Bahía Blanca para una otra chicana política”.
Más aún, hay quienes dicen que escucharon al presidente señalar que “Kicillof se equivoca atacándome porque yo lo que quiero es reformular el régimen de coparticipación y que a Buenos Aires le asignen los fondos que le corresponden”. Cabe recordar que Buenos Aires viene reclamando porque recibe poco más de 20% de los recursos de la coparticipación cuando su aporte en los ingresos es casi del doble.
La intención del primer mandatario, agregan en su entorno, es que las provincias compitan entre sí ofreciendo las mejores condiciones tributarias al sector privado, pero sobre una base de distribución más justa.
Desestabilización
De acuerdo a informes preliminares se estima que la próxima marcha apelando a los jubilados del próximo miércoles en las inmediaciones del Congreso “puede llegar a ser más masiva y violenta” que la acontecida esta semana. Cabe señalar que, en general, no se observaba mucha preocupación oficial en días previos a la marcha del miércoles pasado aún a pesar de saber con antelación que la mayoría de los participantes eran barras bravas. “Van a romper todo, no tienen otra motivación”, algunos sostienen que la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich no evaluó correctamente la situación, de hecho, la Casa Rosada no contó con un refuerzo de seguridad y por esta razón un grupo de manifestantes pudieron apedrearla con las piedras que llevan nombres de victimas del COVID.
En medios oficiales observan con preocupación que sectores de la oposición han encontrado en el “repudio a la represión del Gobierno” un argumento “aglutinante” para enfrentar a la gestión de Milei. Y prevén que en el futuro se coordinarán acciones “desestabilizantes” desde distintas organizaciones, como por ejemplo el paro nacional anunciado por la Confederación General del Trabajo.
Afirman que estas protestas no les resultan extrañas al oficialismo ya que esperaban una reacción de los sectores afectados “por los curros que cortamos y que ahora sienten abstinencia de caja”, se lo escucha decir al primer mandatario.
Frente a este escenario, la orden presidencial es “hacer lo que tengamos que hacer, el rumbo de nuestra política no se cambia”.
En la mesa chica del gobierno evalúan que la gente se cansó de las protestas y del clima violento. No temen, en este sentido, que la gente pueda verse nuevamente tentada por volver a políticas pasadas, “la mayoría sabe que esto fracasó” en referencia a las “recetas del populismo”. Y consideran que ahora será distinto, con relación a la presidencia de Mauricio Macri, porque “el Gobierno está dispuesto a llevar adelante una batalla cultural”.
Por eso la apuesta es “no bajar los brazos” y seguir batallando con el mensaje especialmente en las redes.
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