El vicepresidente dijo que “no podemos aceptar” que los países desarrollados, emisores históricos de gases de efecto invernadero, impongan reglas al resto de los países. Y destacó el mayor compromiso que deben asumir por su responsabilidad.
La importancia fundamental de adoptar el concepto de “responsabilidades comunes pero diferenciadas” frente al cambio climático entre países en vías de desarrollo y los desarrollados, que estos últimos asuman su responsabilidad histórica por el calentamiento global, y tener una agenda ambiental compatible con una agenda de desarrollo, fueron los temas sobre los que giró la presentación del vicepresidente argentino, Amado Boudou, en la sesión de ayer de la Cumbre Climática Mundial-COP 20, que se desarrolla en Lima. Boudou habló en la plenaria inmediatamente después de los presidentes Ollanta Humala, de Perú, quien como anfitrión abrió la sesión; Michelle Bachelet, de Chile; Juan Manuel Santos, de Colombia; y del secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon.
“El cambio climático es un desafío global que requiere respuestas urgentes”, dijo Boudou ante la audiencia. “La situación se acerca a un lugar irreversible de no mediar acciones conjuntas y responsables en todos los países”, exhortó.
El vicepresidente, refiriéndose a las responsabilidades comunes pero diferenciadas, destacó el tema de la equidad y el mayor compromiso que deben asumir los países desarrollados por su responsabilidad histórica en el calentamiento global. “No podemos aceptar que los países desarrollados, que han sido emisores históricos de gases de efecto invernadero, impongan reglas al resto de los países, trasladando obligaciones históricas y actuales, transfiriendo sus responsabilidades al resto.”
El asunto de las “responsabilidades comunes pero diferenciadas”, concepto puesto en la mesa de negociaciones por los países en vías de desarrollo, se convirtió en un punto urticante en las negociaciones. Este concepto es considerado por los países en proceso de desarrollo como clave para que los países desarrollados asuman su responsabilidad histórica con el calentamiento global. A partir de este principio, se exige que las naciones desarrolladas asuman el liderazgo en la reducción de emisiones de carbono y adopten mayores compromisos financieros y de transferencia tecnológica y de capacidades con los países en vías de desarrollo para apoyar su adaptación a la reducción de estas emisiones, a fin de que su propio desarrollo no se vea afectado.
Los países desarrollados son reticentes a aceptarlo y proponen un compromiso de todos los países en la movilización de recursos financieros. Las naciones anglosajonas y Japón son los más duros para aceptar ese tema. La Unión Europea, con la excepción de Gran Bretaña, se mostró más permeable.
En diálogo con Página/12 luego de su presentación en la COP 20, el vicepresidente Boudou insistió en lo fundamental que resulta la adopción del principio de “responsabilidades comunes pero diferenciadas” y de un acuerdo que implique que el financiamiento para enfrentar el calentamiento global recaiga fundamentalmente en las naciones desarrolladas. “Si las responsabilidades comunes no fueran diferenciadas, sería una forma de ir en contra de la equidad y la igualdad de los países. Habría países responsables del calentamiento global que no pagarían por sus responsabilidades y habría países víctimas que tendríamos que hacernos cargo de los costos”, dijo.
Boudou aseguró que la posición argentina es que la agenda ambiental no puede ir en contra de la agenda del desarrollo y la inclusión social. “El abordaje del cambio climático no puede desvincularse de la agenda del desarrollo, erradicación de la pobreza y mejora de la distribución de ingresos entre los países”, dijo ante los delegados presentes en la cumbre.
Luego, amplió el concepto en conversación con este diario. “La agenda climática no puede estar divorciada de la agenda de desarrollo y creación de trabajo. Una agenda medioambiental bien enfocada no está divorciada de la agenda de desarrollo, inclusión social y creación de trabajo, pero una agenda medioambiental dominada por los países desarrollados es un riesgo para el desarrollo de nuestros pueblos y también un riesgo para el medioambiente, como lo han demostrado más de 200 años de funcionamiento del actual sistema”, comentó.
Durante el día que estuvo en Lima, el vicepresidente argentino mantuvo reuniones con una serie de autoridades. Anoche mantuvo una larga reunión con los países árabes y del ALBA, que junto con Argentina forman un subgrupo dentro del llamado Grupo de los 77 más China. En el Hotel Westin de la capital peruana conversaron largo sobre la estrategia de negociación en la etapa final y decisiva de la cumbre. Más temprano había conversado, en el cuartel del ejército donde se lleva a cabo la COP 20, con los ministros de Ambiente de Egipto, Qatar y Sudán. También dialogó con los cancilleres de Venezuela, Rafael Ramírez, y de Ecuador, Ricardo Patiño, y el ministro de Ambiente de Bolivia, José Zamora. Por la tarde almorzó en el Palacio de Gobierno con el presidente Ollanta Humala y su esposa, Nadine Heredia; la presidente de Chile, Michelle Bachelet; el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, y su esposa, y Ségolène Royal, ministra de Ecología y Desarrollo Sostenible de Francia, país sede de la próxima cumbre ambiental mundial. Hablaron de la importancia del financiamiento y la transferencia de tecnología y capacidades de los países desarrollados hacia los países en vías de desarrollo para que sea posible un acuerdo ambiental equitativo y la agenda ambiental no esté divorciada de la agenda del desarrollo. El tema clave de la cumbre.
A pesar de las complicaciones en las negociaciones para que los países desarrollados acepten sus responsabilidades históricas en el calentamiento global y su rol protagónico en el financiamiento para enfrentar este problema, el vicepresidente Boudou le confió a este diario que se marchaba de Lima con “mucha expectativa” de que al final de las negociaciones se pueda avanzar significativamente en un documento base para la próxima cumbre de París, en la que se espera adoptar un nuevo pacto ambiental mundial que a partir del año 2020 reemplace al devaluado Protocolo de Kioto. “Ha sido un buen encuentro porque ha permitido que se escuchen muchas voces de los países en vías de desarrollo”, remató Boudou.
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