Un relato macrista de Arsat a todo color

Un relato macrista de Arsat a todo color

Varias de las políticas públicas que se destacan en la costosa publicación, de tapa dura y papel ilustración, se pusieron en marcha durante el kirchnerismo y paradójicamente fueron desfinanciadas por Macri.

 

Por Fernando Krakowiak.

El todavía presidente y CEO de Arsat, Raúl Martínez, publicó un libro de tapa dura y 240 páginas en papel ilustración como balance de su gestión al frente de la compañía estatal. Es decir, el texto no resume lo ocurrido en la empresa durante el macrismo sino que, según se aclara en la tapa, cubre de marzo de 2018, cuando Martínez asumió en reemplazo de Rodrigo De Loredo, hasta el final del gobierno de Mauricio Macri, aunque circunstancialmente el ejecutivo continúa al frente de la firma hasta que el gobierno de Alberto Fernández designe nuevas autoridades. “Una gestión de cambio”, es el título de la costosa publicación, financiada con recursos públicos, que contrasta con la crisis que viene atravesando el país. Una particularidad es que varias de las políticas públicas que se destacan en el documento se pusieron en marcha durante el kirchnerismo y paradójicamente fueron desfinanciadas durante el macrismo.

El libro comienza con una foto a doble página de la estación terrena que Arsat tiene en Benavidez y otra de Mauricio Macri con la banda y el bastón presidencial. Luego se detalla el staff de la empresa y se incluye una foto a página completa de los principales directivos formados como si fueran un equipo de fútbol con Martínez abajo en el centro.

“Este libro se escribió para dejar un testimonio del trabajo que realizamos en Arsat de forma diaria. Para tal fin se presentan descripciones, narraciones y situaciones de los más importantes servicios que la labor de nuestros empleados permite ofrecer”, se detalla en el resumen. Luego se agrega que “puede ser atractivo para todos aquellos que deseen comprender nuestra forma de gestionar y que piensen en aplicar estrategias similares en sus organizaciones”.

El texto está organizado en siete capítulos, pero antes incluye una breve narración donde se detalla el día que los técnicos de la compañía viajaron a Antofagasta de la Sierra, un poblado catamarqueño ubicado a 3323 metros sobre el nivel del mar y rodeado por montañas de más de 6 mil metros de altura, donde instalaron internet satelital domiciliaria. “Antes de retirarse para encarar un nuevo proyecto, nuestro equipo se lleva una imagen cinematográfica. Entre saludos y abrazos, un referente de la comunidad se aleja unos pasos y posando la vista en las montañas los despide con una declaración que suena a slogan, pero está cargada de realidad: `Donde todo termina…Arsat empieza`”, dice el texto que había sido pensado como parte de la propaganda de la campaña electoral, aunque por algunas demoras terminó siendo publicado cuando la derrota de Macri ya era una realidad.

Política satelital

Uno de los pilares de Arsat a partir de su creación en 2006 fue la política satelital. El kirchnerismo construyó Arsat-1 y Arsat-2 con recursos del Tesoro Nacional y el plan explicitado en la ley 27.208 de Desarrollo de la Industria Satelital, aprobada en noviembre de 2015, contemplaba que la empresa avanzara con la fabricación de otros ocho satélites geoestacionarios con recursos provenientes de la propia explotación de los servicios satelitales ya en marcha y créditos tomados por la compañía. El primero de esos nuevos satélites iba a ser el Arsat-3. Sin embargo, en marzo de 2016, el entonces presidente de Arsat, Rodrigo De Loredo, anunció la suspensión de su construcción. La intención era asociarse con inversores privados, pero el plan para sumar al proyecto a la estadounidense Hughes fracasó.

En el capítulo del libro donde se hace referencia a los satélites geoestacionarios no hay mención a la ley 27.208 de Desarrollo de la Industria Satelital, todavía vigente, ni al proyecto de construcción del Arsat-3 pese a que, según dijo el propio gobierno de Macri, no fue cancelado sino suspendido. El mérito que se atribuye el macrismo en este campo es haber comercializado parte de la capacidad disponible del Arsat-2, aunque eso no fue mérito de Martínez sino de De Loredo, quien asumió pocos meses después de que el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner pusiera en órbita el satélite.

En el libro se afirma que con la comercialización de parte de la capacidad disponible del satélite “Arsat demuestra que no requiere de aportes a través de los impuestos que pagan todos los argentinos para funcionar, porque puede proveer y comercializar productos y servicios competitivos que hacen que sea económicamente autosustentable”. La mención sorprende porque lo que está haciendo actualmente la empresa es gestionar los dos satélites geoestacionarios lanzados durante el kirchnerismo, pero cuando su vida útil concluya, estimada en 15 años para cada uno, no habrá ningún otro satélite nacional con los que puedan ser reemplazados porque los abundantes recursos que actualmente generan Arsat-1 y Arsat-2 no se están destinando a construir nuevos satélites que permitan garantizar la sustentabilidad de la empresa.

Los satélites geoestacionarios tienen un margen operativo muy alto, estimado entre 20 y 25 millones de dólares por año. No está claro que ha venido haciendo Arsat con esos recursos porque el libro de Martínez incluye muchas fotografías a color, pero ningún dato sobre el balance contable de la empresa.

Fibra óptica y TDT

Cuando el macrismo se hizo cargo de Arsat, desfinanció a la empresa al decidir dejar de girarle recursos del Tesoro Nacional. Esa decisión impactó de lleno en los programas de expansión de la Red Federal de Fibra Óptica y de la Televisión Digital Terrestre. Los fondos públicos para continuar con la expansión de la red de fibra se reemplazaron por recursos provenientes del Fondo Fiduciario del Servicio Universal, donde las telefónicas destinan el 1 por ciento de sus ingresos, y también se especula con la posibilidad de que parte del dinero generado por los satélites haya ido a parar a ese programa, aunque es difícil saberlo a partir de la escasa información que pone a disposición la empresa.

En el caso de la TDT, en cambio, el gobierno se limitó a administrar la red de estaciones existentes, pero el crecimiento de la misma se desaceleró de manera notable. Pese a ello, el desfinanciamiento estatal es presentado en el libro como un dato positivo. “Parte del desafío y el foco de Arsat es mostrar de diversas maneras que una empresa del Estado puede ser autosustentable sin necesidad de requerir aportes permanentes del Tesoro Nacional, pudiendo competir con empresas privadas y estando a la altura de las circunstancias en un mundo cada vez más interconectado y dependientes de las telecomunicaciones e Internet”, dice el documento.

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