Los arquitectos Adrián Lobato y Víctor Berisso presentaron este jueves, en la sede de la Cámara de Comercio de Escobar, una versión actualizada de un proyecto que fue auspiciado hace seis años por el colectivo de profesionales y organizaciones locales “El Escobar que Queremos”.
Hasta ahora, y en el polo antagónico de nuestro vecino Tigre, que lo tiene desde hace décadas como uno de sus ejes centrales de inversión y crecimiento, Escobar dejó al Luján “a la buena de dios”, desperdiciando un recurso único.
Preocupados por el ordenamiento y el aprovechamiento del espacio geográfico, Lobato y Berisso diseñaron este plan, que contempla la inversión privada y pública para lograr el crecimiento económico, la protección ambiental y la generación de lugares públicos y para la construcción de viviendas, edificios públicos y comercios en toda la ribera del histórico río, que debe su nombre a un capitán de la fuerza de ocupación de Pedro de Mendoza, que murió en un combate con los pueblos originarios ocurrida en abril de 1536.
La propuesta consiste en la creación de cinco estaciones, en respectivos sitios claves y emblemáticos del curso de agua: Loma Verde, las cercanías del aeroclub, las inmediaciones del CUBE y la barranca de El Cazador, el puente Mercante y la frontera entre Maschwitz y Dique Luján, en el canal Villanueva.
Loma Verde adquiriría una nueva centralidad, pasando a ser la sexta localidad, y la puerta de entrada, a partir de la Panamericana, y de la alianza entre los proyectos privados vinculados a la logística, la universidad que está planeada que funcione en la zona para el estudio del transporte vinculado al comercio, el parque tecnológico-industrial, la proximidad con la Reserva Natural Protegida de Otamendi y el turismo a partir de la preservación del humedal y el pastizal pampeano, biomas que fueron modificados en parte por la acción humana, pero que conservan manchones vírgenes por la actual inaccesibilidad.
Entre la estación uno y la cinco existirá una unión, vial, con un camino de circunvalación, por senderos naturales y bicisendas, fluvial, obviamente, y por la continuidad de emprendimientos privados y espacios públicos como parques y lugares de esparcimiento popular.
La presentación del proyecto fue seguida atentamente por dos docenas de personas vinculadas a organizaciones ambientalistas, inversores inmobiliarios, urbanistas, participantes de entidades comunitarias y un solo político, el concejal electo Miguel Jobe.
Tras la charla informativa de los profesionales se generó un ida y vuelta con el público, donde quedó de manifiesto la desesperanza de los distintos actores en la concreción de este proyecto, dado que al revés de Tigre durante la gestión de Ricardo Ubieto, donde hubo una decisión del Estado municipal de intervenir con un plan estratégico de ocupación del espacio vital del río, que se mantuvo por décadas y que continuó con el cambio de color político, la participación de las distintas administraciones escobarenses fueron la inacción y su consiguiente complicidad con la ocupación privada por parte de sectores de gran poder económico, y el abandono del espacio público.
El concejal Jobe, próximo a asumir, se comprometió a que su banca será una trinchera de esta iniciativa y al final hubo coincidencia general en que la única posibilidad de concreción de esta puerta de entrada de Escobar al siglo XXI es a partir de la participación de las entidades y organizaciones civiles, que puedan inclinar la balanza, ya que este lugar único también es el objetivo de fuertísimos intereses individuales.
Los urbanistas prometieron la pronta difusión del proyecto por Internet, así como su disposición a repetir este tipo de encuentros en los distintos lugares interesados.
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