Las reformas de varios tributos de bienes de consumo habitual implicarán un mayor gasto para los ciudadanos. También hay un incremento de la carga impositiva para las rentas más altas.
Los que se esperan sean los primeros Presupuestos Generales desde 2018 pueden suponer un incremento del coste de la vida para los ciudadanos. El anteproyecto de cuentas para 2021 elaborado por PSOE y Unidas Podemos prevé varias subidas de impuestos que, de salir adelante, afectarán al bolsillo de los españoles. Unos efectos económicos sobre la economía doméstica que se notarán en situaciones cotidianas como el repostaje en una gasolinera, las compras en un supermercado o la adquisición de materiales de un solo uso o que se utilicen para hacer reparaciones. También podrá salir más caro tener un seguro. Sin olvidar que muchos de ellos repercutirán directamente en las empresas. Por lo que el coste final del consumidor puede ser incluso más alto que el de la subida del tributo de por sí.
El diésel, la mayor subida
El incremento de impuestos más severo para el ciudadano afectará al diésel. El carburante se encarecerá casi cuatro céntimos por litro, al pasar de los 30,7 actuales a los 34,5 que prevé el texto preliminar de las cuentas públicas. Esto se traducirá en que el dueño de un coche diésel que realice 15.000 kilómetros al año tendrá que asumir cerca de 3,45 euros más al mes de media cuando vaya a repostar. En total, cerca de 38 euros más de gasto al año para los afectados, siempre según las estimaciones del Ejecutivo. Lo que permitirá al Estado recaudar hasta 500 millones de euros adicionales, señalan los mismos cálculos. Con esta medida, el coste por litro del gasóleo se acerca al de gasolina. Pero sigue muy por debajo del tributo al otro carburante, que continuará en los 40,07 céntimos.
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De salir adelante las cuentas públicas de 2021, los españoles se encontrarán con que comprar un refresco de cola o de sabores será mucho más caro mientras que en los bares su precio puede permanecer inalterable. Esta es la consecuencia de la subida del IVA a las bebidas azucaradas, que en unos ámbitos subirá del 10% al 21% y en otros, como la hostelería, se mantendrá en el tipo actual. De esta manera, las empresas de distribución tendrán que prepararse para afrontar la adquisición de estos productos. Algo que notará aún más el ciudadano, que siempre paga un precio mayor en el supermercado.
Este tipo de refrescos están en el grupo de productos más vendidos en los establecimientos de alimentación y bebidas por consumirse habitualmente. Un comportamiento masivo que se realiza incluso cuando se conoce que no son beneficiosos para la salud. Circunstancia con la que justifica el Gobierno el alza, al considerar que esta desincentivará su compra y permitirá que los hábitos de la ciudadanía sean más sanos. Pero la estrategia no será la misma cuando se salga a un bar o a un restaurante, tras la decisión de que la subida del IVA no repercuta en los locales del sector por la grave situación que viven a causa del coronavirus.
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Una de las grandes novedades de los PGE es la creación de la tasa que gravará los plásticos de un solo uso. Sus efectos y coste para los ciudadanos quedarán establecidos en una ley que ya salió a consulta pública y que tendrá que ser aprobada por el Congreso. En las planes del Gobierno que se han ido conociendo, la propuesta inicial era la de que el impuesto fuese de 0,45 por cada kilogramo de plástico. El cual repercutiría principalmente sobre los que se utilizan para contener y proteger bienes o productos alimenticios.
Pero aunque se desconoce cuál será su tipo impositivo definitivo, el Ejecutivo ya tiene previsiones de ingresos por este nuevo tributo. Según los cálculos del Ministerio de Hacienda, su llegada supondrá que se obtenga hasta 491 millones extra. Cantidad que saldrá no solo de las empresas que utilizan esos plásticos para garantizar la frescura, la calidad o la seguridad de ciertos productos. Los consumidores se podrán enfrentar a un incremento mayor de esos 0,45 céntimos por kilo al adquirirlo a un intermediario que ha pagado previamente ese impuesto.
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Otra de las novedades que suponen un incremento de gasto para los contribuyentes es la subida del impuesto de las primas de seguros. Este tributo es el que ha de abonar un asegurado por la póliza que ha contratado. Es decir, es la cantidad que debemos pagar para obtener la cobertura por el riesgo contra el que nos aseguramos. Con las cuentas de 2021, el gravamen ascenderá a un 8%, dejando atrás el 6% vigente. Según Hacienda, el impacto positivo en la recaudación será de 507 millones. Una medida que pasa por tocar el bolsillo del ciudadano, ya que la inmensa mayoría tiene contratos de este tipo por ser obligatorios en asuntos como los vehículos o la vivienda hipotecada.
Patrimonio y rentas también suben
Los planes para incrementar la recaudación de la Hacienda pública también pasan por el aumento de impuestos a las rentas más altas. El impuesto de patrimonio gravará al 3,5% a quienes declaren ingresos superiores a los 10 millones de euros si los PGE de PSOE y Unidas Podemos salen adelante. Una subida de un punto, y en la que finalmente se ha puesto el límite en esos 10 millones. Lo que implica que se ha descartado subir el tributo desde un millón de euros, que es lo que proponía el partido que lidera el vicepresidente segundo, Pablo Iglesias.
Las rentas del trabajo y el capital a partir de cierta cantidad también tendrán que aportar mucho más en IRPF si los planes de Moncloa y Hacienda salen adelante. Caso por caso, quienes declaren unas rentas del trabajo superiores a los 300.000 euros abonarán dos puntos más, al pasar de un tipo del 45% a otro del 47%. En el caso de las rentas del capital, las que superen los 200.000 euros 'sufrirán' tres puntos más de gravamen, que con el anteproyecto se establece en el 26%.
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