Por: Alejandro Borensztein. Cuando Brandoni era mano derecha de Alfonsín, Aníbal Fernández iba detrás de Luder que apoyaba la autoamnistía militar o detrás de Menem cuando indultaron a los genocidas.
Antes que nada, vamos con una buena noticia. El Gobierno está tan preocupado por los padecimientos del pueblo que el martes pasado los principales dirigentes oficialistas se reunieron en la Quinta de Olivos. En lugar de juntarse por Zoom, como hace todo el mundo, lo hicieron cara a cara, seguramente para evitar que una falla técnica los haga cometer algún error que perjudique a la sociedad.
Allí estuvieron todos juntos: el presidente Alberto Fernández, Kicillof, Massa, Máximo Kirchner, Wado De Pedro, Cafiero, Katopodis y varios intendentes del Conurbano como Espinoza, Ferraresi y otros. Esto fue confirmado en televisión por Zabaleta, el Intendente de Hurlingham, que estuvo en el encuentro.
Zabaleta también le contó al país que, ya que estaban, almorzaron todos juntos. Que lindo. Gracias de corazón por juntarse a morfar y arriesgar sus vidas por todos nosotros.
En nombre de los millones de argentinos que obedecemos a rajatabla la orden de aislamiento social preventivo y obligatorio, apoyamos a conciencia la cuarentena, salimos sólo para comprar comida, postergamos toda necesidad económica, emocional o física en pos del bien común, enterramos a nuestros seres queridos fallecidos sin Covid en ceremonias a las que sólo pueden asistir cuatro personas, e inclusive nos bancamos indignados la prohibición de despedir a una hija agonizante en Córdoba, les pedimos humildemente a los funcionarios nacionales, provinciales y municipales que la próxima vez que se junten a morfar para ver qué corno hacen con el país, entre el chorizo y la tirita, levanten una copa y brinden por todos nosotros, los boludos de la Patria.
Moraleja: cuando algún distraído no sepa en qué fase estamos y no entienda qué está permitido y qué no, sólo tiene que prestar atención a lo que hacen nuestros funcionarios: exactamente eso es lo que está prohibido.
Dicho esto, vayamos a lo importante.
Si pensamos que en estos días se anunció algo tan complejo como un acuerdo de paz entre Israel y los Emiratos Árabes, no debería ser tan difícil que nuestros queridos inútiles acuerden algo para resolver los patéticos y anacrónicos conflictos de nuestra aldea.
Obviamente, si insistimos en desayunar todos los días con las declaraciones de Pablo Moyano o Luis D’Elía no vamos a salir más.
Ni hablar de las de Aníbal Fernández, que definió la marcha del lunes como “una sesión psiquiátrica”, luego de haber dicho que “lo último serio que hizo Luis Brandoni fue Esperando la Carroza”.
Caramba. ¿Lo dejamos pasar o lo explicamos? Está bien amigo lector, lo explicamos. Pero por última vez, ¿ok? Goloso.
Si vamos a empezar por el final de la historia, alguien debería explicarle a Aníbal que el año pasado Luis Brandoni protagonizó los tres mayores éxitos del cine nacional: “La Odisea de los Giles” (record de público de mi hermano Sebastián), “El Cuento de la Comadreja” (de Campanella) y “4x4” (de Mariano Cohn). Como si fuera poco, también en 2019, Brandoni rompió la taquilla teatral en Madrid con la obra “Parque Lezama” y encima ya venía de protagonizar la ficción televisiva más exitosa de los últimos años, “Un gallo para Esculapio” de Sebas Ortega, con la que agregó a su colección otro Martin Fierro como mejor actor.
Nadie pretende negar el involuntario aporte de Aníbal a la historia del sainete nacional, pero si yo fuera él, antes de subirme a un escenario a pelear contra Brandoni, tiro la toalla en el camarín.
Y si vamos al comienzo de la historia, como político Brandoni fue mano derecha de Alfonsín cuando se creó la Conadep y se hizo el Juicio a la Juntas, mientras Aníbal iba detrás de Luder que apoyaba la autoamnistía militar o detrás de Menem cuando indultaron a los genocidas. Suficiente para entender de qué lado de la vida política ha estado cada uno. Tampoco olvidemos que Brandoni se tuvo que exiliar amenazado por la Triple A de Isabel Perón y López Rega y que, a su vuelta, fue secuestrado por la dictadura y llevado al centro de detención Orletti. En el partido por la democracia, los DDHH y la justicia, Beto también le gana a Aníbal por goleada.
Lo más preocupante de este asunto es que todos sospechamos que Aníbal, actual presidente de Yacimientos Carboníferos de Río Turbio, debe saber de carbón tanto como de cine y televisión.
Sin embargo amigo lector, sugiero que no perdamos más tiempo con los lunáticos desorbitados y tratemos de encontrar un camino constructivo en este planeta.
Está claro que entre la Comisión Beraldi y el artículo Parrilli, el Gobierno nos quiere vacunar con una Justicia Hotesur: berreta y vacía, pero que sirve para limpiar mucha guita.
Si el objetivo del kirchnerismo es controlar la Justicia para zafar, posiblemente la reforma judicial que los obedientes senadores van a votar sin chistar, sea un intento por las buenas. Me huele que si falla en Diputados van a intentar por las malas.
Por lo tanto el gran objetivo debería ser colaborar para que esto no termine como Titanes en el Ring. Para eso necesitamos dirigentes que entiendan de política.
Del mismo modo que no podés ser un buen arquitecto sin saber cómo hicieron los grandes maestros de la arquitectura para resolver los distintos problemas, tampoco podés ser un buen gobernante si no conocés cómo hicieron los grandes estadistas para resolver los conflictos políticos.
Ejemplo, no se puede gobernar un país si no sabés de memoria qué hizo Kissinger con Andrei Gromiko en Moscú para lograr la cumbre entre Nixon y Brezhnev, o con Chou En Lai en Pekin para lograr la de Nixon con Mao. También es obligatorio entender qué decisión tomó el egipcio Anwar el Sadat para acordar la paz o cómo pensó Isaac Rabin los acuerdos de Oslo.
El primer problema que tenemos es que Cristina cree que Andrei Gromiko sigue siendo el Canciller de lo que ella cree que sigue siendo la Unión Soviética. Néstor la llevó a Río Gallegos en los 70 y ahí quedó todo congelado para siempre.
El segundo problema que tenemos es que Macri no está muy seguro si Andrei Gromiko es un delantero o un defensor del Dynamo de Moscú.
En esta telaraña estamos atrapados.
Ella dejó una catástrofe en 2015 y él fracasó en su intento por resolverlo. La prueba más contundente es que Ella está de vuelta.
¿Cómo salimos de este lío? Es tan grave y tan angustiante que la mejor manera de pensarlo es volver al tono de comedia del cine nacional.
Recuerde, amigo lector, que cuando decimos Alberto Fernández todos pensamos en Rolo Puente, ¿ok?
Rolo va manejando su nave espacial, el Néstor II. Acaba de despegar del planeta Marte, sede del Instituto Patria. Allí estuvo reunido con Ella, Moria Casán, a quien ahora vemos sacar un Iphone que lleva escondido en el escote y ponerse a twitear furiosa contra los medios.
Por corte vemos a Parrilli, que había ayudado a Rolo a abordar la nave, guardándose los cien mangos de propina que le tiraron por limpiar el parabrisas del Néstor II. A esta altura estoy seguro de que el actor ideal para hacer de Parrilli es Larry, el de Los Tres Chiflados. Producción, averigüen cuánto pide.
Luego del despegue llama Ginés, que podría hacerlo el tano Rodolfo Ranni si le arruinamos un poco la cara para que se parezca más al ministro.
Rolo escucha preocupado el parte sanitario y pone rumbo a la Rosada. Allá lo esperan los peronistas que viven en el planeta Tierra. Ponele Beliz, Vilma Ibarra, el Chino Navarro, tal vez alguno de los que almuerzan en Olivos. Podemos agregar a Taiana, Bielsa y varios más. Toda gente que sabe quién fue Andrei Gromiko, Chou En Lai o Henry Kissinger.
No sé qué esperan para levantar el teléfono y hablar con Larreta, Vidal, Cornejo, Lousteau, Pichetto, Carrió, Sanz, Lavagna, Stolbizer, entre tantos, aislar a los delirantes y desactivar este lío de una buena vez.
Desde el fondo de la nave aparecen Emilio Disi y Gino Renni con cartas de poker y una botella de whisky. “¡Rolo, mirá lo que tenemos para pasar el viaje, papá!” Rolo piensa. Creo que a esta altura no sabe qué carajo hacer. Continuará…
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