Recorre 18 municipios de la Provincia de Buenos Aires y en sus márgenes viven más de cuatro millones de personas.
El fallo de la Corte Suprema que en 2008 ordenó que Nación, Ciudad y Provincia tomaran acciones para sanear la cuenca Matanza-Riachuelo, sirvió para poner en agenda el grave problema social y ambiental que representa la contaminación de ese curso de agua. Sin embargo, nadie habla del segundo río más contaminado después del Riachuelo: el Reconquista.
La contaminación del río Reconquista afecta a más de cuatro millones de personas, distribuidas en los aproximadamente 1.750 kilómetros cuadrados que cubre su cuenca. Pero hasta el momento, no hubo ningún fallo judicial que obligara al Estado a adoptar medidas concretas para revertir la contaminación y restaurar el ecosistema.
A diferencia del caso de la cuenca Matanza-Riachuelo, la del Reconquista abarca solamente a localidades de la provincia de Buenos Aires, por lo que la responsabilidad del saneamiento es exclusivamente de esa jurisdicción.
Según explica Gabriel Basílico, investigador del Conicet y especialista en contaminación hídrica, en la cuenca alta del Reconquista (Merlo, Moreno, Luján, General Rodríguez, General Las Heras y Marcos Paz), el agua superficial muestra índices de contaminación “muy inferiores” a los que presentan la cuenca media (Malvinas Argentinas, San Miguel, General San Martín, Tres de Febrero, Morón, Ituzaingó, José C. Paz y Hurlingham) y la cuenca baja (Vicente López, San Isidro, San Fernando y Tigre). En este sentido, Basílico remarca que alrededor del 50 por ciento del curso del Reconquista presenta niveles bajos de contaminación.
Uno de los grandes mitos en torno a la contaminación del Reconquista es que los principales desechos que recibe son residuos industriales. Pero si bien dentro de la cuenca hay más de diez mil industrias de diferentes rubros –principalmente curtiembres, textiles, acumuladores eléctricos, caucho, hierro y acero–, la mayor contaminación proviene de desechos orgánicos, los cuales aumentan la demanda de oxígeno y, en consecuencia, deterioran la calidad del agua.
Basílico detalla que los principales desechos orgánicos que se alojan en los sedimentos provienen de la grasa, la sangre y demás restos de animales que desechan los mataderos; pero, sobre todo, de la materia fecal por la falta de cloacas.
A su vez, hay siete plantas depuradoras sobre la cuenca, cuyos desechos –no siempre correctamente tratados– terminan en las aguas del Reconquista. Y si bien el río se ocupa de depurar los excesos de residuos orgánicos, el problema surge cuando la cantidad excede su capacidad de autodepuración, que es lo que ocurre desde hace décadas.
Vivir al lado de un río contaminado
El barrio Los Tábanos está ubicado en los márgenes de la localidad de Los Troncos del Talar, partido de Tigre, justo donde el río Reconquista se bifurca. Pese a que no hay datos oficiales sobre la población estable del lugar, se estima que tiene más de mil habitantes. Junto a “San José” y “Los Troncos”, es uno de los tres asentamientos que crecieron en las últimas décadas a orillas del tramo más bajo del río.
Son las cuatro de la tarde de un sábado y, llegando al final de una calle sin asfaltar, Mayra (28) atiende una feria de ropa que instala en la puerta de su casa todos los fines de semana. Justo delante hay una zanja, que es un desagüe cloacal a cielo abierto. Cuando llueve, rebalsa y el líquido contaminado inunda todo el frente de la casa. Cuando el agua baja, quedan la basura, el olor, la invasión de moscas, de mosquitos y de ratas.
Mayra no tiene recursos para comprar bidones de agua potable o instalar un filtro purificador. El agua que bebe, “amarilla y con un olor a lavandina impresionante”, sale de la canilla y proviene directamente del río Reconquista.
"Granitos, náuseas, vómitos, descompostura, de todo nos pasa", dice Mayra. “Mirá, tengo acá, acá y acá”, interviene su hijo Gianluca, de cinco años, mientras señala las ronchas que tiene en sus brazos y piernas. Una erupción similar a la que posee su madre y que, según ella, es consecuencia de estar en contacto permanente con el agua contaminada.
Francisca (78) vive en Los Tábanos desde 1971, en una casa construida a orillas del Reconquista. También se queja del olor del agua y afirma que vive con alergia. Dice que la culpa de la contaminación es de la "gente que tira basura". Y cuenta que antes, cuando el río crecía, las viviendas que estaban en la ribera se inundaban. Pero ahora ya no.
En 1985 se inauguró un canal aliviador, que unió el cauce del Reconquista con la Pista Nacional de Remo, un curso de agua de dos kilómetros de longitud que desemboca en el río Luján. Las casas dejaron de inundarse. Pero la zona se convirtió en el destino final de todos los residuos orgánicos e industriales de los 18 municipios de la cuenca del río.
El desafío de limpiar el Reconquista
Ante la pregunta acerca de si técnicamente sería posible sanear el Reconquista, Basílico responde que existe posibilidad de lograrlo, pero se muestra escéptico. “Para remediar, primero habría que dejar de contaminar”, advierte. Y dice que en lugar de intentar devolverle a la cuenca su paisaje original, "sería mejor concentrarse en preservar lo que está bien hoy para evitar su deterioro".
Para reducir los niveles actuales de polución, el especialista sostiene que lo más importante sería lograr un buen sistema de diagnóstico a través de una red de monitoreo que permita localizar con precisión los principales focos contaminantes.
Esto, a su vez, debería estar acompañado de una normativa más exigente para el tratamiento de desechos de las plantas depuradoras. También de mayor fiscalización a las industrias con respecto al tratamiento que realizan de sus desechos. En particular, deberían controlarse las industrias clandestinas que están ubicadas sobre la cuenca –muchas de ellas, textiles–, que vuelcan sus residuos a los cursos de agua sin ningún tipo de tratamiento.
Por último, Basílico insiste en la importancia de la educación ambiental y la gestión consciente de residuos (recolección, separación en origen y reciclaje).
Obras de saneamiento, financiamiento externo y fondos subejecutados: el caso del Comirec
En 2001, la Legislatura bonaerense aprobó la Ley 12.653, a través de la cual fue creado el Comité de la Cuenca del Río Reconquista (Comirec). Se trata de un ente autárquico, que funciona dentro de la órbita del Ministerio de Infraestructura de la Provincia, y cuya función principal es la de “prestar servicios y realizar acciones conducentes a la gestión integral y preservación del recurso hídrico de la Cuenca del Río Reconquista”.
Desde Comirec le explican a Clarín que actualmente están realizando obras de primera ejecución (agua y saneamiento, drenajes urbanos, gestión de residuos sólidos urbanos); recuperación del espacio público a través de la limpieza del espejo de agua y la reforestación de las zonas ribereñas; campañas de educación ambiental y monitoreo de la calidad del agua y los sedimentos. Y agregan que están trabajando en un Plan de Gestión Integral, que fijará los lineamientos y acciones ambientales para los próximos 15 años.
Desde el Comirec detallan que cuentan con doce obras de infraestructura en ejecución, catorce en proceso de licitación y nueve finalizadas, las cuales son llevadas a cabo en conjunto con la Subsecretaría de Recursos Hídricos bonaerense. La mayoría de esas obras consisten en redes primarias o secundarias de desagüe cloacal, focalizadas en barrios pertenecientes a municipios que integran las cuencas media y baja del Reconquista (principalmente Morón, General San Martín y Tigre).
Tanto los programas como las obras de infraestructura se financian, por un lado, a través de fondos provinciales y, por el otro, con financiamiento externo proveniente de un crédito de 230 millones de dólares otorgado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en noviembre de 2014. Mientras tanto, la partida presupuestaria destinada por la Provincia al Comirec en 2020 fue de 5.709.449.000 pesos.
Desde el Comirec y la Subsecretaría de Recursos Hídricos de la provincia afirman que se ha ejecutado el 68 por ciento del crédito otorgado por el BID. Sin embargo, hasta ahora, solo se han desembolsado 96,74 millones de dólares de ese préstamo internacional, lo que equivale a un 42 por ciento.
Desde los organismos provinciales argumentan que hay otros US$ 60 millones del crédito que todavía no fueron ejecutados, pero que son para obras que se encuentran en proceso de licitación y adjudicación.
Consultados acerca de los fondos efectivamente utilizados hasta el momento en obras y acciones ambientales concretas, desde Comirec se limitaron a informar que durante 2021 se han invertido 1.700 millones de pesos. Pero no brindaron detalles del destino específico de ese dinero ni del estado actual del resto de los fondos recibidos del BID.
El rol de AySA
A nivel nacional, el organismo con mayor injerencia para lograr el saneamiento del río Reconquista es AySA. Ello se debe a que, de los 26 municipios a los que brinda servicios de agua y cloacas la empresa estatal, 14 de ellos se encuentran en la cuenca del río Reconquista.
Desde el organismo presidido por Malena Galmarini informan a Clarín que en su Plan Director están previstas más de 200 obras cloacales, de las cuales 20 ya fueron finalizadas, 30 se encuentran en ejecución, nueve contratadas y 14 en proceso de contratación. Estiman que, en caso de culminarse todas estas obras, alrededor de un millón y medio de bonaerenses se verían beneficiados.
Específicamente para la cuenca del Reconquista, están trabajando en la optimización de la planta Norte, en San Fernando; se construye una nueva planta de tratamiento en Campo de Mayo y se están ampliando las plantas de Las Catonas, Bellavista (San Miguel), Ferrari (Merlo) y Hurlingham.
Las obras que realiza AySA, que además está desarrollando el Sistema Riachuelo, están siendo financiadas a través de créditos otorgados por organismos multilaterales de crédito. Una parte proviene de un préstamo del Banco Mundial para el período 2021-2026, por un monto de 545 millones de dólares. El BID, por su parte, otorgó un préstamo de 320 millones de dólares, que se está ejecutando para la renovación y rehabilitación de redes de agua potable, control de agua no potabilizada y construcción de redes cloacales en distintos municipios (entre ellos, Hurlingham y Morón).
El Banco de Desarrollo de América Latina –conocido también como CAF– otorgó un crédito de 290 millones de dólares para las obras de la planta depuradora que se está construyendo en Campo de Mayo. Mientras tanto, Fonplata – Banco de Desarrollo otorgó un crédito de 30 millones de dólares para financiar “obras de agua potable y cloacas en zonas de vulnerabilidad socio-sanitaria dentro del Área Metropolitana de Buenos Aires”. Y, por último, hay un préstamo del Banco Europeo de Inversiones por 80 millones de dólares para ampliar la planta depuradora Las Catonas y expandir la red de cloacas en Escobar.
Más allá de las obras ejecutadas, desde AySA reconocen que hay varios sectores de la cuenca que tienen escasa o nula cobertura de servicio cloacal. Consultada sobre el caso de los vecinos del barrio Los Tábanos, Mayra Mariani, concejal de Tigre por el Frente de Todos y directora de Relaciones Institucionales de AySA, responde que “la obra de AySA está hecha, lo que sucede es que puede haber vecinos que no se hayan conectado. La conexión de cada domicilio es responsabilidad de cada vecino”.
Los vecinos alegan que el costo de instalación de las conexiones supera los 50 mil pesos, un monto que muchos de ellos no están en condiciones de pagar.
Más allá de las obras que se están realizando a nivel provincial y nacional, los vecinos de la ribera y activistas ambientales que se acercan a participar en limpiezas del río insisten en que la situación no ha mejorado. El agua del Reconquista continúa con altos niveles de toxicidad, los desechos siguen acumulándose en los sedimentos y el grado de contaminación generalizada es visiblemente elevado.
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