La ONG Red del Patrimonio, tras el peligro de ser los coches desmantelados, solicitará que los mismos sean declarados Patrimonio de la Humanidad.
Los viejos vagones de la línea A, con sus paredes y puertas de madera, sus espejos biselados y sus lámparas de principios de siglo XX, son objeto de una lucha por parte de los conservacionistas, que aseguran que su salida de funcionamiento constituye un verdadero acto de atropello cultural.
Para defenderlos, la ONG convocó a una reunión para hoy a las 18 en el Centro Cultural de la Cooperación, ubicado en Avenida Corrientes 1543, entre Paraná y Montevideo, para delinear una presentación ante la UNESCO con el objetivo de que la línea A, sus coches La Brugeoise y la Avenida de Mayo sean declarados Patrimonio de la Humanidad.
Una de las integrantes de la red es Mónica Capano, quien se desempeñó en el Consejo Asesor en Asuntos Patrimoniales (CAAP) hasta que en julio pasado el gobierno de Mauricio Macri la desplazó, a raíz de las críticas que formulaba a la laxitud del organismo a la hora de aprobar demoliciones de edificios antiguos.
"No somos puristas –dijo Capano–. Creo que las posturas extremas que hablan de conservarlos sin ninguna alteración o de retirarlos sin más trámite conspiran contra la preservación. Entendemos que el patrimonio debe refuncionalizarse de acuerdo a las exigencias actuales." La ONG informó que con la iniciativa ante la UNESCO, el modelo a seguir será el de la línea 1 del metro de Budapest, que data de 1896 y en 2002 fue reconocida por la Organización de la Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura.
El subte de Budapest conserva parte de sus coches originales en condiciones operativas con fines turísticos, en tanto que el servicio en sí está garantizado con una flota de trenes modernos.
En el caso argentino se suman otros elementos que acompañan de manera favorable la petición, sobre todo el hecho de que tras casi 100 años, en su mayoría, los vagones originales siguen en funciones.
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