La iniciativa fue gestada por el Jardín 906 para reciclar plástico pero también ayudar a quienes padecen diferentes enfermedades y pueden costear sus tratamientos con lo que se genera de la venta de las mismas. Un corazón que se llenó y se vació, que va por su segunda hazaña.
Luisina Gregorini es una docente de nivel inicial que integra el Jardín 906 de la localidad de Sierra Chica. Es una de las integrantes del proyecto de recolección de tapitas de plástico mediante el uso de un corazón que se elaboró para que los vecinos las arrojen allí.
El proyecto tuvo mucha repercusión y se inició en julio del corriente año. Los niños y niñas de la institución, "están investigando sobre las tapitas plásticas y su reciclado" en todo el proceso, según expresó Luisina.
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Se trata de "acciones que venimos desarrollando desde hace varios años porque estamos acompañando a una alumna que tuvo que iniciar su tratamiento en el Garrahan y para estar cerca de ella, decidimos compartir el hecho de juntar tapitas. Ya desde hace años juntamos y las mandábamos al Garrahan y quedó ese hábito". Ahora, "pensamos que involucre al pueblo para generar conciencia ambiental e integral. Decidimos continuar esto y generar el contenedor para que siga en el tiempo. Así fue como buscamos ayuda para poder tener nuestro corazón", señaló la docente.
Los concejales se sumaron "para que podamos tener el contenedor y en agosto lo colocamos, hace una semana lo completamos super contentos por todos los que participaron". El día viernes las familias se juntaron para festejar el primer vaciamiento del corazón que se encontraba repleto de tapas que partieron con destino al Garrahan.
La docente señaló que "los niños y niñas tienen muchísima conciencia y lo hicimos como hábito a través del juego, del entusiasmo,el clasificar tapas, y aprender desde videos donde había entrevistas e iniciativas de otros. Se genera conciencia y son capaces de explicar lo que aprendieron". A partir de esta movilización que genera en los más pequeños, los grandes se suman, "son ellos los que en las familias recolectan tapas, comunican lo que aprenden y son los protagonistas en la acción de reciclar".
La docente valoró el acompañamiento de la comunidad y señaló que "está bueno esto de reunirnos y compartir lo que individualmente las familias fueron haciendo para que el corazón esté repleto, un gesto simple hizo que en pocos meses lograramos completarlo". Y ahora van por más. El siguiente desafío es volver a completar el segundo corazón, "eso genera entusiasmo porque es como una semilla que se sembró en el jardín para que permanezca y permite sostenerlo en el tiempo en la comunidad", finalizó.
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