El plan intervencionista de Toto Caputo profundiza los efectos de la era de hielo libertaria. Consumo y capacidad instalada, en rojo. La pulseada del mercado.
Por Marcelo Falak
Este medio ha abordado la llamada "fase dos" del Caputazo –destinada a secar la plaza de pesos mediante una intervención en el mercado cambiario– desde diversos ángulos: el anuncio en sí y la descripción de El Mecanismo; la imagen de Luis Toto Caputo haciendo trampa al solitario para forzar una reducción de la brecha cambiaria y de la inflación en el corto plazo aun al costo de hipotecar el futuro del gobierno de Javier Milei; y su condición de autopista para un nuevo ciclo de fuga de divisas y vaciamiento de la economía. Otro asunto clave es el futuro de la actividad o, en términos más precisos, en qué medida un plan concebido como eminentemente financiero eterniza una recesión ya insoportable.
Como se ha repetido en los últimos días, hay –digamos– tres canillas para la emisión de pesos. La primera es la que financia el déficit fiscal, supuestamente desaparecido desde hace siete meses, más allá de la contabilidad creativa del Ministerio de Economía. La segunda es la de los pasivos remunerados del Banco Central, cerrada pasándole el muerto al Tesoro y que tendría su última vuelta de tuerca con la negociación en curso para que los bancos entreguen sus puts a cambio de algún papelito más. La tercera –la que está hoy en ejecución– es la correspondiente a la entrega de pesos a cambio de los dólares que los exportadores deben liquidar en el marco del cepo. Los pesos que el jefe del Palacio de Hacienda quiere succionar.
Si, como prometieron Caputo y Milei, la intención es convertir la moneda nacional en un bien cada vez más escaso, las perspectivas para una recuperación de la actividad se hacen más y más remotas.
No sorprende que desde hace varios días ya no se escuche hablar de "salidas en ve" ni de pedos de buzo.
El panic show de la economía de Javier Milei
Como informó Letra P, las "cifras de pánico" de la mileinomía se expresan en la pérdida de 176.000 puestos de trabajo en blanco y en la desaparición de 7.820 empresas, en un 99% pymes.
En tanto, los datos de consumo masivo recopilados y analizados por la consultora Scentia dan cuenta de un desplome del 12,5% interanual el mes pasado y de una caída del 8,5% en el acumulado del primer semestre comparado con igual período de 2023. De los números surge que, en lugar de rebote y luz al final del túnel, la era de hielo del consumo se profundiza.
En base a datos que tienen un poco más de rezago, la consultora LCG acaba de señalar que en mayo "las ventas minoristas volvieron a caer (…). En paralelo, indicadores de la industria muestran un escenario similar: la producción automotriz cayó 11%, la siderúrgica 12% y la metalúrgica 1% mensual".
El rojo manda.
En la misma línea, el INDEC señaló que el uso de la capacidad instalada de la industria fue del 56,8% en mayo, más de diez puntos por debajo del registrado un año antes.
El Fondo Monetario Internacional (FMI), en tanto, ajustó de 2,8 a 3,5% la caída del PBI esperada para el año.
Cabe a esta altura preguntarse si algunos análisis no confunden paciencia social con resignación.
El Círculo Rojo cruje
El Presidente apoya por ahora a Caputo y cumple con su palabra de "cortarle la mano al que le toque el culo".
Así lo hizo días atrás con el economista liberal Fausto Spotorno, quien fue eyectado del Consejo de Asesores de la Presidencia que dirige Demian Reidel por haber sugerido una salida futura del ministro de Economía y su reemplazo por Federico Sturzenegger. Este miércoles le tocó el turno a otro miembro de ese grupo: el empresario textil Teddy Karagozian, quien acababa de ser nombrado.
Es interesante que tanto Spotorno como Karagozian hayan partido tras expresar ideas referidas a la necesidad de un replanteo del plan económico.
Si algo se pretendía de entrada que hubiera en el mencionado Consejo, eso eran referencias del Círculo Rojo de la consultoría y el empresariado, pero dadas las purgas permanentes, hoy ya no se sabe qué función cumple.
Cabe recordar que su primera víctima había sido el economista Carlos Rodríguez, apartado desde antes de la asunción por Milei.
Volvamos a Karagozian. En declaraciones a La Nación +, fue muy explícito respecto de sus desacuerdos, tanto que pareció querer precipitar su alejamiento. Esto dijo:
Ante el pedido de que opinara si, como "algunos kirchneristas consideran, el Gobierno se estrella", Karagozian señaló que "no solo el kirchnerismo", sino también "muchos economistas renombrados, más o menos liberales, más o menos de izquierda, más o menos de derecha".Esos especialistas, añadió, "creen que no nos alcanzan los dólares vendiéndolos a 900 o a 1.000 pesos. Creen que a $1.500 podría ser; yo soy de los que cree que a $1.500 tampoco"."El dólar está atrasado", pero devaluar no resuelve los problemas de fondo, explicó. "Si uno no hace los cambios en el sistema laboral y no elimina los impuestos distorsivos que hacen caros los productos en Argentina, (sí) tenés que devaluar"."Soy de los que difieren en que no se puede pensar la Argentina como un negocio financiero, hay que entenderlo como un negocio de economía".Acerca del rebote productivo mencionado intermitentemente por el jefe de Estado, señaló que "siento diferir. El Presidente tiene más data que yo, así que es probable que él tenga razón y yo no. En mi fábrica y mis amigos industriales no lo veo".Respecto de una crítica del subsecretario de Prensa, Javier Lanari, quien había hablado de precios abusivos en el sector de la indumentaria y abogado por una amplia apertura importadora, Karagozian primero fingió no recordar su nombre y finalmente calificó ese comentario como "bastante estúpido". Fin.
Lanari celebró.
Un día más en la oficina
En tanto, ¿cómo siguió el plan de Caputo para convertir el peso en un bien escaso en base al venteo de reservas?
El blue rebotó fuerte, el "dólar fuga" trepó 1,8%, el riesgo país terminó al filo de los 1.600 puntos básicos y las acciones argentinas que se negocian en Wall Street cayeron hasta 6,5%. Se han conocido días mejores.
Fuentes del mercado consultadas por este medio atribuyeron el rebote de los tipos de cambio paralelos a una suerte de pulseada con Caputo. Ante el anuncio de la intervención para bajar la brecha, esta cedió debido a la postura vendedora de agentes que especularon con recomprar más barato tras la eventual ayuda oficial. Lo que ahora esos jugadores quieren ver es si el ministro cumple con lo prometido o si, en verdad, cantó falta envido con dos negras.
Mientras el Gobierno pone a prueba el valor de su palabra, la tentación de dolarizar carteras sigue agazapada.
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