La mala performance económica de los vecinos y la devaluación del real del 18% en lo que va del año, se suman a la baja competitividad -de larga data- de la producción local
El panorama de Brasil continúa en baja y, en consecuencia, la realidad de las industrias regionales no son las más alentadoras. La devaluación del real frente al dólar, la cual ha sido del 18% desde inicios del año y del 38% en 12 meses hasta junio sumado a la recesión, provocará que la economía brasileña tenga un crecimiento nulo o negativo este año y, según las previsiones, en 2016 sólo lo haría al 1%, lo que determina una expectativa compleja para las exportaciones de Argentina a ese destino.
En medio de la crisis que golpea al gobierno y al nuevo período de la presidenta Dilma Rousseff, las economías regionales de Mendoza deben salir no sólo a enfrentar esta situación sino las propias de Argentina.
De este modo, según los economistas, los principales productos del agro de la provincia se encuentran sumergidos en una profunda pérdida de competitividad en uno de los mercados más importantes, teniendo en cuenta la cercanía y los acuerdos entre ambos como socios del Mercosur.
Para el economista Sebastián Laza, por cuarto año, Brasil se encuentra en recesión y no logra salir de este panorama. No obstante, indicó que esto se debe a que la Presidenta ha optado nuevamente por hacer un plan de ajuste y, como toda medida de esta índole, implica costos iniciales en el nivel de actividad de las importaciones, los cuales se están haciendo notar en el primer semestre del año.
Según explicó Laza, esta mecánica afecta inmediatamente a las exportaciones argentinas, las cuales deben lidiar, además, con un país con retraso cambiario e inflación, formando éste "un cóctel explosivo para las empresas de Mendoza a las que cada temporada les cuesta más enviar sus productos al mercado brasileño”.
Según determinó, “este panorama coloca a los productos brasileños cada vez más baratos y los nuestros en ese destino más caros. Con esto, y con la recesión que provoca que los consumidores de Brasil estén acotando sus gastos, por ende, nuestros productos están siendo menos demandados”.
Sobre este último comentario, Gustavo Reyes, economista Jefe del Ieral Mendoza, sumó que ante el atraso cambiario e inflación del país, Argentina debería aumentar los precios de sus productos para cubrir sus constantes incrementos de costos.
Sin embargo, ante la recesión de Brasil esto es difícil de hacer ya que, si no, perdería aún más share de participación, teniendo en cuenta que desde el plan de ajuste, los productos de Brasil se han abaratado bastante. De este modo, para el especialista es un cóctel de circunstancias que perjudican aún más a los alicaídos productos agrarios.
Economías regionales
Durante los últimos años, la política económica argentina basó su nivel de competitividad principalmente en un tipo de cambio alto. Sin embargo, esta estrategia perdió fortaleza a partir de los años 2009/2010, cuando la aceleración de la inflación comenzó a reducir sistemáticamente la competitividad cambiaria.
Esto indudablemente en conjunto con la caída económica brasileña afectó las exportaciones de Argentina a Brasil de los 6 productos más importantes que exporta Mendoza hacia ese país: vinos, duraznos en conserva, aceitunas, peras frescas, ciruelas desecadas y ajos (estos 6 productos representaron cerca del 70% de las exportaciones de la Provincia hacia ese destino), según analizó en el último informe la Fundación Ideal.
Según Daniel González, presidente de ProMendoza, durante muchos años Mendoza basó sus exportaciones de alimentos y bebidas en Brasil. Para el directivo, la dependencia ha sido una consecuencia más que una estrategia, impulsada por una serie de factores, como es la cercanía, volúmenes acotados para exportar, exigencias menores en relación a otros países. Todo esto, “impulsó a las empresas a no ir más allá de las fronteras y hoy lógicamente, ante la realidad económica de Brasil, perjudica los envíos en valor más que volumen de los productos regionales”.
Más allá de esto, el presidente de la entidad que promociona los productos mendocinos, dijo que desde la devaluación del real frente al dólar, uno de los principales problemas que acarrean los productores es el hecho de que los precios de los productos han bajado y, en consecuencia, las negociaciones están siendo más arduas. De este modo, es que sumó que lo que se verá este año es una caída de las exportaciones en valor y no tanto en volumen.
Sin embargo, Mario Bustos Carra, gerente de la Cámara de Exportadores de Cuyo dijo que, bajo este panorama, los empresarios se encuentran en un problema mayor, ya que los aumentos de costos y la caída de los precios no llegan a solventar los valores de producción.
De este modo, tanto Carra como Juan Carlos Pina, gerente de Bodegas de Argentina, consideraron que la mayor parte de las complicaciones se deben a la política del país y la pérdida de competitividad de los productos, consecuencia del atraso cambiario. Por su parte, Pina continuó en su análisis y dijo que si la economía argentina fuera otra, las exportaciones no estarían en la senda negativa actual, en la que la inflación afecta los costos y los productos con valor agregado como el vino.
Desde la Asociación de Productores, Empacadores y Exportadores de Ajos, Cebollas y Afines de Mendoza (Asocam), Mariano Ruggeri, quien además es propietario de Agro Ruggeri S.A. (productora, empacadora y exportadora, con asiento en Colonia Segovia, Guaymallén) admitió que la devaluación del real y la competencia agresiva de otros países proveedores, entre ellos China y España, fueron factores que perjudicaron a estos productos, que durante la última temporada no lograron exportarse a Brasil por los bajos precios que negocia este mercado y la no devaluación de Argentina, que trae como consecuencia que los productores no puedan solventar sus costos de producción.
“El escenario cambiario del país es totalmente destructivo para la competitividad del ajo”, señaló Ruggeri, a lo que adelantó que si el panorama actual no se revierte este producto se encontrará en la próxima temporada -que comienza en octubre y se exporta en noviembre- con precios totalmente deprimidos que mostrarán nuevamente una realidad desalentadora para los envíos que representan el 90% de la producción de Mendoza.
Qué pasará
Con respecto a las expectativas de la economía brasileña y, en consecuencia, de lo que pueda suceder con los productos agroindustriales de Mendoza, el economista Sebastián Laza contó que a pesar de que con el plan de ajuste impuesto por la mandataria Dilma Rousseff se espera reactivar esta economía el próximo año, aún es muy temprano para saber si surtirán o no efecto.
Siendo optimista, el economista manifestó que “bajo este panorama y un nuevo gobierno y políticas económicas de Argentina -sea Scioli o Macri- la actividad de las empresas mendocinas en el mercado más grande de América del Sur podría mejorar, pero recién en 2017”.
En cuanto a las perspectivas, Reyes determinó que dependerá mucho de lo que suceda en la transición de gobierno de Argentina.
En síntesis, los actores y economistas dejaron entrever que más allá de las mejoras que puedan haber en el mercado brasileño, la situación de las economías regionales dependerá más de las decisiones que tome el nuevo gobierno nacional, en función del tipo de cambio para mejorar la competitividad de los productos locales.
Por la devaluación, se espera un gran impacto comercial
En medio de la crisis que golpea al gobierno de Dilma Rousseff, la economía brasileña acumuló en junio una balanza positiva del comercio exterior de 4.400 millones de dólares, el mejor nivel de los últimos seis años.
Este resultado "virtuoso" fue producto de la mezcla de devaluación del real (18% desde enero y 38% en un año) y de recesión. Esto ayudó, también, a reducir el déficit externo del país, que deberá cerrar 2015 con uno de los techos más bajos de los últimos tiempos: 3,5% del PBI.
El ministro de Desarrollo, Industria y Comercio Exterior, Armando Monteiro Neto, estimó que pese a los precios desfavorables de commodities, este año la balanza comercial cerrará con un superávit de U$S 10.000 millones. Un gran contraste con el déficit de 4.500M de 2014.
La noticia que produjo mayor revuelo fue la decisión del gobierno de Rousseff de recortar el volumen de superávit fiscal que pensaban conseguir para este año. Ahora, será de 0,15% del PBI, contra la previsión de 1,1%.
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