Después del ataque de Milei, la Coalición Cívica quiere saber cuántos custodios tienen el presidente y otros dirigentes políticos. El trasfondo de la víspera electoral de 2025.
Por
CARLA PELLIZA
La guerra entre Javier Milei y la Coalición Cívica de Elisa Carrió escaló en las últimas horas y nada pareciera indicar que pueda calmarse en el corto plazo. La preocupación por la persecución política no es novedosa, pero el ataque presidencial del fin de semana, dando detalles sobre un tema sensible, como lo es la custodia de la ex diputada, encendió todavía más alarmas. Como contragolpe, el partido fundado por Carrió buscará conocer la cantidad de custodios que tiene el presidente, pero también otros funcionarios o dirigentes políticos. Tocado por la acusación de un presunto pacto entre La Libertad Avanza y el kirchnerismo para avanzar con la polarización electoral en 2025, Milei quiso señalar a la líder de la Coalición Cívica como parte de la casta para desviar la atención y reubicar el centro de la discusión lejos de su persona.
Su señalamiento contra Lilita podría girar sobre sí mismo y apuntar a dirigentes que no quieren ser etiquetados como parte del establishment político. Según los rumores, una diputada nacional, que supo oficiar de gobernadora, durante las sesiones extraordinarias del verano no interrumpió sus vacaciones por el trabajo parlamentario más que sólo unos instantes. Aprovechó el auto oficial para ir y volver de Cariló, donde decidió descansar, para participar del debate legislativo sin perder demasiados instantes de playa.
En la misma línea puede leerse la respuesta de la Oficina Anticorrupción, a un pedido de la Coalición Cívica, para blindar al presidente. Según explicó el legislador porteño Hernán Reyes en El Destape Radio, el organismo sostuvo, ante un pedido suyo, que Milei “no está obligado” a blanquear con qué empresas tuvo vínculo antes de llegar a la función pública. “Cuando una persona llega designada a un cargo público, la ley de ética pública establece que debe presentar una declaración de interés, es decir los antecedentes laborales para ver si puede o no tener un conflicto de interés respecto de favorecer o no a esa empresa”, sostuvo el legislador.
En 2019, el espacio liderado por Carrió había hecho una solicitud similar, pero dirigida sobre la figura de Alberto Fernández, por entonces presidente. En ese momento, el organismo accedió a la solicitud, una práctica que, evidentemente, pasó de moda: “Hicimos lo mismo para Milei y la Oficina Anticorrupción se niega a requerir esa información”, recomendándole al presidente que tenga cuidado pero evitándole, al mandatario, cualquier tipo de control producto de la falta de información.
Si bien el impacto no se midió en términos electorales, la batalla a cielo abierto entre Carrió y Milei no puede no leerse como parte de la previa del año electivo. La ex diputada puede ser candidata en 2025, por la Capital Federal, dentro de un gran espacio de centro que incluya a distintas fuerzas políticas, algo todavía muy verde.
El escenario electoral para la CC
La CABA elegirá, el año próximo, senadores y diputados. La Libertad Avanza y Unión por la Patria se disputan el primer lugar, con un tercer puesto para el macrismo, en caso de ir en soledad, y un sector “progre” porteño que, para los pesimistas, podría rozar el 13% de los votos. Dentro de este espacio podría haber, de concretarse, expresiones como la UCR, la Coalición Cívica, el socialismo capitalino, el larretismo y la aliada Confianza Pública. Una candidatura para ocupar una senaduría sería arriesgado para cualquiera de esta empresa.
La Coalición Cívica no ocupa bancas en el Senado, pero sí tiene seis en la Cámara de Diputados. De ellos, sólo la banca de Paula Oliveto deberá renovarse en 2025 por la CABA. El partido necesita hacer una buena elección para no achicarse más.
En junio, la Universidad de San Andrés hizo una medición amplia, contemplando a distintos dirigentes políticos. Carrió no fue beneficiada por los números de ese estudio, arrojándole una imagen con un diferencial negativo de 39 puntos. En noviembre, Opina Argentina lanzó otro sondeo y, en este caso, la construcción de un centro político apareció como un dato interesante.
Más allá de la polarización marcada, a nivel nacional, entre el peronismo y los libertarios, en un segundo pelotón están el PRO de Mauricio Macri, el peronismo federal y la UCR con el 10, 6 y 5% respectivamente. Sin embargo, de aliarse estos dos últimos actores, la opción de centro crece hasta el 13% (dos más de lo que podrían conseguir separados), superando al PRO. De ese universo, según la encuesta, el 13% se identifica con Carrió.
En la Ciudad, la Coalición Cívica renovó autoridades y reeligió, como su presidente, a Claudio Cingolani. En el acto formal, quedaron bien claros los objetivos del partido en la CABA y su intención de participar en las elecciones 2025, porque el espacio “sigue dando pelea y defendiendo a los ciudadanos de los atropellos del poder, como lo venimos haciendo desde la creación del partido, denunciando la corrupción que se queda con el patrimonio de los argentinos y que deteriora los servicios que debe prestar el Estado”, según afirmó el titular del partido.
Trabajarán por avanzar con ficha limpia, tanto en la Ciudad como en la Nación y buscarán limitar los mandatos de los sindicalistas, dos iniciativas trabadas por la Casa Rosada. Para continuar con la diferenciación frente a la gestión mileista, cuestionaron el ajuste a los jubilados por “inadmisible”, celebraron la media sanción de la ley para prevenir la ludopatía y pidieron leyes para acompañar a las Pymes y proteger a la clase media. “Saben que cuentan con la Coalición Cívica para acompañarlos en todo tipo de iniciativas”, añadieron los dirigentes en un comunicado.
Como le sucedió a Horacio Rodríguez Larreta, de luna de miel en China, el presidente decidió confrontar con la líder de la Coalición Cívica sin que ella hiciera nada. En clave electoral, no sólo la trajo de vuelta a la discusión pública sino que le subió el precio al convertirse en una de las pocas dirigentes con las que el jefe de Estado eligió pelear abiertamente. Jugada que también podría formar parte de otra estrategia: generar muchas oposiciones que, enormemente fragmentadas, se roben votos unas a otras.
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