Rafaela hizo valer el "voto de la soja"

Parecen haber quedado en el pasado aquellos tiempos en que el kirchnerismo miraba con simpatía a Rafaela -la ciudad santafesina que fue señalada por la Presidenta Cristina Fernández como un " modelo para el país"- pues en los comicios del domingo el 48,9 % del electorado se volcó hacia Carlos Reutemann, el justicialista que dio el primer paso al costado dentro de la bancada de senadores kirchneristas.
Así, esta ciudad que cuenta con cien mil habitantes y está ubicada a 90 kilómetros al oeste de la capital provincial, reclamó a través del sufragio un viraje en la dirección política que los Kirchner impusieron y que, luego del conflicto del campo, colmó la paciencia de los rafaelinos.

Es que los cinco meses en que la guerra emprendida por el kirchnerismo contra el sector agropecuario dejaron heridas profundas en la economía de esta región agroindustrial, donde la leche y la soja son las principales producciones, y Reutemann fue el político que supo capitalizar el descontento local, ya sea porque su figura siempre causó una gran simpatía en el electorado local, o por su estilo parsimonioso, típico del hombre de campo.

A diferencia del socialista Rubén Giustinianni, un rosarino de perfil sofisticado, Reutemann se define como un miembro más de la patria agrícola-ganadera, y sus conocimientos más profundos tienen por eje los asuntos agropecuarios. Esto, sumado a su mutismo característico, finalmente genera adhesión masiva en una población conservadora, que busca referentes conocidos y previsibles con los que se identifica. De todos modos, Giustiniani tuvo una buena performance y obtuvo un 34,85%, también cosechado en su apoyo al campo.

Agustín Rossi, el candidato que representó al oficialismo nacional en estas elecciones buscando su reelección en diputados, finalizó el comicio con un porcentaje prácticamente inexistente, cosechando apenas 6.47% de las adhesiones, lo que implica 2900 votos. "Éramos más optimistas", señaló Daniel Monay, el director de campaña del derrotado jefe de bancada kirchnerista, ante la aplastante derrota.

Una muerte anunciada. Desde hace un largo tiempo el kirchnerismo viene en baja en la ciudad. Fue a fines de diciembre cuando Perfil.com informó que un sondeo encargado por el Partido Justicialista local arrojaba que el 80% de los rafaelinos repudian la gestión de la Presidenta Cristina Fernández, y una cifra de tamañas proporciones es casi imposible de revertir.

Fue por esto que el principal espadachín del kirchnerismo en la ciudad, el Intendente Omar Perotti, respondió positivamente al regreso de Carlos Reutemann al ruedo político, pues cuando el santafesino arrió velas rumbo a la reelección, el mandatario municipal dirigió la campaña del ex corredor hacia la victoria. Y su trabajo fue definitivo para lograr el triunfo, ya que el jefe de gobierno local trasladó su caudal inédito de votos -que en la última elección sumó el 49%- directamente al Senador justicialista, lo que le brindó una victoria automática en el distrito, que fue aceptada con resignación por sus rivales del Frente Progresista Cívico y Social.

Y el reutemanismo se extendió en toda la región de Rafaela, que abarca cincuenta kilómetros a la redonda y alrededor de 60 pequeños poblados donde el ex corredor sacó la mayoría, ya sea de forma ajustada u holgada, según el caso. Inclusive obtuvo la victoria en Sunchales, distrito vecino a Rafaela donde se encuentra enclavada la sede central de Sancor y que tenía a su ex-intendente, Gonzalo Toselli, como candidato a diputado por el Frente Progresista.

Reutemann, un productor de soja como los miles que aportan a la caja de las retenciones, generó la figura ideal para representar el fuerte descontento de una región cansada de los abusos del Gobierno central en los temas agropecuarios.

Por otro lado, una tormenta se veía venir para el kirchnerismo cuando durante la campaña proselitista, la recorrida de Agustín Rossi por el territorio provincial se realizó en medio de múltiples escraches ruralistas, y ya de visita en Rafaela, sólo lo salvó del repudio un inédito operativo de Gendarmería nacional en combinación con la Policía provincial, que protegió con escudos al candidato kirchnerista de los huevazos del campo.

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