El embajador en Austria es el candidato del Gobierno para conducir el mayor organismo mundial de energía atómica
Rafael Grossi aspira a convertirse en el director general del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) y tiene el respaldo del Gobierno, que hoy presentará formalmente su candidatura en la Cancillería.
Embajador argentino en Austria y diplomático de carrera, con más de 35 años de experiencia en la materia, asegura que tiene altas chances de ser elegido para suceder a Yuyika Amano, quien murió hace dos semanas. La votación, que tendrá lugar el 21 de octubre, requiere el apoyo de dos tercios de los 35 países que integran la junta rectora del organismo y el gobierno de Mauricio Macri, a través del canciller Jorge Faurie, ya inició rondas de conversaciones en el exterior para asegurarse el apoyo para Grossi. El embajador buscaba el aval formal del Poder Ejecutivo desde 2016, cuando Macri decidió, en su lugar, respaldar la candidatura de Susana Malcorra para la Secretaría General de la ONU.
Grossi asegura que la Argentina tiene un rol clave en uno de los asuntos más delicados de la política internacional. "La energía nuclear es la única de peso estratégico internacional en la cual la Argentina tiene una voz y un perfil importantes", dijo en una entrevista con LA NACION.
Faurie presentará la candidatura del embajador argentino hoy, a las 16, en el Palacio San Martín.
-¿Por qué es relevante la OIEA?
-Es uno de los organismos dentro del sistema de la ONU -aunque es autónomo- más importantes porque tiene una doble dimensión. La primera es estratégica, porque controla la no proliferación de armas nucleares, a través de inspecciones y salvaguardias. Por otro lado, es un organismo que se encarga de dar las pautas y los parámetros generales para la operación segura de las instalaciones nucleares en todo el mundo. También representa la promoción de la cooperación técnica en las diversas manifestaciones de los usos pacíficos de la energía nuclear. Es una plataforma de una importancia indudable.
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-¿Tiene chances de ser elegido?
-Creo que muchas. La Argentina es un actor internacional en materia nuclear. Es uno de los pocos países en vías de desarrollo del hemisferio sur capaz de exportar exitosamente energía nuclear. Es un país que tiene excelentes vínculos con todo el mundo, no tiene problemas de carácter estratégico con nadie y puede ser un efectivo constructor de puentes, sobre todo en temas sensibles. Además, tengo casi 40 años de experiencia en materia de no proliferación, fui director general adjunto y jefe de gabinete de la OIEA y del organismo de prohibición de armas químicas, y también fui presidente del grupo de proveedores nucleares. No se puede improvisar un candidato, se necesitan conocimientos técnicos. Nuestra región jamás ha tenido un director general de este organismo clave. En esta circunstancia histórica convergen de una manera única una serie de factores que hacen que nuestra candidatura esté generando una enorme expectativa.
-¿Cómo se beneficiaría la Argentina si usted accede a liderar el organismo?
-Estar en la cúspide de la gobernanza nuclear internacional refleja el mensaje de un país activo, que juega un papel en la escena internacional y no es un mero espectador. Así se vio en el G-20. Esto hace que su valor en el plano de los equilibrios y las valoraciones internacionales eleve el perfil de nuestro país como uno componedor y constructivo. También está la proyección tecnológica argentina. El hecho de que el país produzca un director general no es casualidad, es el mismo país que vende reactores de investigación a Egipto, Australia y Holanda, y lo sigue haciendo. Existe una implícita relevancia de la Argentina en una temática que es de importancia estratégica internacional. Me permito interpretar que esta temática es la única de peso estratégico internacional en la cual la Argentina tiene una voz y un perfil importantes.
-Esta semana estuvo reunido con Macri. ¿Qué le dijo?
-El Presidente mostró un apoyo incondicional a esta candidatura y estaba perfectamente informado acerca de las características del proceso que se abre. A través de Faurie, que es el estratega de la campaña, él mismo está desplegando todos los esfuerzos necesarios para acercarnos a todos los países para lograr el apoyo. Macri mostró un gran convencimiento de que nuestra presencia en el organismo sería un elemento más de la presencia de la Argentina en el mundo y para mí, como candidato, es el mejor respaldo.
-¿Cuál es el nivel de peligro nuclear en el mundo hoy?
-Existen situaciones de tensión innegables. Una de ellas es en la península coreana, en Corea del Norte, donde en el pasado la agencia atómica ha tenido un rol de verificación de acuerdos que se lograron y que se rompieron. Es de esperar que la agencia vuelva a jugar un papel en ese lugar. La otra es la cuestión de Irán, donde existía un acuerdo que ahora está en entredicho. Tarde o temprano se llegará a un cierto redimensionamiento de este acuerdo, que está en un estadio problemático porque Estados Unidos se retiró y el propio irán ha anunciado su voluntad de empezar a desconocer gradualmente algunas disposiciones, llevando potencialmente a una crisis, aunque no lo sabemos aún. Ahí, el organismo tiene un rol activo para morigerar.
-¿Cómo se adopta ese rol frente a la imprevisibilidad de EE.UU.?
-Más allá de las posiciones de los distintos líderes mundiales, la agencia termina siendo un actor indispensable. Ningún acuerdo es sostenible si no tiene las inspecciones de la agencia por detrás. Es letra muerta. Siempre se recurre indispensablemente a la agencia como garante.
-¿Bajo su gestión habrá un plan para blanquear la capacidad nuclear de países que no lo tienen formalizado, como Israel?
-Israel no ha confirmado ni negado la existencia de arsenal nuclear. Existe una percepción común compartida de que sí lo tiene. Más allá de eso, existen conversaciones en el tema internacional para ver de qué forma se puede avanzar hacia una distensión hacia esa región. Esa distensión incluirá, en el momento y la forma en la que se llegue y con el acuerdo de todos los países involucrados, una participación de la OIEA.
-¿Qué postura tiene sobre los efectos de la energía nuclear en el medio ambiente?
-Es un tema vastísimo, en el que existen componentes emocionales que no se corresponden con la realidad científica. La realidad es que la energía nuclear es limpia como muy pocas y contribuye de una manera innegable a la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero. Por lo tanto, implica una contribución efectiva a la protección del medio ambiente y de la consecución de las metas establecidas por los acuerdos de París.
-¿Y qué piensa acerca de los riesgos para la seguridad que conlleva el uso pacífico de la energía nuclear?
-Existen preocupaciones en relación con accidentes que han tenido lugar, como en Fukushima, en 2011. El organismo tiene un papel fundamental. Es el que establece guías y estándares aceptados de seguridad. Esto es lo que asegura que haya manejos seguros y eficientes. El problema no es la energía, sino por qué ocurre el accidente. La energía nuclear es un instrumento como cualquier otro. Es importante destacar que la agencia no es un lobby nuclear, sino que se encarga de contribuir y de garantizar los usos pacíficos.
-¿Qué rol tuvo en el hallazgo del submarino ARA San Juan?
-En aquel momento, estando en Viena y ante la noticia de la desaparición me pareció oportuno recurrir ante otro organismo, algo así como el hermano menor de la OIEA, que se dedica a verificar la no realización de ensayos nucleares. Ese organismo lo hace a través de una red internacional de monitoreo y vigilancia que consiste en gran cantidad de estaciones sísmicas y detección de radionucleidos y estaciones acústicas colocadas en el lecho marino. Me pareció que podía ser posible hacer una "peinada" de toda la miríada de datos que constantemente se reciben. El trabajo se hizo con los resultados conocidos: pocos días después encontramos, reconstruyendo una curva de sonido, que había una anomalía acústica consistente con una explosión. Se pudo determinar qué había sucedido, echando por tierra especulaciones como que el buque había sido atacado, y prácticamente se lo pudo encontrar. El submarino se halló a diez millas náuticas de donde se marcó desde Viena.
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