El arzobispo de la Arquidiócesis Luján-Mercedes cuestionó la figura de Rubén Di Monte, contradijo su propio comunicado, reconoció que el monasterio de Rodríguez dependía de la Iglesia y nombró a la ex intendenta Graciela Rosso.
Tras recorrer las instalaciones del monasterio de las Hermanas Nuestra Señora de Fátima de General Rodríguez, el arzobispo de la Arquidiócesis Luján-Mercedes, Agustín Radrizzani, brindó una entrevista al canal de noticias TN. Allí, se desdijo de su comunicado emitido apenas conocido el escándalo con el ex secretario de Obras Públicas y confesó que el convento “dependía de la Iglesia”.
Por otra parte, el máximo responsable del clérigo de nuestra ciudad dijo que “nos interesa que la cosa quede clarificada. En ese momento, cuando los perros pasaron, no había dinero. ¿Pero pudo haber habido? Pudo haber habido. En realidad no fue esa nunca la finalidad de esos pozos”.
En esa línea, sostuvo que “eso es un lugar de las tumbas, ya me lo había dicho monseñor Di Monte que él deseaba ser enterrado allí, la madre Alba también y alguna otra hermana. Eso es típico de los monasterios, en todos lados se da. Pero que hubiera cámaras de visión o de seguridad dentro de las criptas, es absoluto de la fantasía, no existe. Es un lugar donde ellos iban a ser sepultados. En algún momento tomare la decisión de llevar a monseñor Di Monte”.
“Lo que escuché esta mañana de un periodista, que no recuerdo de qué radio fue, que podía ser u olfatear dinero u olfatear un ambiente vacío que a ellos (los perros) les causó extrañeza. Entonces ellos levantan ese alfombrado. ¿Y por qué no aparecía como tumba eso? Porque es después que está en cadáver ahí, se presenta un mármol como tenemos en la Basílica de Luján como tiene Piroño. No es que se hubiese pensado eso como un depósito de dinero, de ninguna manera. Tanto él como la madre Alba siempre lo pensaron como tumba”, remarcó.
De todas formas, afirmó que Di Monte “tenía la habilidad de ser amigo del poder, no solo de Julio de Vido y de Alicia Kirchner, sino también de Carlos Menem y la última dictadura”, al tiempo que deslizó que “no sé si él tenía consciencia de los niveles altos de corrupción en los que se vivía. Él era amigo y recibía… pero no recibía paquetes de dinero por lo que me dijo la madre Alba. A menos que él recibiera y no le contaba nada a la cofundadora de las Hermanas Misioneras de Fátima”.
Además, también vinculó a la ex intendenta Graciela Rosso con Di Monte al declarar: “Cuando yo llegué a Mercedes, pregunté por qué no seguía frecuentando gente que venía y Rosso, que por cierto era atea, me dijo: ‘Porque saben con quién pueden hablar y con quién no’”.
Además, confesó “que todavía hoy existe la llaga abierta de la venta de Bariloche, que era donde los seminaristas iban a pasar las vacaciones. Una casa que se había construido con bastante modestia y se vendió a un precio muy inferior a lo que valía. Todavía hoy eso sufrir a nuestra gente, a nuestro clero”.
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