Hombres y mujeres de negocios pasaron por la cita ejecutiva más importante del año, atravesada por las elecciones dentro de dos semanas, las urgencias la economía y la discusión del mediano plazo
Por Mariano Boettner
Menos de media hora separaron al “mirá que si ellos ganan vamos a un quilombo” de Carlos Melconian y el “volvámonos a ilusionar” que fue la última frase del cierre del 59° Coloquio de IDEA, este viernes en Mar del Plata. Los dos enunciados resumieron, de una manera un poco brutal en un caso y con un llamado al optimismo, por el otro, los dos humores que sobrevolaron esta edición del principal evento empresario: la incertidumbre de hoy y las oportunidades de mañana. Las elecciones en dos semanas y los motores para el desarrollo. La pantalla del celular con la cotización del dólar y los planes de inversión. “Quilombo” e ilusión.
Fueron tres días de actividad incesante en distintos paneles temáticos en el que aparecieron palabras como hiperinflación, plan Bonex, corrupción, despilfarro, motosierra, expectativa, volatilidad, ambición, libertad, cambio y patria. Bajo esa nube de palabras se desarrolló la discusión en el escenario pero también el diálogo de pasillo. La cumbre ejecutiva estuvo marcada este año, lo que generó alguna incomodidad en la entidad organizadora, por lo que sucedió el jueves a 30 cuadras del hotel Sheraton, la sede del coloquio.
Fue el almuerzo que animó el presidente del Banco de Valores y candidato a senador por La Libertad Avanza, Juan Nápoli, parte del elenco estable del círculo rojo con presencia permanente en este tipo de eventos, con un grupo de empresarios, para escuchar a Javier Milei. Tal como el coloquio pasado, pero con mayor insistencia, reaparecieron las preguntas entre hombres mujeres de negocios sobre la viabilidad, posibilidades de concreción y, sobre todo, conveniencia de las ideas económicas con las que llegaría el libertario a la Casa Rosada, entre la dolarización y un recorte abrupto en el gasto público.
Para otros asistentes la pregunta sobre el 11 de diciembre, el día después de que llegue el próximo presidente, todavía queda lejos. Y la preocupación, más bien, tiene que ver con los 65 días de transición que restan hasta ese momento. “Esta semana dos proveedores del exterior me cortaron los insumos porque me volvieron a patear la fecha de pago de importaciones”, resoplaba un directivo industrial. Una muestra de cómo las urgencias conviven con la discusión del mediano y largo plazo.
Bullrich, fue la única presidenciable en el evento empresario
Como en cada edición en la hay elecciones presidenciales cerca, el turno electoral y sus implicancias dominan el coloquio. Algo anticlimático fue el hecho de que dos de los tres candidatos con mayores chances hayan decidido no pasar por el Sheraton. Solo lo hizo Patricia Bullrich el jueves, cosechó aplausos de pie y le quedó al otro día el escenario exclusivo para su referente Carlos Melconian, ya que ni Sergio Massa ni Milei enviaron representantes a ese panel de debate. Gabriel Rubinstein se bajó un día antes.
El viernes antes del mediodía apareció el secretario de Industria José Ignacio de Mendiguren, con una lista de empresas, participantes del coloquio, con inversión activas en la Argentina. Quería hablar con ellos e intercambiar números de la macro, y hasta se llevó un machete con consecuencias que tuvo la convertibilidad en la economía real. Ni bien había terminado de bajar los escalones al primer subsuelo donde se ubicaba el auditorio, se fundió en un abrazo con Nápoli.
El miércoles la “estrella” del evento fue Julio Velarde Flores, presidente desde hace 17 años del Banco Central de Perú, a pesar de una inestabilidad política en ese país que los llevó a tener ocho jefes de Estado en ese lapso. La asistencia le dedicó aplausos en distintas ocasiones: en especial, cuando habló de las restricciones que tiene como director de la entidad para asistir al Gobierno y de que los ahorristas deberían poder tener su plata en la moneda que quieran en el país que quieran.
Velarde fue la estrella incluso cuando el que habló pocos minutos después fue el propio presidente Alberto Fernández, que completó así asistencia perfecta en sus cuatro años de mandato que termina. Algunos asistentes se retiraron antes de que finalice su discurso, unos pocos, con risas. “El presidente vino todo su mandato, respetó al Coloquio, nunca vino a retarnos, tenemos que respetarlo nosotros también”, dijo un CEO importante cuando le relataron la escena.
El jueves la marca se la llevó Bullrich, la única candidata presente este año. Fue, con mucha diferencia, la más festejada de las participaciones en el escenario del auditorio. El juego y la picardía de los horarios de la contracumbre libertaria con Milei, a 30 cuadras de distancia, hizo que algunos CEOs y directivos salieran corriendo del Sheraton para apurar su llegada al coqueto rooftop bar. Muchos llegaron ya con el almuerzo arrancado.
Uno de los objetivos del evento fue celebrar los 40 años de democracia
El último día pasó por la discusión de gasto e impuestos. En IDEA consideran que es un terreno en el que se necesitan medidas de manera más o menos urgente. Un primer diagnóstico que hizo el Coloquio, en una exposición del economista Esteban Domecq, es que la Argentina “gasta mucho y mal y gastamos lo que no tenemos. La clave está en gastar mejor, reemplazar gasto despilfarrador por eficiente, para ayudar a la estabilidad macro y para buscar la tercera estrella”, dijo el director de Invecq.
Javier Goñi (Ledesma) hizo un balance general sobre la postura de IDEA. “El gasto público no es un problema en sí, pero la Argentina sí tiene un problema, es decir cómo gestionamos el gasto. Tenemos que resolverlo porque impacta mucho en la economía. Está claro que tenemos un problema de tamaño (del gasto) comparado con la región, no lo podemos financiar. Primero le pedimos plata al banco, despuás a los amigos hasta que no nos prestan más. Pero el Estado tiene el recurso de la maquinita y eso genera inflación, que termina afectando a los que menos tienen”, consideró.
“Como consecuencia de la notable expansión de los últimos 30 años, la Argentina gasta muchísimo más que el resto de los países de América Latina: el gasto público total fue un 42,5% superior a la media regional en 2015-2019, y estuvo solo por detrás de Brasil. A su vez, el gasto provincial argentino (17,3% del PBI) es el más alto de América Latina y triplica el promedio regional”, aseguró un documento de IDEA.
Otro panel versó sobre la presión impositiva, a la que consideraron “insostenible”, con un foco en particular: el peso que fueron ganando los tributos que comenzaron como temporales y quedaron permanentes. “Los impuestos que mantienen gran preponderancia nacieron como temporales para solventar necesidades de financiamiento momentáneas, pero nunca fueron rediscutidos y las distorsiones continuaron acumulándose. Por ejemplo, el IVA que nació con una alícuota de 13%, primero aumentó hasta 16%, luego a 18% y hoy alcanza 21 por ciento”, plantearon.
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