Un veterano del peronismo cordobés suma su experiencia para asfaltar una vía entre los gobernadores. La diputada, en la rosca nacional del 17 de noviembre.
Por Yanina Passero.
En los circuitos del justicialismo de Córdoba suenan los acordes de la nueva canción peronista de Axel Kicillof. El gobernador de Buenos Aires quiere visitar la provincia mediterránea, pero todavía estudia los términos del arrime. La noticia no sorprende al cordobesismo expresado en Martín Llaryora.
Primero, porque el contacto telefónico entre ambos es frecuente. Segundo, porque el exministro de Cristina Fernández de Kirchner empezó a caminar por fuera de los límites de su provincia. Estuvo con Ignacio Torres y Maximiliano Pullaro, sus pares de Chubut y Santa Fe, respectivamente.
La dirigencia cordobesa que habla con Kicillof ya hace correr la bola con una aclaración de relevancia: la por ahora platónica gira podría concretarse dentro del marco de un acuerdo de gestión entre las dos provincias.
La (mala) experiencia de Massa
La experiencia reciente demostró lo hostil que puede llegar a ser el cordobesismo cuando alguna figura entra sin invitación, o peor, si lo hace pateando la puerta. Sergio Massa lo experimentó en carne propia durante la campaña presidencial, cuando Juan Schiaretti y Llaryora no tuvieron pruritos en ponerle un corralito al PJ local o en buscar vaciarle la pata cordobesista al acto de cierre de la campaña nacional de Unión por la Patria.
Axel Kicillof, Raúl Jalil y Martín Llaryora, tres gobernadores con estrategias diferenciadas respecto a Javier Milei.
El exsenador Carlos Caserio estuvo en Buenos Aires para participar de la reunión del consejo partidario justicialista que terminó con la convocatoria para la renovación de autoridades para el 17 de noviembre. En ese marco, lo vieron conversando animadamente con el gobernador bonaerense.
Caserio no forma parte directa del esquema del Partido Cordobés -aunque su hija, la exlegisladora Mariana Caserio, sí-, pero habla con frecuencia con Llaryora. De hecho, le comparte información sobre la rosca nacional a la que el cordobesismo sigue sin asomar la nariz. Conocedor profundo del peronismo, oficia de consejero de la nueva camada, no tan nueva.
“No curte una bajada tradicional”, es el consejo que le dio el exvicepresidente del Banco Nación al gobernador bonaerense que muestra ambiciones más grandes.
Kicillof y Caserio quedaron en organizar un almuerzo algún sábado junto al intendente de La Plata, Julio Alak, y la ministra bonaerense Silvina Batakis. Sin duda que uno de los temas seguirá siendo Córdoba y la eventual visita que se daría, según fuentes locales, después de la elección municipal de Río Cuarto, prevista para el 23 de junio.
La selectividad de Martín Llaryora
En las mesas de café de la dirigencia peronista queda bastante claro que Llaryora quería la derrota de Kicillof el año pasado, como parte de un combo perfecto para avanzar casilleros en el peronismo nacional, zona de autoexclusión que se fijó el cordobesismo de la mano de Juan Schiaretti y José Manuel de la Sota.
El economista retuvo Buenos Aires y obligó al llaryorismo a reconocer que no hay nada que hacer contra una buena gestión, incluso en tiempos revueltos.
“Veremos a qué viene, evaluaremos en el momento”, dicen de manera obtusa en los pasillos cercanos al despacho de Llaryora al ser consultados sobre la posibilidad de organizar un evento de “gestión” con el bonaerense. Mientras, el cordobés hace la suya, concentrado en su administración, junto al intendente de la capital, Daniel Passerini.
Continuar con las #ObrasPúblicas en todo el territorio provincial es importante porque generamos trabajo y movimiento en la economía. Por eso también seguimos acompañando con más #infraestructura el crecimiento de la ciudad de #Córdoba. Con el esfuerzo de todos #SeguimosHaciendo. https://t.co/VUJTBN1I1L
— Martín Llaryora (@MartinLlaryora) May 18, 2024
Fuera de la especulación, no habría mala onda entre Llaryora y Kicillof, aunque esto no se replica con Massa. En el Panal afirman que la relación con el exministro de Economía de Alberto Fernández está terminada. Lo acusan de bancar la campaña de Adriana Nazario en Río Cuarto y de “operar” con encuestas que cuestionan su capacidad de gestión y liderazgo.
Llaryora sabe que tuvo que refugiarse en la gestión después de la alta tensión con Javier Milei, pero empieza a notar que el peronismo identificado con el genérico kirchnerista comienza a animársele al León. Estos dos factores explican la cautela mostrada.
Natalia de la Sota, ¿al PJ nacional?
Por eso no es casual que en el extodismo cordobés se empiece a deslizar la posibilidad de que Natalia de la Sota sea parte de la pelotera de nombres para el próximo esquema de autoridades del PJ a nivel nacional. Letra P accedió a esta versión de altas fuentes que conversan a diario con Máximo Kirchner.
Es un apellido de tradición que lo porta una dirigente que antepuso sus principios políticos a la bajada de línea cordobesista en el marco del debate de la ley ómnibus. En este punto, choca con los preconceptos políticos de Llaryora, que entiende que las individualidades no pueden priorizarse en detrimento de un proyecto.
De hecho, a los suyos siempre cuenta las lágrimas que echó a rodar cuando Schiaretti le pidió que apoyara en Diputados la reforma jubilatoria de 2017.
El kirchnerismo lee ese ruido, que el propio peronismo local alimenta al augurar poca cabida para De la Sota en lo que sigue.
¿Puede integrar la lista legislativa de 2025? Todo parece indicar que no está entre los nombres que suenan, en especial porque nadie puede obviar el alto perfil que tiene Alejandra Vigo. "Le intervino el PJ a Llaryora", resuena en los círculos K cordobeses.
La senadora Alejandra Vigo rearma para Juan Schiaretti 2025.
De alto perfil en el Senado, ya porotea el armado de centro de Schiaretti en el interior del país, como ocurrió en San Juan con el lanzamiento autoconvocado del exintendente Emilio Baistrocchi.
La apuesta seguirá siendo reunir al peronismo que no se siente parte de la conducción kirchnerista, pero por afuera. Llaryora entiende que ese es el camino, que necesita a su antecesor en la lista 2025 y, mientras tanto, le rehúye a la interna del PJ. Tal y como lo hicieron sus antecesores.
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