Aunque políticamente siempre acompañó a los frentes encabezados por el peronismo (FpV hasta 2015, el Frente de Todos desde 2019), nunca dejó de privilegiar su perfil profesional.
Especializado en economía agraria y financiación de proyectos, Gabriel Delgado tiene una extensa y rica carrera en el INTA, donde arrancó como extensionista a fines de los 90. LLegó al cargo de Director de Comunicación donde permaneció hasta 2013, cuando se lo convocó a ocupar, por primera vez, un cargo político, como secretario de agricultura (en la práctica, viceministro) para acompañar la gestión de Carlos Casamiquela, al frente de la cartera agropecuaria.
Delgado permaneció en el puesto hasta el fin del mandato de Cristina Kirchner, diciembre de 2015. Su destino parecía estar marcado para proseguir su carrera política de la mano de Aníbal Fernández, quien si hubiera llegado a gobernador de la provincia de Buenos Aires lo iba a colocar en un puesto clave de su gabinete. Su conocimiento del territorio bonaerense (es oriundo de Carlos Casares) lo ubicaba en un lugar privilegiado para la relación de ese eventual gobierno con los productores, sus dirigentes y la población agrícola. Pero la derrota de Fernández a manos de Maria Eugenia Vidal, en octubre de 2015, cambió los planes.
Quienes lo conocen a partir de una relación más estrecha opinan que es un hombre político pero más preocupado por ocultarlo que de estar mostrándolo. Incluso afirman que en más de una oportunidad proyectó una candidatura a intendente de Carlos Casares para algún momento futuro. Pero también señalan que en las reuniones de debate sobre políticas agropecuarias adopta posturas habitualmente moderadas.
Nunca se sintió cómodo con la confrontación entre gobierno y sectores rurales, y si tuvieran que identificarlo con un modelo de producción agraria, afirman que "estaría más cerca de la franja de la Federación Agraria de productores rurales más acomodados, que de los pequeños y medianos agricultores". Por eso, quizás, es que en entidades como Coninagro, algunas sociedades rurales de base y entre la gente del agronegocio, "lo respetan mucho".
Con esas condiciones, Delgado se convirtió en un profesional atractivo para Alberto Fernández, quien lo había puesto en la grilla de su futuro gobierno durante la campaña y los preparativos de 2019. Pero este experto formado en el INTA y muy respetado, debió ceder sus pretensiones a ser ministro de Agricultura ante otro candidato, también proveniente del INTA pero con más trayectoria política y, sobre todo, vínculo estrecho con los gobernadores, Luis Basterra.
De todos modos, Alberto Fernández lo retuvo a su lado, esperando el momento de encontrarle un lugar. Sabía que lo iba a necesitar, y ese lugar es hoy nada menos que el de interventor de Vicentín, lo cual lo impulsa al puesto clave en la jugada más audaz en materia económica practicada por el presidente de la Nación a cargo, desde el 10 de diciembre pasado.
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