El ministro de Interior dice ser parte de “la generación de la esperanza” y plantea un recambio generacional. Se encuentra en plena campaña, cuenta con el apoyo de Cristina Kirchner y es visto como quien podría lograr una fórmula de unidad junto a Sergio Massa para darle competitividad al golpeado Frente de Todos. Acercamiento a un constructor de consensos con disfluencia en el habla.
Por: Fernando Oz.
Eduardo “Wado” de Pedro aprendió a cultivar la virtud de saber cómo medir las palabras. Esa aptitud especial podría llevar al ministro de Interior a la Presidencia de un país endeudado y empobrecido. El por ahora precandidato, construyó una imagen de “dialoguista” y de “armador de consensos”, consolidó fuertes vínculos con gobernadores tanto oficialistas como opositores, con empresarios, gremios, movimientos sociales y hasta con dirigentes de sectores antagónicos al kirchnerismo.
Aunque siempre prefirió el bajo perfil, hoy Wado se encuentra en el centro de las miradas. En el kirchnerismo dicen que Cristina Fernández de Kirchner lo bendijo como candidato, también se sabe que dentro del oficialismo hay avanzadas conversaciones para que integre una fórmula de unidad junto al jefe del Palacio de Hacienda y líder del Frente Renovador, Sergio Massa. El ministro del Interior ya anunció sus intenciones presidenciales, pero también dijo que no tenía ningún inconveniente de ser vicepresidente de una lista que sea producto de un consenso.
Pero quién es Wado de Pedro, de dónde vino, qué hizo para convertirse en el hombre que puede salvar al Frente de Todos de una implosión, y a dónde va. ¿El presidenciable que mide sus palabras será la persona indicada para sacar adelante el país?
Wado y el complejo arte de saber comunicar
El candidato que mide sus palabras tiene tartamudez, una dificultad involuntaria en el dominio de la comunicación oral. Los profesionales dicen que casi el 5 % de la población mundial tiene esa alteración en la fluidez del habla, también la llaman disfluencia.
En un programa estadounidense, el millonario golfista Tiger Woods sintetizó su tartamudez de una manera inigualable: “Las palabras se me perdían en alguna parte en el camino del cerebro a la boca”. Algo similar me dijo una vez mi hijo Emir, tenía unos cinco o seis años, y trataba de explicarme cómo funcionaba su tartamudez.
Hay distintos tipos de laberintos del habla, desde la repetición de palabras monosilábicas hasta la prolongación de palabras. Una posible salida la contó durante una entrevista la premiada actriz Nicole Kidman: “Yo sufrí de tartamudez, y recuerdo a todas las personas diciéndome: ‘piensa, organiza lo que quieres decir y luego habla’”.
Quien tuvo que acomodar las palabras justas en uno de los momentos más críticos de la historia moderna de Inglaterra fue Jorge VI, que se vio obligado a dominar la disfluencia, que llevaba desde niño, en medio de la Segunda Guerra Mundial. Una memorable historia que fue llevada al cine por el aclamado director Tom Hooper a partir de un guion escrito por David Seidler: la multipremiada El discurso del Rey.
En el mundo griego, cuna de la retórica y la poética, la utilización de las palabras justas era visto como un camino virtuosidad. La oralidad ocupa más del 95% de la actividad expresiva cotidiana del hombre en la vida democrática y es la base para el ejercicio activo de su derecho de expresión, y defensa del resto de sus derechos.
Los hijos de la generación diezmada
Eduardo Wado de Pedro nació el 11 de noviembre de 1976 en Mercedes, provincia de Buenos Aires, forma parte de una clásica familia agropecuaria del interior del país. Sus padres fueron Enrique de Pedro y Lucila Révora militantes desaparecidos y asesinados durante la última dictadura cívico militar.
Su padre fue asesinado cuando Wado era un bebe de pocos meses, en abril de 1977, y su madre poco tiempo después, embarazada de 8 meses e intentando proteger a su hijo de casi dos años de la muerte. “Yo me salvé de las balas por el cuerpo de ella en la bañadera, me refugia y se me pone encima”, dijo en una nota De Pedro quien además contó que en 1996 fue a la casa de la vecina de la vivienda en donde se realizó el operativo: “Toqué el timbre y me dejó pasar a la casita del fondo, todavía está el baño con los tiros en la puerta”.
El día del asesinato y desaparición de su madre el grupo de tareas dejó a Wado al cuidado de unos vecinos y al caer la noche llegaron unos hombres que dijeron ser tíos del niño y se lo llevaron. Aún no sabe dónde estuvo secuestrado. En el informe final de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas —el valiente Nunca más—, su madre, embarazada de ocho meses, aparece como desaparecida.
Finalmente fue rescatado por sus verdaderos tíos. “Hablan con los curas de Mercedes, con los que tenían buena relación, y le piden gestiones. Los curas se mueven y logran que en enero del 79, o sea a los tres meses, llaman a un cura llamado Ángelo, desde la ruta, de un teléfono público de una estación de servicio, y le dicen que había un paquete para la familia Révora”, comentó De Pedro en una vieja entrevista. El “paquete” era él.
Fue criado por su tía Estela Révora, junto a su marido Javier Ustarroz en Mercedes, quienes lo acogieron como un integrante más de su familia y a quienes Wado considera su mamá y papá.
El kirchnerista Wado de Pedro siempre dijo que se sentía identificado con los hombres del campo, sucede que es tercera generación de productores agropecuarios -desde que su abuelo materno inició ese camino en Mercedes- y, siempre que la función pública se lo permite, mantiene a su cargo la administración de sus propios campos. Al formar parte de una familia agropecuaria, Wado aprendió desde muy chico a realizar las tareas que la vida de campo requiere. Levantarse a trabajar aun de noche, operativizar el tractor, recorrer el campo a caballo y hasta hacer “buenos salames”.
Desde que tiene uso de razón su vida está atravesada por la disfluencia en el habla, posiblemente desencadenada a partir del mismo día que murió su madre a causa de las balas disparadas por una patota del gobierno de facto. De niño, Wado sufrió bullying en la escuela, no por parte de sus compañeros, sino de los más grandes.
En palabras del propio De Pedro: “La disfluencia, por el miedo, por la exposición, por el bullying, por lo que recibís cuando sos chico, lo que recibís en la escuela, las sensaciones que te da tener que exponerte, pasar a dar lección, te deja con una capacidad mucho más amplia de escuchar que de hablar. Se te va generando una personalidad donde elegís otro rol, articular, escuchar, potenciar a otro, ser más generoso con el resto y ayudas mucho más al que ves que tiene condiciones, o muchas mejores condiciones para comunicar. Yo sé lo que es tener que pasar por una situación de discriminación o bullying y que nadie hable de vos. Ser un invisible. Creo que poder contar mi experiencia puede ayudar a otras familias”.
En distintas oportunidades contó que cuando era chico solo pedía los sabores de helados que le salían pronunciar. “Creo que toda mi vida pedí los dos mismos gustos de helado porque pensaba que eran los gustos que me salían así que toda mi vida pedí banana con chocolate. Esas cosas marcan, van generando limites, entonces lo que yo quiero trasmitirles a los chicos es, primero, la aceptación, somos como somos. Yo tartamudeo, me trabo en la primera sílaba, en la segunda, pero voy a comer el gusto que quiero. Voy a comer lo que quiero. Y el mozo tiene que esperar, el heladero tiene que esperar”.
En busca de memoria, verdad y justicia
De Pedro comenzó su militancia en la agrupación H.I.J.O.S en 1997. “No elegí ser hijo de desaparecidos, pero sí elegí militar por una Argentina sin impunidad. Siempre nos condujo la reparación, la resiliencia, el amor que nos enseñaron las Madres, con las Abuelas y los HIJOS. Ese amor queremos que les llegue a quienes tomaron la posta como los Nietos para dejar una base sólida de derechos democráticos que impida que Nunca Más se vuelva a repetir lo que pasó en el ‘76”, dijo en una entrevista.
El nuevo siglo lo encontró militando en la Unión de Empleados Judiciales de la Nación y estuvo presente durante las jornadas del 19 y 20 de diciembre de 2001, cuando el país estallaba y la policía montada avanzaba contra las protestas frente a la Casa Rosada, donde también se encontraban las Abuelas de Plaza de Mayo.
Fue por aquellos días cuando su nombre se hizo conocido. Cuatro integrantes de la Policía Federal lo subieron a un patrullero golpeándolo con brutalidad, el patrullero que lo transportaba colisionó con otro automóvil y terminó hospitalizado. “Fue un secuestro, logré salvar mi vida por la intervención de la justicia y de mis compañeros, que acudieron en mi ayuda”, había contado Wado después del susto, según relataron las crónicas periodísticas de la época.
Un kirchnerista de paladar negro
De Pedro se graduó como abogado en la Facultad de Derecho de la UBA y luego cursó una Maestría en Administración y Políticas Públicas en la Universidad de San Andrés. Su vida política dio un paso trascendental cuando construyó la organización La Cámpora, que fundó en 2004 con Máximo Kirchner, Andrés Larroque, Mayra Mendoza y Mariano Recalde. Su primer cargo político fue como vicepresidente en Aerolíneas Argentinas, puesto al que accedió tras la recuperación de la línea de bandera en 2008 por la entonces presidenta Cristina Fernández de Kirchner.
En 2011 fue electo como diputado nacional por la provincia de Buenos Aires. En la Cámara baja, De Pedro integraba las comisiones de Justicia, Juicio Político, Peticiones, Poderes y Reglamento; y a su vez, la Comisión Bicameral de Trámite Legislativo y como diputado presentó proyectos como la indemnización a las víctimas de la voladura de la fábrica de Río Tercero; la creación de un Plan Nacional para la Lucha contra la enfermedad del Alzheimer; y también dejar sin efecto la declaración sujeta a privatización de las Fábricas Militares del Estado.
Entre las iniciativas que impulsó está la regulación de la portación de armas, ampliar la licencia por paternidad, y establecer Pautas Rectoras para las Modalidades de cuidados de niños y adolescentes sin cuidados parentales, y se desempeñaba como consejero a cargo de la Comisión de Selección de Magistrados y Escuela Judicial del Consejo de la Magistratura, en representación del bloque oficialista de la Cámara de Diputados.
También tuvo rol protagónico en el Consejo de la Magistratura de la Nación, un lugar clave que le sirvió para relacionarse con diferentes integrantes del Poder Judicial. En diversos ámbitos tribunalicios lo catalogan como un “técnico en materia del derecho” y como alguien que “respeta la discreción y las diferencias en las cuestiones propias de la política”.
En febrero de 2015 dejó su banca en Diputados cuando Cristina lo designó como Secretario General de la Presidencia en reemplazo de Aníbal Fernández, que se hacía cargo de la Jefatura de Ministros.
Pocas palabras y muchos consensos
Poco a poco, Wado se fue ganando la fama de ser un hábil negociador de consensos. Armó acuerdos tanto en la Cámara de Diputados como en el justicialismo donde fue vicepresidente del PJ a nivel nacional y apoderado del partido en la provincia de Buenos Aires. En diciembre de 2015 volvió a jurar como diputado nacional y comenzó un trabajo de hormiga para acercar a sindicatos, organizaciones sociales y al líder del Frente Renovador, Sergio Massa, al Frente para la Victoria, la génesis de lo que después fue el Frente de Todos.
Su primer paso para lograr esa unidad fue en 2018 cuando le propuso a la entonces jefa del Frente Renovador, Graciela Camaño, alcanzar un acuerdo para quedarse con los dos lugares del Consejo de la Magistratura, lo que desató una fuerte polémica con Cambiemos. Luego empezó a dialogar con Massa sobre la unidad y la necesidad de acuerdos en las provincias para que el peronismo retenga todas las gobernaciones.
Allí se ganó la confianza de varios gobernadores y en especial de Alberto Fernández, quien lo sumó a su equipo y se convirtió en un hombre de estrecha cercanía al futuro jefe de Estado, a tal punto que empezó a repartir sus actividades entre el Congreso y las oficinas de la calle México.
Una de las virtudes que destacan los dirigentes peronistas más veteranos es su “capacidad para escuchar, dialogar y buscar contener a los dirigentes” y que “no se cree que se las sabe todas”. Ese reconocimiento generó recelos dentro del ala más rígida del kirchnerismo, sin embargo, Cristina Fernández de Kirchner siguió confiando en el diputado que sabía medir sus palabras con la precisión de un matemático.
Esa fama de dialoguista y su bajo perfil lo catapultó al ministerio del Interior cuando Alberto Fernández llegó a la presidencia gracias a la alianza con Cristina Fernández de Kirchner y Sergio Massa. A partir de ese momento, De Pedro comenzó a tejer consensos con los gobernadores y a caminar el país de punta a punta.
“Wado es muy particular, es un gran observador. Escucha, analiza y piensa antes de hablar, y utiliza las palabras justas. Tiene la necesidad de ser claro”, cuenta a GENTE una exdiputada que compartió con él varias horas de sesiones en la Cámara baja. “Es un hombre de consensos, se puede dialogar y cumple lo que promete”, dice un ministro de Gobierno de una provincia que supo compartir con Wado más de una “rosca política” en los pasillos del Congreso y luego en la Casa Rosada. Y un gobernador que no es del oficialismo me contó que el ministro del Interior “tiene un carácter fuerte y es seguro de sí mismo, pero tiene una capacidad especial para crear acuerdos”.
Caminando sobre las ruinas
Desde hace más de tres años, Wado viene soportando estoicamente todas las internas y las sucesivas purgas de la gestión de los Fernández. Hoy comparte junto los jefes de las carteras de Turismo, Matías Lammens, y de Ambiente, Juan Cabandié, el cuadro de mérito de los únicos ministros que sobrevivieron en sus cargos durante un Gobierno que se caracterizó por la inestabilidad de su gabinete, además de la elevada inflación y aumento de los índices de pobreza.
Marcado por su procedencia del interior del país, desde su llegada a la cartera de Interior se centró́ en acompañar a las provincias para fomentar una mayor producción y generar empleo y arraigo, bajo la consigna de que “cualquier argentino o argentina se pueda desarrollar en el lugar que nació o eligió para vivir”.
En busca de desarrollar esa matriz en las provincias y basado en la búsqueda de diálogos y acuerdos como método, en 2020 diseñó́ junto a los 23 gobernadores un Plan de Desarrollo Federal para identificar tanto los obstáculos para el desarrollo como las necesidades y potencialidades. Esa tarea lo llevó a giras por el exterior junto a mandatarios de distintas provincias y signos políticos. La primera fue en abril de 2022 a Israel, donde se conformó́ una comitiva con gobernadores radicales, del PJ y otras fuerzas que culminaron firmando meses después acuerdos con la estatal Mekorot y ya están llevando adelante planes maestros de aprovechamiento del agua.
Otro hito de gestión son las acciones junto a los gobernadores del Norte Grande. Junto a ellos, que representan distintas fuerzas, realizaron una gira a Estados Unidos y llevaron una propuesta al Banco Mundial con las obras prioritarias para cada provincia de la región. Esas negociaciones están hoy en día abiertas para otorgar financiamiento.
Semanas atrás, todas las miradas se posaron en Wado tras una entrevista que Cristina ofreció en exclusiva al programa que el periodista Pablo Duggan tiene en C5N. Allí, después de ratificar que no será candidata, la vicepresidenta manifestó su deseo de que “los hijos de la generación diezmada tomen la posta” de cara al próximo traspaso de mando presidencial.
Rápido, el candidato que mide sus palabras, se hizo cargo durante una visita a Mar del Plata: “Soy de una generación que le podemos decir ‘la generación de la esperanza’ y es bueno que la Argentina, a 40 años de la vuelta de la democracia, empiece a hacer una transición generacional en todos los ámbitos, porque el mundo cambió. Soy de una generación que está tomando protagonismo, y es bueno que empecemos hacer una transición generacional”. Pero como Wado es respetuoso, tiempista y medido, aclaró: “Estaré a disposición de lo que nuestro pueblo diga, y desde el lugar que me toque”.
El 25 de mayo, en el palco montado a espaldas de la Casa Rosada para festejar los veinte años de la asunción presidencial de Néstor Kirchner, Cristina fue la única oradora y se ocupó personalmente de que Wado y Massa estuvieran cerca de ella, juntos y dispuestos para la foto. Así lo hicieron.
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