Por: Carlos M. Reymundo Roberts. Qué bueno es volver. ¡Cómo los extrañé! A los políticos, digo. A políticos, sindicalistas, jueces, economistas... Qué paradoja: vivir sin ellos no es fácil, y con ellos, imposible. Pero vayamos a los bifes: el gran suceso del año es que por primera vez un gobierno no peronista va a terminar su mandato. Lo terminará en tiempo y forma. Bueno, en tiempo. La macana es que no sé si vamos a poder festejar este acontecimiento histórico, porque probablemente antes el Gobierno termine con todos nosotros.
La fórmula que propongo es que, mientras duremos, mientras resistamos, hagamos lo posible por disfrutar cada minuto. Yo, por ejemplo, me doy ánimo pensando en que si llego a octubre podré votar a Macri o a Cristina, a Massa o a Urtubey, a Lavagna o a Tinelli, a Espert o a Olmedo, a un Bolsonaro que se inventen las redes, a Grabois si me lo piden desde Santa Marta, a Scaloni si gana la Copa América en Brasil, a D'Onofrio (o a Gallardo, o juntos). Es impresionante el abanico de posibilidades que se nos presenta, y eso que me estaba olvidando de Scioli. Y, en caso de que el dólar siga planchado, tampoco descartaría a Nico Dujovne. Que podría lanzarse así: "El que apuesta al dólar, eventualmente, quizás, en una de esas, puede perder".
¿Se entiende cuál es la idea? Ponerle actitud a un año cuesta arriba. Como Massa, el más ingenioso, un auténtico innovador del marketing político. Sergio dejó el "tajaí", justo cuando estaba empezando a prender en la gente, y ahora en los spots lo vemos contándonos, mientras maneja su auto, no los planes que tiene para bajar la inflación, sino la lista de Spotify que va a escuchar en la ruta. "Y aunque alguno se me enoje, pondré también algo romántico de Arjona", dice. ¡Qué jugador! Gracias, Sergio, por aparecer tan amable y cercano. Lástima que tu cambio de look haya sido empañado por el tuit venenoso del politólogo Andrés Malamud: "Fenomenal el nuevo spot de Durán Barba".
Otro hit del verano fueron las sandalias con medias tres cuartos de Lavagna. A ver. Coincido en que esa foto jamás podría llegar a la tapa de ¡Hola!. Pero descalificar a don Roberto, el primero que denunció la corrupción kirchnerista en la obra pública, el primero en plantársele a Néstor, el que ordenó durante la presidencia de Duhalde la hecatombe económica (después los Kirchner se atribuirían ese mérito, uno de los tantos robos que perpetraron), descalificarlo, digo, por un outfit no del todo logrado me parece atroz. Eso sí, si don Roberto decide finalmente competir, que las fotos lo muestren de la cintura para arriba.
Esta semana, mi amiga María Eugenia Vidal decidió acatar la orden de Macri: nada de desdoblar las elecciones en la provincia. Es lógico. El verbo desdoblar rima con escapar, y eso es lo que en su entorno muchos querían: que se pusiera a salvo de la crisis económica y la caída del Presidente en las encuestas. Pero desdoblar también rima con escrachar. Y Mariú todavía se debe a su gran hacedor. A mediados de enero coincidí con ella en la mesa marplatense de Mirtha Legrand, y en una pausa le oí recitar en voz baja: "Yo desdoblo, tú desdoblas, él desdobla, todos deberíamos desdoblar". Hasta que me aclaró: "Hablo de la servilleta".
Va a ser un año intenso, qué duda cabe. La economía divide a los analistas en tres grandes grupos: los que creen que va a seguir mal, los que dicen que puede estar peor y los que no se animan a desmentirlos. En el Gobierno me dijeron: ojo, a partir del segundo trimestre puede haber sorpresas. Qué divinos: desde que asumieron no nos dejan de sorprender. Con los tres votos de la célula Torzamos el Derecho, comandada por Lorenzetti, la Corte Suprema autorizó el asalto a la Constitución de La Rioja perpetrado por el gobernador Casas al convocar a un plebiscito sobre su re-reelección, que tiene expresamente prohibida. Le atribuyen al diputado oficialista riojano Lázaro Fonzalida haber dicho después del triunfo del sí en el plebiscito con el respaldo de solo el 20% del padrón: "Los peronistas somos vivos, no somos pelotudos". Error. Esa frase está en el voto de Lorenzetti.
Mientras, Cristina sigue atenta y silenciosamente los acontecimientos en estas instancias decisivas. Tensión social, catástrofe económica, focos de violencia, derrumbe del presidente. Sí, Venezuela le preocupa muchísimo. Innumerables veces ha sido consejera de Maduro, en largas conversaciones personales y telefónicas: le recomendó ir por todo, le dijo que no dejara nunca de discursear, que se aferrara a Cuba, que pisoteara las instituciones, que denunciara al imperio, que fuera impiadosa con la oposición y con la prensa, que no cometiera el error de ir a elecciones libres. ¿Y qué hizo Maduro? Siguió los consejos al pie de la letra.
Va a ser, también, un año interesante, variado, rico. Muy político. Muy económico. Muy grieta. Y muy judicial, con nuevos capítulos de los cuadernos y con la señora desfilando por los tribunales. Los argentinos nos hemos dado esta realidad subyugante, en la que el Gobierno camina firme sobre las cenizas de sus fracasos y el peronismo, los peronismos, deambulan sin saber a dónde ir.
Conviene insistir. Un gobierno no peronista está cada vez más cerca de cumplir su mandato. Rotunda desmentida a los que dicen que no cumplió nada.
Comentá la nota