Los sistemas de salud estatal y privado viven en el ojo de la tormenta por diferentes razones, ya sea por la deficiente atención médica o las inaccesibles cuotas para acceder a determinadas prestaciones sanitarias.
Por ello, un médico jujeño diseñó un novedoso esquema que combina atención de calidad y precios accesibles para las clases más desfavorecidas.
Este médico jujeño creó un novedoso sistema de atención sanitaria orientado a los sectores sociales más vulnerables.
Jorge Gronda es un reconocido médico ginecólogo de Jujuy y director de UMANA, un sistema de salud orientado principalmente a las mujeres y su familia que no pueden acceder a prepagas y desea no ser sometida a las falencias de los hospitales estatales. En diálogo con Nicolás Attías, en MDZ Radio, Gronda explicó cómo se originó esta propuesta innovadora, sus objetivos y sus expectativas de cara al futuro.
– Contanos qué hacés
– Después de 35 años de médico, hoy termino hablando de un sistema económico que no es sostenible. El 50% de personas que acceden a pagar una obra social aceptan algo que es increíble: Pensemos en una chica de 25 años que paga durante 10 años una obra social a 3 mil pesos, son 300 mil pesos y el costo real que esa chica ha usado, por lo general, del sistema de salud no corresponde ni al 10% de eso que pagó.
Es muy complicados, porque a los médicos nos hacen hacer el juramento hipocrático y cuando salís te están esperando con un bate de golf las pre pagas. Es muy loco el tema.
Llevo 35 años de lucha, tratando de reivindicar algo de lo que es la medicina.
– Vos trabajando descubriste una problemática. ¿Cuál era?
– Primero, hice todo lo que la sociedad te obliga: tratar de ser el mejor, ir a los mejores lugares, ser gran cirujano y olvidarte de la prevención, porque el negocio de la salud te lleva por ese camino.
Vos sos un médico exitoso cuando operas un cáncer, que se podría haber prevenido con un estudio de 5 pesos, pero te preparan para operarlo y no para prevenirlo.
Yo iba por ese camino, era exitoso. En la mañana trabajaba en el hospital público con una ética y estética distinta a la que trabajaba en mi consultorio privado. Iba a las 8 al hospital y me volvía a las 10, porque es así en el ámbito estatal: el Estado hace como que paga, el médico hace como que trabaja y la gente se muere en serio.
Un día, cuando era jefe de residentes, me desperté raro e inmediatamente renuncié al hospital. Debía ser el único médico que renunciaba al hospital público.
– ¿Qué pasó ahí?
– Lo único que tenía era mi capacidad, mi capacitación y mi aprendizaje. Entonces puse un centro que trabajábamos en la mañana y en la tarde, que rompió los esquemas porque la gente no esperaba para ser atendido. Cambiamos eso y nos fue muy bien.
Yo era un chico con todos los privilegios, pero en Jujuy veíamos como las niñas colla se embarazaban a los 12 años y se morían a los 30 años por cáncer de útero, porque jamás se hicieron un pap.
Entonces, en la semana trabajaba en mi consultorio y los fines de semana me iba a trabajar con estas mujeres. Eso fue una ruptura profunda en mis creencias y convicciones. De golpe, esas mujeres iban a nuestro consultorio, donde las atendíamos bien y se ponían una bata, y eso para ellas era impagable, porque en el hospital tenían que salir desnudas por un pasillo. No era un problema de plata, era un problema de dignidad.
Pasamos de atender 30 mujeres a 100 por día, no era sustentable, porque yo no les cobraba, porque pensaba que no podían pagar. Así el sistema se me caía e íbamos camino a perderlo todo.
Cuando ellas vieron eso, empezaron a pensar cuánto era el precio justo que ellas nos podían pagar a nosotros.
¿Cuánto le paga una obra social al médico que particular te cobra hoy 500 pesos? La prepaga más cara nos paga a nosotros 120 mangos a los 3 meses y si llegas a usar una lapicera distinta para poner la fecha, te la anulan. Entonces en vez de escuchar a la paciente y su problema, pensás en no equivocarte en la orden.
– ¿Entonces?
Entonces eso es lo que pasa, una mujer paga 3 mil pesos una prepaga, ellos pagan 120 pesos la consulta y el médico para defenderse de eso, opera de más y pide estudios de más. Es la guerra contra ellos, no es una cuestión de que nos asociamos para darle salud a los socios.
– Vos le encontraste la vuelta al sistema.
– No, yo quiero jugar en las grandes ligas, quiero una organización con 10 millones de personas adheridas, porque si haces una ONG te dicen: ¡Qué bueno este tipo!, pero no cambias la realidad.
Hoy nosotros tenemos 100 mil personas adheridas al sistema, que pagan 100 pesos por año y una mujer para hacerse todos los estudios, prevención y su planificación familiar con solo abonar 300 pesos por año.
Gracias a ello hoy tenemos el sistema de salud más grande de Jujuy, incluso superior a la obra social provincial. Estamos abriendo en Salta y tenemos en Colombia desde hace 4 años con Yunus, el premio Nobel de la Paz 2006.
– ¿Cómo es la lógica de tu sistema?
– Es una lógica económica más sabia de la del capitalismo tradicional. Es un sistema de salud pensado por las mujeres “pobres”, que nos decían que no podían pagar 3 mil pesos mensuales por algo que no sabían si nos va a pasar.
Ahí descubrimos este esquema de sentido común que lo hace la gente que vive con 2 dólares por mes.
– ¿Se van a extender al país entero?
– Sí, hicimos una alianza y armamos con Enjambre, una organización de empresas sociales, el sistema Umana, que será un “Mercado Libre” de la salud.
Alguien que no tenga obra social entrará vía web a Umana y va a buscar ahí a un dentista, por ejemplo, y a su vez ese profesional deberá detallar cuánto cobra. Así transparentamos el sistema y hacemos que los médicos compitan en los precios y la atención.
Así les daremos la posibilidad a los socios de Umana que califiquen al médico. Es la única forma de democratizar la salud y que el poder lo tengan la sociedad y no los médicos.
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