En medio de la ofensiva de Sandra Arroyo Salgado, subida a una batalla por mostrar que la muerte de Alberto Nisman fue producto de un homicidio, se bajó de su equipo el perito psiquiatra Ricardo Risso, quien la semana pasada pidió por escrito que se revoque su designación.
Risso había sido nombrado por la querella para realizar una “autopsia psicológica” del fiscal fallecido. Es un estudio que apunta a la búsqueda de datos personales y sociales para hacer una aproximación (no suele ser concluyente) a los motivos de la muerte. Se basa en entrevistas a las personas más cercanas, lo que en este caso introduce una complicación, ya que algunas de ellas además de poder verse afectadas por la pérdida familiar o cercana empezaron a tener un papel sorpresivo en la causa y han sido citadas a declarar como –entre otros ejemplos– la madre, Sara Garfunkel, y la hermana, Sandra Nisman, asociadas al manejo de una cuenta de Nisman en Estados Unidos, con Diego Lagomarsino como cotitular.
Risso planteó, en el plano formal, que no es “oportuno” hacer ahora una autopsia psicológica. La fiscal Viviana Fein tampoco la había ordenado todavía porque no estaba convencida de su utilidad y porque prefirió priorizar la convocatoria a una junta médica y a un estudio criminalístico. De ambos espera poder aproximar alguna hipótesis, de suicidio o de homicidio, para saldar divergencias enormes que hay entre las conclusiones de los forenses del Cuerpo Médico de la Corte Suprema, y el informe de los peritos privados de Sandra Arroyo Salgado. Si bien este último es un análisis paralelo, no oficial y sin control de las partes, Fein le dio entidad como para convocar a una junta que salde las diferencias. Un dato clave que distancia ambas posiciones es el horario de la muerte: los peritos oficiales lo sitúan el domingo en la franja del mediodía, y los de Arroyo, el sábado entre la tarde y las ocho de la noche.
El equipo de peritos de la querella (los forenses Osvaldo Raffo y Julio Ravioli, el criminalista Daniel Salcedo y el informático Gustavo Presman) están jugados por la teoría de que a Nisman lo mataron. Risso, evidentemente, prefirió no embarcarse en ninguna conclusión anticipada. Su escrito dice que las pericias y juntas pendientes son de “enorme importancia” y no se sabe cuánto tiempo pueden demandar. Una autopsia psicológica, explica en su presentación, no es conveniente realizarla antes de los dos a seis meses de la muerte, pero tampoco después del año y medio. Plantea también que al día de hoy, además, las declaraciones de varias personas del círculo cercano del fiscal podrían carecer del “margen de confiabilidad necesario”. Se mezclan, dijo, el estado de duelo y la participación en el proceso penal mismo. “Las personas por entrevistar se hallan en plena actividad agonística, o declarando, o sospechados”, señala. La madre y la hermana tienen pendiente declarar por la cuenta en Estados Unidos. Lagomarsino está imputado por prestarle el arma sin ser legítimo usuario, mientras Arroyo Salgado apunta a implicarlo en la muerte. Entre las otras personas que lo trataban con frecuencia, está el ex jefe de operaciones de la Secretaría de Inteligencia, Antonio Stiuso, y algunos miembros de su equipo de la Unidad AMIA.
Hasta ahora pocos hablaron de la situación emocional de Nisman antes de morir. Lagomarsino dijo que hubo un tiempo en que sufría ataques de pánico que había logrado revertir con un tratamiento psicológico, que abandonó. Luego se enroló en El Arte de Vivir, la filosofía de Ravi Shankar, y volvió a tener los ataques. El fiscal les había hablado de ese problema también a las víctimas del atentado a la AMIA y a dirigentes de la DAIA. La fiscalía de Fein –dijeron allegados a la causa a este diario– todavía no sabe quién es el psicólogo que lo atendía.
Risso fue un conocido perito de la Corte. Entre sus últimas intervenciones, dictaminó que la esposa del ex gobernador Carlos Soria, Susana Freydoz, era imputable por el asesinato aunque hubiera actuado con emoción violenta. Para el caso Nisman, dijo que está dispuesto a intervenir en otro contexto pero la querella estaría pensando en algún reemplazante.
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