María Eugenia Vidal está decidida a enfrentar a las mafias, o al menos eso parece. En Cambiemos hacen gala de las amenazas que viene sufriendo la gobernadora como la demostración de la gran batalla que está dispuesta a librar. Nadie duda que hay sectores enquistados en la Bonaerense que deben ser combatidos. Sin embargo, la escalada de violencia hace pensar que puede existir relación entre las decisiones de Vidal y el crimen que se reproduce. La provincia es el tablero, y en medio de la disputa queda toda la población.
UN SINFÍN DE AMENAZAS
En febrero, luego del escándalo de la triple fuga, Vidal se mudó a una base militar de la fuerza aérea en Morón. En marzo, el intendente de La Plata Julio Garro sufrió un robo en su casa del country Grand Bell por parte de efectivos de la Bonaerense. En junio, el despacho de la gobernadora en la Casa de Gobierno fue revuelto, a pesar de que cuenta con seguridad las veinticuatro horas. A los pocos días, la vivienda en La Plata del ministro de Gobierno, Federico Salvai, también fue violada aunque no robaron nada. En agosto, un cartucho apareció en el garaje de una vivienda que le pertenece a Vidal, pero donde ella no reside. A la par de aquel mensaje mafioso, la gobernadora recibió tres llamados en donde le alertaban que la iban a matar.
Hace pocos días, el tribunal de San Martín fue incendiado y al mismo tiempo apareció un cartel que le advertía a Vidal que dejara de meterse con el narcotráfico. Esa fue la última gran amenaza que sufrió la gobernadora, la cual pone en vilo a todos los bonaerenses.
DECISIONES
Ahora bien, ¿por qué tanto ensañamiento con Vidal?.
Repasemos medidas, si es que podemos trazar una linealidad entre las decisiones de gobierno y las amenazas. En enero, luego de la triple fuga, Vidal removió a la cúpula de la Bonaerense; fue el primer gran hecho en lo que respecta a las mafias. En febrero, se conoció que el gobierno preparaba una gran reforma del Servicio Penitenciario, la cual fue presentada recién en agosto. En marzo, se redujo la cantidad de superintendencias y se planteó que las policías comunales debían pasar a la órbita de los intendentes.
María Eugenia Vidal lleva como bandera la modificación de la fuerza, pero no todos sus pasos son certeros. Fue Vidal quien designó a Pablo Bressi al frente de la policía, quien fue rechazado porElisa Carrió por, según ella, tener vínculos con el narcotráfico. Carrió y Vidal se juntaron y Bressisigue en el cargo.
Hace pocos días se hizo el anuncio más fuerte en términos políticos con respecto a las reformas policiales: un civil tendrá el control administrativo de la Bonaerense, lo cual afecta directamente el corazón de la fuerza, ya que ataca el manejo de la caja.
NO ES UN JUEGO DE NIÑOS
La Bonaerense es coloquialmente conocida como “la maldita policía”. Claro que no hay que caer en generalidades que dejen de lado a los agentes honestos, a las personalidades de la fuerza que dedican su vida a que haya paz y justicia, pero lamentablemente la policía provincial se ha ganado un mote que se remonta a su accionar en épocas de la última dictadura militar y después. Fue la Bonaerense la que está sospechada de haber secuestrado por segunda vez a Jorge Julio López, y también la que está sospechada de haber asesinado a Luciano Arruga, entre otros casos infames.
Querer desactivar negocios oscuros de la fuerza, principalmente los relacionados con el narcotráfico, es una posición más que válida. También lo es, ya en términos políticos, querer deshacerse de los altos mandos coronados por gestiones anteriores, por no saber a quién responden en verdad. El tema en cuestión es la manera de llevar a cabo las acciones.
María Eugenia Vidal tenga, quizás, las mejores intenciones, y piense sinceramente en reordenar la fuerza policial para dar más seguridad a los vecinos aplacando focos del crimen organizado. Sin embargo, mientras se ponen en práctica sus medidas los barrios cada vez están más desprotegidos. Puede ser casualidad, es cierto, o puede ser la venganza de una fuerza que actúa desde el corporativismo, que siempre se caracterizó por cuidarse las espaldas, y que no tendría problema (hablamos siempre de un sector, claro) en dejar zonas liberadas para, como se dice en la jerga, “echarle muertos” a Vidal. No es la gobernadora la única amenazada. Son todos los bonaerenses que quedan en el medio. Podríamos preguntarnos si el fin justifica los medios, y quizás lo haga, pero se requiere un gran respaldo para transformar la policía.
FUTURO E IMAGEN
Por otra parte, cabe preguntarse quiénes sucederán a todos los oficiales que pretenden ser removidos. Recordemos que el Pro armó la Metropolitana en la Ciudad de Buenos Aires con figuras que no eran precisamente premios Nobel de la Paz. El primer jefe de dicha fuerza fue Jorge “Fino” Palacios, detenido por escuchas ilegales relacionadas con la causa AMIA.
Cabe preguntarse, también, cuánto beneficia a Cambiemos la figura de víctima que tanto Vidal comoMauricio Macri ocupan cada vez que se produce una amenaza. El presidente ha recibido cientos de amenazas de bomba en la Casa Rosada, y se ha encargado de maximizar cada uno de los mensajes.
En síntesis, reformar la policía es una necesidad, pero estamos hablando de una fuerza policial poderosa, que maneja la provincia más poblada y más rica del país, y que no se dejará amedrentar fácilmente. La población, en este esquema, es carne de cañón.
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