Según datos brindados por el propio Consorcio Portuario Regional, casi un tercero de las naves registran estadías entre 2 y 24 años. La desidia, en números.
El desmanejo en el puerto marplatense no es novedad. Contaminación, abandono y desmanejos signan a uno de de los sectores más redituables desde lo económico pero cuyos frutos no parecen trasladarse al espacio utilizado y las condiciones de su mobiliario.
Según datos del 30 de enero brindados por el Consorcio Portuario Regional, órgano conducido por el ravertista Gabriel Felizia, de 159 naves distribuidas entre los espigones, astilleros y la Base Naval, 45 se hallarían en condición de inactiva, es decir, su fecha de ingreso al puerto data de forma previa al 2023 y el 2022 (buques cuyos casos pueden explicarse a partir de las temporadas de cada especie).
Dentro del listado aún figura el pesquero Magritte, cuyo traslado para desguace a al Base Naval fue anunciado con bombos y platillos en septiembre del año pasado. De seguir dicho ritmo, a razón de 6 meses por buque, se tardarían 22 años en completar las desafectaciones. Cabe recordar, que la media docena de barcos trabajados en los últimos meses dependieron de la acción de los astilleros privados, más que de la premura en el varadero, contrato que ya se había llevado 4 años sin resultados.
En la lista figuran naves con más de dos décadas, dónde destaca el SAN JUAN PRIMERO, que data de 1999. Otro de los más antiguos es el YOUNG IN Nº 33 (ARCANGEL) y el María Luisa 1° de 2005 o el San Pablo de 2006.
A la impericia de la gestión portuaria se suma la responsabilidad de las empresas, ya que según dictamina la ley, son los armadores los responsables de presentar un plan de desguace -que deben presentar a la prefectura- y pagar el costo de la desafectación, algo que buscó estimular mediante un decreto de 2021 que no surtió efecto.
Comentá la nota