Por: Jorge Fontevecchia.
“La gente no es tonta, votó sabiendo que Milei tiene una psicología especial. La gente votó a alguien con un mandato destructivo y de confrontación”, dijo Mauricio Macri sobre Javier Milei en Córdoba, la otra capital del PRO donde el expresidente está construyéndose una casa en la estancia El Terrón, a pocos minutos del aeropuerto de la capital de Córdoba, propiedad del reconocido Manuel Tagle, presidente de la Bolsa de Comercio de Córdoba, lugar donde casualmente Mauricio Macri produjo estas declaraciones que se interpretaron desde el gobierno de La Libertad Avanza más como una crítica que como un apoyo a pesar de los elogios a la determinación y a las virtudes de Milei que resaltó en la misma exposición: “Para mí, la autenticidad tiene su valor”.
Al ser Córdoba la capital del antikirchnerismo, también es donde Javier Milei obtiene uno de los mayores niveles de apoyo, y Mauricio Macri trató de ayudarlo justificando las críticas que se le hacen al Presidente con el argumento de que Milei fue así también en la campaña y no como Menem, que para ser electo prometió lo opuesto a lo que terminó haciendo. Argumento bastante parecido al de Cristina Kirchner, que por haber sido electa con la mayoría de los votos (y en primera vuelta) se arrogaba el derecho a “ir por todo” porque era lo que la gente había elegido.
Nuevamente la gente o mayoría como sinónimo de pueblo en la clásica falacia por abuso de sinécdoque tomando literalmente una parte por el todo. Supongamos que un candidato a presidente gana las elecciones proponiendo ideas anticonstitucionales y luego quisiera llevarlas a la práctica, ¿el haber sacado más votos que su contrincante le daría derecho a consumarlas? No se trata de una suposición muy lejana, el propio presidente de la Corte Suprema de Justicia, Horacio Rosatti, le advirtió al candidato Milei durante la campaña en 2023 que “no se pueden alquilar, no se pueden vender las Islas Malvinas” ni tampoco eliminar la moneda nacional, agregando: “Hay gente que tiene o quiere tener responsabilidades públicas y nunca leyó la Constitución”.
Supongamos entonces que Milei hubiera querido llevar adelante sus promesas de campaña, incluso si hasta hubiera hecho un plebiscito específico sobre cada uno de estos dos temas y los hubiera ganado por más del cincuenta por ciento, ¿le daría derecho a llevar a cabo aquello que la mayoría votó? La respuesta obvia es que no, que la mayoría no da derecho a todo, por eso existen las Constituciones, para recordar que el pueblo no son solo las mayoría circunstanciales y cambiantes, el pueblo también son las minorías igualmente circunstanciales y cambiantes.
Mauricio Macri y el PRO lo saben perfectamente porque su partido es centroderecha, o derecha en sus distintos momentos, pero siempre republicano y democrático. Hicieron muchos esfuerzos Marcos Peña y Jaime Duran Barba en un proceso de catequesis democrática (“educando al príncipe”) para borrar y hacer inverosímil el canto repetido en 2015 por la oposición: “Macri, basura, vos son la dictadura”. Probablemente al ahora ver que “Milei, con su hermana, cuatro perros y Tuitter”, sin legisladores, gobernadores e intendentes, logró disciplinar a una parte de la sociedad que a Macri se le revelaba, dude respecto de la utilidad del aprendizaje al que lo sometieron Marcos Peña y Duran Barba.
Pero se equivocaría si así pensara porque estaría repitiendo el mismo error de los liberales en economía con la última dictadura (y otras), que con tal de que se aplique un plan económico que tenga alguna orientación similar a sus ideas y que parecen resultar inaplicables en democracia, aceptan (salvando las diferencias de grado) faltas de liberalismo político.
Lo mismo sucede con las sobreactuaciones de austeridad fiscal con las que Milei busca conquistar la confianza de los mercados financieros vetando recurrentemente cualquier iniciativa del Congreso y sobreanunciando cualquier reducción de costos, haciendo gala de tener afilada su motosierra. Ese tipo de acciones generan “confianza” de corto plazo para los tenedores de deuda respecto de su posibilidad de cobro, pero, al revés, genera desconfianza de largo plazo porque cualquier inversor en actividades productivas de las que no puede salirse de un día para otro vendiendo un bono, sino que debe esperar un retorno de algunos años, considerará un riesgo que las medidas implementadas no cuenten con algún grado de consenso con la oposición. No importa cuán convencido esté Milei, quien es alguien de paso en la historia, sino cuánto están convencida la cantidad suficiente de diferentes sectores del país.
Volviendo a la vulgata que justifica el voto a Milei por sobre Massa en un balotaje porque “a un loco se lo puede curar mientras que no a un H. d. P.”, aun así, las Constituciones están precisamente para cumplir más aún su valor en situaciones como la descripta, tanto por si la opción mayoritaria fuera para elegir Guatemala o Guatepeor.
Paralelamente, no solo “la gente votó a alguien con un mandato destructivo y de confrontación”, sino también votó gobernadores y legisladores de otros partidos con mayoría superior a los de LLA casualmente para equilibrar la acción del Ejecutivo nacional con la contención de los efectos secundarios negativos de aquello mismo que apoyen.
El mejor ejemplo de que no fue elegido con ningún mandato irrestricto es que para gobernar precisa apelar a juntar un tercio de los diputados para lograr inhabilitar cualquier posible juicio político, lo que con la división del bloque radical por ahora tiene más conseguido, pero a la vez la misma división de la UCR le da a la oposición quórum propio en Diputados.
“La gente votó a alguien con un mandato destructivo”, dijo el expresidente
Y aunque hubiera sido elegido con mayoría en las dos cámaras, la Constitución dispuso que el Poder Judicial fuera vitalicio para poder ejercer un control dinámico de la política cruzando los distintos humores sociales de época y los poderes ejecutivos que fueran siendo electos.
Justificar que “Milei es así”, o “es lo que hay” aceptando acríticamente lo dado por las condiciones de posibilidad, como si la vida fuera una contante resignación a la existencia de una sola alternativa, se parece más a la cultura teológica del siglo XV en el apogeo del absolutismo como única forma de poder. Naturalizar los abusos de Milei como si se tratara de un monarca por designo divino expresado en la herencia por sangre en lugar de progreso es un regreso al Medioevo, cuando la relación del ser humano con el tiempo y la creencia de una vida más importante que la humana más allá de muerte forjaba la paciencia y la ignorancia. No hay liberalismo económico sustentable sin liberalismo político, los logros de lo primero serán consumidos por los costos del defecto de lo segundo.
¡Es la política…!
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