La prueba de amor de los gobernadores tras el Pacto de Mayo

La prueba de amor de los gobernadores tras el Pacto de Mayo

Los mandatarios provinciales firmaron, pero ahora piden fondos atrasados. Las quejas de Macri.

CARLOS CLAÁ

Periodista político

Sin demasiado entusiasmo, la mayoría de los gobernadores acompañó la rúbrica del Pacto de Mayo que soñó Javier Milei y ejecutó su hermana, Karina, en la víspera del 9 de julio. En el interior consideran que el crédito se les acabó: “Después de la firma, basta de símbolos”, protestó la vicegobernadora de Santa Fe, Gisela Scaglia. Creen que ahora es el turno del Gobierno de empezar a actuar.

Es que, salvo una minoría de díscolos, hubo 18 gobernadores que consideraron haber hecho, en este inicio de gestión, todo lo que el Presidente quería. “Le dimos la Ley Bases y firmamos el Pacto. Ya hicimos todos los deberes, ahora tienen que empezar a cumplir”, dice un ministro de una importante provincia. La presión la tiene el Gobierno central.

Camaradería.

A ninguno de los mandatarios provinciales que acompañaron a Milei en Tucumán le seducía especialmente el Pacto. Estuvieron allí por la necesidad de congraciarse con una administración que los trajo con la rienda corta durante el primer semestre: les disminuyó los fondos, retaceó la coparticipación y frenó las obras públicas, entre otras cosas.

Si algo rescataron de la fría noche tucumana es que el discurso del Presidente fue mesurado. “No hubo ataques furibundos. Ojalá empiece a bajar el tono”, evaluó el día después un mandatario provincial. Nadie está convencido de que eso suceda.  

La única crítica del Presidente hacia ellos fue por la amplia nómina de puestos de trabajo: “El 44 por ciento del gasto del Estado corresponde a las provincias y los municipios. Por cada empleado nacional hay cinco provinciales”, dijo. Y completó: “Llegar a un peso razonable de 25 puntos del PBI requiere que todos los niveles del Estado hagan su parte”.

Más allá del marketing presidencial, tras haber emulado la postal del 9 de julio de 1816, nadie espera que el Pacto tenga un efecto práctico. Los participantes coincidieron con los diez lineamientos, pero no son más que grandes expresiones de deseo, algunas ya contempladas directamente en la Constitución Nacional.

Horas después del evento, Milei le contestó por la red X a un usuario que preguntaba qué pasaría si los gobernadores no cumplen con el acuerdo: “No parece un escenario razonable dado lo esencial de dichos puntos”, dijo. Si es tan simple de llevar a cabo, ¿para qué se realizó semejante puesta en escena? Los mandatarios no saben la respuesta.

Las expectativas van en aumento en el interior. Algunos gobernadores ya firmaron un entendimiento para que Nación retome las obras públicas paralizadas, otros esperan con ansias el retorno de Ganancias mientras observan con atención qué pasará con el Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones, que rige desde la sanción de la Ley Bases. El interés es puramente económico.

Eso explica la presencia de Gerardo Zamora en la firma del Pacto. El santiagueño, a quien se lo incluía dentro del bloque opositor que no avalaría a Milei, debió justificar su presencia en Tucumán. “El rumbo económico está complicado y desde mi provincia preferimos construir”, sentenció.

Díscolos.

Del otro lado quedaron los que, con aviso previo, no firmaron el acta. Con Axel Kicillof a la cabeza, un bloque de seis gobernadores se ausentó en Tucumán. A ellos, el Presidente les dedicó algunos pasajes de su discurso. Les dijo “obstinados” y aseguró que “tienen miedo o vergüenza” de participar.

En ese grupo, Milei agregó a los ex presidentes que declinaron la invitación especial, como Cristina Kirchner y Alberto Fernández. “Sus anteojeras ideológicas los hacen desconocer la raíz del fracaso argentino”, dijo. Y agregó que, entre los ausentes, se encuentren los que “han intentando e intentan cotidianamente boicotear a este gobierno y conspiran para que fracase”.

“No cuenten conmigo sólo para la foto”, había avisado previamente Kicillof. Ese 9 de julio tuiteó: “El único pacto que aceptamos es el que garantiza los derechos y el bienestar de los bonaerenses”.

No fue el único que respondió. El pampeano Sergio Ziliotto resumió: “Existe un pacto: es la Constitución y hay que cumplirla”. El mandatario dijo, además, que ni siquiera recibió la invitación del Gobierno central. “Un pacto es producto de un acuerdo. Acá no hubo ninguno”, protestó otro de los ausentes, el riojano Ricardo Quintela. Y Gustavo Melella, de Tierra del Fuego, indicó: “Era como firmar títulos vacíos”. Fiel a su estilo, el formoseño Gildo Insfrán no se refirió al asunto.

El sexto ausente fue Claudio Vidal, de Santa Cruz, aunque en su caso avisó que no asistiría por la ola polar que atravesaba su provincia. “No es tiempo de fiestas”, explicó luego.

Entre las provincias díscolas se encuentran las tres más castigadas por el reparto de fondos discrecionales del Gobierno. De acuerdo a un informe de la Oficina de Presupuestos del Gobierno del primer cuatrimestre del año, a La Rioja le redujeron el 97 por ciento las transferencias no automáticas. El segundo y tercer lugar es para La Pampa y Formosa, ambas con 94 por ciento menos que el mismo período del 2023. Eso explica la furiosa reacción de los gobernadores.

Pero a los concurrentes tampoco los unió la simpatía por Milei, sino la necesidad de empezar a sacar la cabeza del agua. Ahora, cada uno de los gobernadores le empezará a pedir al Gobierno que cumpla con su parte del acuerdo: el peligro es que la respuesta de Casa Rosada no sea satisfactoria o demore más de lo que están dispuestos a esperar. El riesgo para el Presidente es que la paciencia de los mandatarios provinciales se haya agotado en Tucumán.

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