Una diputada elaboró una iniciativa para desalentar la contratación de chicas que sólo exhiban su físico en eventos organizados por el sector público. A la par, trabaja en una normativa para dar un marco legal a la actividad.
Una escuela de modelos, una agencia publicitaria y hasta una red de trata y explotación sexual. Todas esas alternativas son asociadas al trabajo que realizan cientos de chicas en la provincia en eventos de distinta naturaleza: el de promotoras. Más allá de prejuicios, mitos y realidades, lo cierto es que se trata de un oficio no regulado en el que las jóvenes quedan a expensas de la seriedad de quienes las contratan y están expuestas, como mínimo, a atravesar situaciones complicadas.
Hay en Paraná "no más de cuatro o cinco agencias serias" afirma el responsable de las contrataciones de una de las empresas más importantes de la ciudad, que recurre habitualmente a este tipo de servicios para promocionar sus productos.
"La buena presencia de las chicas por supuesto que es relevante, pero también nos interesa que estén capacitadas para difundir correctamente nuestros productos, para evacuar dudas del público y, en caso de que se requiera, para vincular a los interesados con alguien del área correspondiente de nuestra empresa", cuenta.
Las chicas son en su mayoría modelos y estudiantes. Habitualmente trabajan junto a un coordinador. Antes del evento, reciben una suerte de capacitación, en la que se les explica puntualmente de qué se trata el trabajo y cuáles son los productos que van a difundir en determinado evento.
Hay escuelas de modelos que sirven de nexo a la hora de contratar promotoras, ofreciendo a las jóvenes que allí se forman. También hay agencias publicitarias que montan stands, hacen publicidad en la vía pública y, entre otros servicios, brindan la contratación de promotoras. A las empresas les cobran en promedio 300 pesos por hora por chica, y las trabajadoras reciben entre 100 y 200 pesos por la labor. La diferencia queda para la agencia, que es la que se ocupa de la ART, los impuestos y demás cuestiones legales.
ExperienciasAnalía tiene 23 años, estudia arquitectura en Santa Fe, vive con los padres y para costear sus gastos desde hace tres años que trabaja como modelo en desfiles y haciendo fotos y como promotora en distintos eventos. "En general, he tenido buenas experiencias, pero también pasé malos momentos", cuenta.
La joven hace años que trabaja en las carreras de TC que se corren en Entre Ríos y ha viajado incluso a otros puntos del país. "Somos un grupo de chicas que siempre vamos a las carreras con la misma empresa y jamás tuvimos un problema. Nos dan en promedio 1.500 pesos por el fin de semana y tenemos alojamiento, comida y todos los gastos pagos", indica.
En uno de sus últimos trabajos, en una de las fiestas más importantes de la región, Analía sí pasó un mal rato. "Por primera vez trabajé para una empresa de Buenos Aires y no me fue bien. Alguien que evidentemente no conocía cómo era la fiesta, ideó una modalidad de trabajo que no sirvió para nada y provocó problemas. Además, nos quisieron hacer quedar una hora más de lo que habíamos firmado en el contrato. Muchas decidimos irnos", recuerda.
El trabajo fue para una empresa de cigarrillos y la promoción consistía en que las chicas, vestidas con poca ropa, pasearan entre un público multitudinario entre el que circulaba mucho alcohol, pretendiendo que las personas les cambiaran sus propios atados de cigarrillos por unos de la marca en cuestión.
"Nos esmeramos, pero la verdad es que era imposible. Los pibes nos decían de todo, se nos tiraban encima y, para peor, el coordinador insistía con que hiciéramos lo acordado. Se generó una situación tensa que empeoró a las 5 de la mañana, ya que la fiesta se extendió y el coordinador pretendía que nos quedáramos más tiempo del pactado. No pienso trabajar más con esa agencia", asegura la joven.
Instan a desalentarA la diputada provincial Rosario Romero le preocupa el tema. Recientemente logró que se aprobara en el recinto un proyecto de resolución a través del cual se insta al Estado provincial a desalentar la contratación de promotoras cuando el trabajo consiste solamente en que las chicas exhiban el físico.
"Con esta iniciativa esperamos llegar también al sector privado. Vemos a las chicas en los eventos realizando un trabajo poco digno, ya que lejos de promocionar un producto o servicio, presentarlo, hacer conocer sus virtudes al público, lo que se observa es que la única labor que realizan es exhibir su cuerpo con atuendos llamativos, paradas sonrientes al lado de un cartel o un deportista, en una tarea absolutamente desprovista de cualquier conocimiento sobre lo que se promueve", hizo notar la legisladora. Para Romero, aunque muchos no lo registren de esa manera, la situación constituye "una agresión y un uso grosero del cuerpo de las chicas". Por eso, considera necesario no propiciar "la naturalización de roles estereotipados que colocan a la mujer como un ser sin pensamiento y sin capacidad de promover un producto o evento a través de la palabra y el conocimiento".
"Somos conscientes de la necesidad de trabajo de muchas mujeres jóvenes que ven en las promociones una oportunidad de procurar ingresos. Como está claro que ser promotor de un producto es algo más que belleza y simpatía, es necesario sostener, desde todos los ámbitos del Estado, que promover es convencer, argumentar, asesorar, todas tareas que las jóvenes pueden realizar si reciben la información adecuada. Es necesario que se las sustraiga, para eso, de esa posición de objetos de exhibición para transformarlas en sujetos, capaces de desarrollar dignamente la actividad", propuso Romero, con la adhesión de las firmas de sus pares oficialistas Laura Stratta, Leticia Angerosa, Emilce Pross y Estela Almirón, de la radical Felicitas Rodríguez y de los socialistas María Emma Bargagna y Lisandro Viale.
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