Dentro de siete semanas, el 12 de abril, las Paso salteñas inaugurarán el año electoral. A los protagonistas nacionales les interesa mucho ese puntapié inicial, pero las elecciones en la provincia son una pulseada de tenor local, con dos protagonistas centrales: Juan Carlos Romero y Juan Manuel Urtubey, sin patrocinantes. Aquí se juega el futuro de la Patria chica.
Dos proyectos en pugna
No se trata solo de nombres o de experiencias de gobierno. Está claro que confrontan dos percepciones diferentes del futuro regional.
Romero y Alfredo Olmedo ya definieron algunos lineamientos: un programa para el desarrollo rural de los departamentos más castigados por el desempleo y la pobreza, un plan de urbanización en toda la provincia, que incluye la modernización de edificios escolares y centros de salud para asegurar la contención social, modernización del sistema de seguridad y una reafirmación de los derechos de la provincia ante la Nación para reclamar las deudas por coparticipación y por el deterioro de la actividad hidrocarburífera registrados en los últimos años.
La fórmula encabeza una coalición amplia (PPS, PRS disidentes, Partido Conservador Popular, PRO, y otros, con apoyos sindicales y sociales), unida por un programa electoral cuyo capítulo preponderante define una ambiciosa reforma institucional con tres ejes: límites a la reelección, nuevas reglas electorales para mejorar la relación entre votos y bancas, y garantías de independencia para los jueces y fiscales.
El modelo vigente
Urtubey, aliado con Miguel Isa, se propone demostrar que en Salta no habrá "fin de ciclo" y, por lo que exponen sus discursos y la profusa cartelería, el "yo elijo seguir" del gobernador supone mantener la línea de los últimos siete años.
El único cambio aparente sería el reemplazo de su acompañante, con Andrés Zottos resignado a una banca de senador.
La estrategia, que Urtubey reiteró en sus últimas apariciones, consistiría en no cambiar el perfil de su gabinete ni el vínculo con los intendentes, y en no aplicar el presupuesto provincial en obras de infraestructura.
La elección pondrá a prueba el "modelo inclusivo" que forma parte de su iconografía.
Un modelo, por cierto, al que los funcionarios de todos los niveles defienden disciplinadamente y es el emblema de la gestión.
Fortalezas y debilidades
Afrontar una elección desde el poder del Estado tiene la ventaja de contar con más recursos que los oponentes, condicionar a la estructura de intendentes y ministros y de utilizar la publicidad de los actos de gobierno - reales o ficticios - en la campaña.
En contra está el desgaste propio de la función pública.
Isa encarna una historia de once años en la ciudad; el precandidato a vicegobernador asumió como intendente cuando culminaba una vertiginosa transformación urbanística, cultural, vial y de transporte, que se frenó e ingresó a un pronunciado estancamiento que la ciudadanía cuestiona.
El diagnóstico sobre la ciudad que entregará a su sucesor es poco halageño: al mal estado de las calles y la falta de limpieza en el centro se suman miles de viviendas sin acceso a los servicios esenciales. La ausencia de un plan de desarrollo se traduce en falta de sintonía entre los permisos de edificación y la disponibilidad de agua y de red cloacal.
Para Urtubey, el momento no parece el más propicio. En las últimas semanas, la imagen nacional de Salta se vio estigmatizada en primer lugar por la desnutrición infantil entre las comunidades originarias. La de este verano fue la segunda crisis nutricional en cuatro años. El impacto mediático de la crisis se verificó en un espacio especialmente sensible para el gobierno de Juan Manuel Urtubey. El líder del grupo puertorriqueño Calle 13, René Pérez, encabezó el jueves un multitudinario recital en el Centro de Convenciones, en cuyo transcurso hizo subir al escenario a una mujer wichi, quien se quejó de la desnutrición, el abandono y la falta de trabajo en la región chaqueña. Pérez se fue reclamando vía twitter "soberanía alimentaria" para Salta y posibilidades de desarrollo agrícola para las comunidades originarias. "Un niño aborigen tiene tres veces más posibilidades de sufrir desnutrición que los otros niños", dijo René, en medio de los silbidos de la concurrencia del Personal Fest.
Nadie descarta que el temor a una repetición de la silbatina de esa noche haya motivado la suspensión del desfile del 20 de febrero que debía realizarse doce horas más tardes. Porque, es evidente, la llovizna fue pretexto.
Sin embargo, Urtubey puede invocar a su favor la creación del Ministerio de la Primera Edad, en diciembre pasado.
A la desnutrición se suma la ola de casos de violencia de género, que forman parte de una realidad social compleja para la que el estado no encuentra solución y que repercuten con fuerza a nivel nacional. También en este punto, Urtubey acredita la declaración provincial de emergencia.
En ese contexto, el escándalo protagonizado por el ex intendente de El Bordo Juan Rosario Mazzone cobró notoriedad a nivel nacional y el gobierno provincial no logró tomar distancia del episodio.
De ese modo, en la elección contrastan dos miradas divergentes sobre el futuro de la provincia. El futuro, por cierto, dependerá en parte de la evolución del país a partir de diciembre, pero sobre todo de la voluntad de los que gobiernen Salta.
Comentá la nota