La Procuración General del Superior Tribunal de Justicia (STJ) ordenó esta mañana a la Fiscalía de Villaguay la apertura de una causa contra el cura Marcelino Moya, por el delito de “corrupción de menores agravado”, después de la publicación de la revista ANÁLISIS.
La información fue confirmada por el propio procurador Jorge Amílcar García a este sitio periodístico, quien consideró “muy grave” el caso revelado por la publicación, por lo cual dispuso la mencionada medida.
La noticia provocó la obvia conmoción en Villaguay, como así también en Seguí –donde el cura es el párroco del pueblo-, Victoria y en Paraná, ya que es un personaje muy conocido por sus payadas en diferentes puntos del país y de buena inserción en los medios de comunicación.De ANÁLISIS DIGITAL
Horas después de la denuncia periodística formulada en la edición de hoy de la revista ANÁLISIS, el procurador general del Superior Tribunal de Justicia (STJ), Jorge Amílcar García, ordenó que se abra una causa por “corrupción agravada de menores” contra el cura Marcelino Moya. La orden se la impartió a la fiscal Nadia Benedetti, de la ciudad de Villaguay, en virtud de que las dos víctimas que hablan de los abusos cometidos por el sacerdote indican que los hechos fueron cometidos en dicha localidad, entre 1994 y 1996.
La revista publicó hoy un informe de seis páginas donde se revelan cómo fueron los abusos cometidos por el cura Marcelino Moya, en su paso por la ciudad de Villaguay, donde fue vicario parroquial y también capellán del destacamento del Ejército Argentino. Dos de sus víctimas relataron los hechos registrados entre 1994 y 1996, en habitaciones de la Parroquia o bien en viajes que se hacían a Paraná Campaña. Moya está destinado en la ciudad de Seguí y es conocido como el “cura gaucho y payador”.
El sacerdote llegó a la ciudad de Villaguay a principios de 1993, con no más de 26 años y enseguida se fue ganando la amistad de niños, jóvenes y mayores. Se ordenó en diciembre de 1992 en el Seminario de Paraná; antes estuvo como diácono en la ciudad de Viale y en Villaguay hizo el primer bautismo el 6 de febrero del ‘93. En ese entonces, monseñor Estanislao Esteban Karlic era el arzobispo de Paraná y uno de los jefes del Episcopado Argentino.
Sus movimientos en la parroquia Santa Rosa de Lima de la ciudad del centro de la provincia fueron rápidamente ganando adeptos. En especial, de los jóvenes, a los que se pasaba acariciando, pellizcando en la mejilla o tirándoles suavamente el pelo. El cura Marcelino Moya, de él se trata, oriundo de María Grande, proveniente de una familia muy humilde, conocía la historia de vida de cada uno de los pibes y sabía detectar perfectamente quiénes estaban con problemas familiares o personales, en virtud de ese paso de la pubertad a la adolescencia, donde todo se va descubriendo y en especial la cuestión sexual. Esa vulnerabilidad era determinante para su accionar, ya sea en ese ámbito cerrado que era su habitación en la Parroquia de Villaguay, en los viajes que organizaba o en las visitas que hacía con los chicos al balneario de la zona.
Situaciones similares se observaban semana a semana, en dicho período, en su habitación parroquial, con soldados voluntarios que se incorporaban al Regimiento de Infantería Mecanizado 5 General Félix De Olazábal, con sede en Villaguay, que ingresan a los 18 años y es el escalón inicial en la carrera de suboficiales del Ejército Argentino.
A partir de la directiva expresa del procurador general García, la fiscal Benedetti tendrá que iniciar la causa y comenzar con la adopción de diferentes medidas para avanzar en el expediente por “corrupción agravada de menores” por el rol que tenía el cura, asignado en la Parroquia de Villaguay y por los hechos reiterados. Una de las víctimas confesó a la revista ANÁLISIS que fue abusado durante casi dos años y por lo menos dos veces por semana.
Comentá la nota