Cerca de 450 toneladas de residuos domiciliarios se desechan cada 24 horas solo en la ciudad de Resistencia. Esa cifra es la que consta en la medida cautelar que presentó la Defensoría del Pueblo del Chaco ante la Justicia para solicitar una declaración de emergencia ambiental y un plan de gestión ambiental e higiene urbana con el objetivo de hacer frente la gran acumulación de desechos que se produjo en los últimos días de la gestión saliente del municipio capitalino.
La generación de residuos urbanos es uno de los problemas más serios que afectan a las sociedades modernas. La cultura del descarte, enmarcada en un modelo de hiperconsumo, lleva a la mayoría de las personas a usar y tirar todo tipo de productos. Si bien los procedimientos de reciclado y separación de materiales son conocidos por la mayoría de la ciudadanía, todavía son muy pocos los vecinos que toman en serio la necesidad de reducir el impacto ambiental de la basura. Tampoco ayuda la falta de políticas públicas que, en esta materia, se transforme en una verdadera política de Estado, es decir, que muestre continuidad en la gestión de los residuos, independientemente del gobierno de turno.
Es que la gestión inadecuada de los residuos en las grandes ciudades potencia el problema de las sustancias peligrosas y contaminantes que tienen un alto impacto negativo en el ambiente. Se puede citar el ejemplo de los plásticos que son uno de los grandes problemas a resolver. Por tratarse de un material barato, duradero y flexible, los plásticos están presentes en prácticamente todos los hogares, ya que cada vez más productos lo utilizan como envase. Por supuesto que no es una cuestión que solo afecta a los chaqueños. Según la ONU, en todo el mundo 46% de los residuos plásticos se deposita en predios municipales, mientras que 22% se gestiona de manera inadecuada y se convierte en basura.
Por su parte, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) estima que alrededor de 140 millones de toneladas de residuos plásticos contaminan actualmente ríos, lagos y mares en distintas regiones del planeta. Si bien en muchos países, incluidos la Argentina, existen normas que ponen límites al uso de bolsas de plástico en comercios y supermercados, las organizaciones ambientalistas advierten que se requieren más medidas para reducir la contaminación por plástico a niveles aceptables.
Vale recordar que, a nivel local, el Instituto de Ictiología del Nordeste, que depende de la Facultad de Ciencias Veterinarias de la UNNE, confirmó -en un audiovisual producido por esa casa de estudios- que algunos peces como el surubí o el dorado pueden poseer más partículas de plástico en su carne que otros. Según el investigador de esa casa de estudios, Sebastián Sánchez, es probable que un surubí adulto que vive en el Paraná, que tenga un peso de entre 20 y 30 kilos y que se alimentó de sábalos, haya incorporado micropartículas de plástico que comieron estos últimos.
Es importante, entonces, sumar esfuerzos para reducir la cantidad de residuos que se generan en los grandes centros urbanos. Una alternativa podría ser promover campañas para reducir el consumo de productos descartables, promover la reutilización de objetos y alentar la separación adecuada de los residuos para su posterior reciclaje. Al mismo tiempo, se debe reflexionar sobre la necesidad de consumir de manera más responsable, eligiendo productos que sean sostenibles y que no dañen el ambiente.
En este contexto es necesario retomar el concepto de economía circular como una propuesta para hacer frente a este grave problema. La idea es que una gran parte de lo que se transforma en residuo sea reinsertado en el sistema productivo, partiendo de aquello que señala que, en rigor, en la naturaleza no existe el concepto de residuo, tal como lo entendemos los seres humanos, ya que en ella nada se desperdicia. En efecto, en la naturaleza lo que es un "residuo" para una determinada especie, puede perfectamente ser un insumo para otra.
La ciudadanía debe tomar conciencia de la importancia de construir, con todos los sectores de la comunidad, una economía circular, promoviendo una mayor sensibilización frente al problema que generan los residuos urbanos y el daño que producen en el ambiente.
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