Jéssica Albiach lidera, con Xavier Domènech y Elisenda Alamany, la candidatura conjunta del partido de Ada Colau y de Podemos. La alianza se mantiene al margen de la polarización a favor o en contra de la independencia.Por Flor Ragucci
Desde Barcelona
Van a contrarreloj. La imposición de urnas mediante el artículo 155 que el Ejecutivo central usó para intervenir el autogobierno de Cataluña puso a todas las fuerzas políticas en una carrera precipitada hacia la Generalitat. En plena campaña, con la lengua afuera pero todavía con mucho empuje, Jéssica Albiach, la número tres de la lista de Catalunya en Comú-Podem, confluencia bajo la que se presentan juntos los partidos de Ada Colau y Pablo Iglesias, se tomó unos instantes para responder a PáginaI12 en Barcelona sobre los interrogantes que marcan estos comicios excepcionales y, posiblemente, decisivos para el futuro de Cataluña y España.
–Otra vez las elecciones autonómicas catalanas se plantean como un plebiscito entre independencia sí o no. ¿Ya no es posible pensar la realidad de Cataluña en otros términos?
–Nosotros, precisamente, defendemos la impugnación de los dos bloques, el de la DUI (Declaración Unilateral de la Independencia) y la del (artículo) 155. Con esta convicción sincera hemos sido capaces de hacer emerger un tercer espacio que abre la posibilidad de disputar estas elecciones al independentismo y al inmovilismo. De hecho, nosotros vemos el 21-D como un plebiscito entre el cambio y que todo siga igual, la gente común y las élites, lo nuevo y lo viejo; la realidad de los irresponsables que nos han traído a este callejón sin salida y la de los que queremos construir y hacer avanzar a Cataluña.
–Ada Colau fue duramente criticada por no posicionarse ni a favor ni en contra de la secesión, sino en defensa de un referéndum acordado, postura que ahora su coalición lleva a la campaña para el 21-D. ¿Cree que hay cabida para una opción intermedia en una Cataluña tan polarizada?
–Las últimas declaraciones de los miembros del Gobierno de JxSí (la coalición entre Esquerra Republicana y el partido de Carles Puigdemont, PDECat) sobre la improvisación en el aterrizaje de emergencia de su hoja de ruta han abierto un horizonte discursivo que hasta ahora parecía blindado en el ámbito catalán desde el marco “la España irreformable”. Nosotros entendemos que la España del Partido Popular (PP) es irreformable pero que, fuera del PP, hay otra España con la que conectamos la idea de cambio, idea de la cual precisamente Cataluña es el motor porque históricamente ha sido vanguardia de la transformación democrática.
–¿Qué puntos comparte Catalunya en Comú con los partidos independentistas?
–Compartimos con ERC (Esquerra Republicana) o la CUP el poner en el centro una agenda constituyente. En Cataluña no hay una mayoría a favor de la vía unilateral, pero sí del cambio. Este ha sido siempre el error de JxSí y nosotros demostramos con las políticas que estamos llevando a cabo desde el Ayuntamiento de Barcelona, que no hay que esperar a ningún día D para comenzar a recuperar soberanías y derechos. Frente a los que prometían independencia y han acabado sirviendo en bandeja nuestras instituciones y ante los que están pactando en Madrid más recentralización, nosotros priorizamos en Barcelona la lucha contra la corrupción, el acceso prioritario a la vivienda, la municipalización de servicios públicos o la desprivatización de la educación, es decir, la agenda social. La irresponsabilidad de algunos no puede ser la frustración de todos.
–¿Y con el bloque constitucionalista (Partido Popular, Socialistas y Ciudadanos)?
–No tenemos nada en común con el PP ni con C’s. Estos partidos son responsables de la actual situación e impugnamos su manera de no hacer política, ya que su solución al problema entre Cataluña y España ha sido la judicialización, la represión y las prisiones.
Con quien podríamos haber coincidido en muchos aspectos es con el PSC (Partido Socialista de Cataluña) pero nos pone sinceramente mal su cambio de rumbo: de un espacio referencial del catalanismo popular a la sucursal del PSOE que sustenta a Rajoy. Pedro Sánchez se presentó a las primarias diciendo que echaría el PP y después declaró que no apoyaría la aplicación del 155. Hoy tenemos Rajoy y 155. De hecho, si hoy en día todavía no ha habido un referéndum acordado en Cataluña es porque el PSOE en el Congreso sigue apoyando a Rajoy.
–Tras la ruptura del acuerdo de gobierno en Barcelona con el PSC por su apoyo al artículo 155, ¿se presentan más probables futuros pactos con Esquerra Republicana o la CUP? Y, en ese caso, ¿la independencia unilateral podría ser negociable?
–Nosotros somos la garantía del fin de la vía de la DUI y de volver a hacer políticas a favor de la gente y no haremos ningún acuerdo de gobierno con nadie que no renuncie a esta vía ni que quiera repetir los recortes y medidas económicas que nos han llevado a la situación actual.
–¿Está más lejos la posibilidad de que la independencia unilateral se materialice?
–Cataluña se merece un pacto que incluya un referéndum porque debe decidir qué futuro político quiere tener en relación con es Estado español. Nosotros somos la garantía para conseguir el referéndum pactado y no será fácil, claro, pero la independencia unilateral tampoco ha funcionado y actualmente no es la opción mayoritaria de la ciudadanía catalana.
–Antes de que la reacción explícitamente represiva del gobierno de Mariano Rajoy se desatara durante estos últimos meses, ¿en qué aspectos de la realidad catalana se podía sentir la opresión del Poder central?
–Antes del 155, más que opresión, el gobierno central ha actuado de forma centralista y ejerciendo una presión anti-autonómica, con tics antidemocráticos en referencia a la separación de poderes. Le pondré algunos ejemplos: el gobierno central ha llevado muchas leyes de competencia propiamente catalana al Tribunal Constitucional para frenar su aplicación sin respetar nuestra jurisdicción.
–¿La solución del problema territorial español pasa por una reforma constitucional?
–El estado español está compuesto por diferentes naciones milenarias, con su idioma, tradiciones, fueros y costumbres. La solución ha de pasar, entonces, por el reconocimiento pleno a que cada cual se autogobierne como decida. Personalmente, soy confederalista, entendiendo que sólo el Estado podrá ser viable desde el respeto a los anhelos de estas comunidades y compartiendo, eso sí, algunas políticas que entre todos decidamos para una mayor viabilidad del proyecto común. Para conseguir esto, efectivamente, necesitamos una reforma constitucional profunda y, volviendo a Cataluña, un referéndum acordado entre el gobierno de la Generalitat y el del Estado.
–¿Cómo valora el papel de Europa en el conflicto?
– El actual gobierno de la comisión europea es el PP Europeo, con muchos cargos del PP español en sitios estratégicos del mandato comunitario. Teniendo esta radiografía de la realidad, comprenderá que no estemos muy contentos con que el presidente ultraconservador Jean-Claude Juncker haya dado un apoyo sin fisuras al partido más corrupto de Europa, el PP español, y a su presidente, Mariano Rajoy, con su política represiva en el conflicto con Cataluña. Por otra parte, nosotros hace mucho tiempo que estamos en Europa para cambiarla a través del grupo europeo de los Verdes/ALE. Con Ernest Urtasun a la cabeza estamos trabajando intensamente para seguir consiguiendo apoyos internacionales a favor de una solución política, pactada.
–¿Cuál cree que es el impacto económico del millar de empresas que mudaron su sede fiscal de Cataluña en los últimos meses? ¿Es sostenible una Cataluña fuera de España?
–El dinero quiere certezas y la economía sigue estando por encima de la política. Dicho esto, claro que preocupa que empresas con una larga vinculación en Cataluña hayan decidido trasladar su sede social. Esta es una de las muchas razones por las que llamamos irresponsables a los dos bloques que nos han traído aquí. Pero también es un hecho que Cataluña ya es una de las regiones más ricas del sur de Europa, con un tejido empresarial cuyo 98% está compuesto por PIMES y autónomos. Cataluña es viable económicamente tanto perteneciendo al Estado español como de forma independiente.
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