El electo gobernador bonaerense planea un esquema con menos ministerios y puntea nombres con injerencia exclusiva. Se reúne esta semana con Vidal y dialoga con Baradel sobre la paritaria madre.
Por LEANDRO RENOU.
Tras meses de reserva y cautela, el gobernador electo de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, se sentó a darle forma al gabinete que lo acompañará en la gestión desde el 10 de diciembre. En el marco de una transición que incluirá una reunión con María Eugenia Vidal esta misma semana, el ex ministro puntea nombres con una lapicera exclusiva a la que no tiene acceso ni ingerencia su vice, Verónica Magario.
Kicillof se reunió este martes en una oficina de capital con su círculo de confianza. Allí ya avisó que quiere, antes que nada, una reforma ministerial que reduzca el número de carteras. Le apuntan a lugares que consideran superpuestos: un caso, el ministerio de Asuntos Públicos que comanda hoy Federico Suárez, que cumple casi la misma función que Medios. También habría unión de otras dependencias.
Los nombres los tiene guardados bajo muchas llaves. Además de los de siempre, los que lo acompañaron en la campaña del Clio, suenan dos nombres: el de José Ignacio De Mendiguren, diputado del massismo de mucho vínculo con el gobernador electo; y el de Ariel Aguilar, el empresario marroquinero que lo acompañó en la campaña y que integra hoy la cámara pyme CGERA. Cuentan que el único aporte que reclama Magario es un lugar en Desarrollo y Salud, todavía no decidido. El resto, sin orden aún, será integrado por Augusto Costa, Cristian Girard, Pablo López, Juan Cuatromo, Federico Thea y el piloto del Clio, Carlos Bianco. “No descartamos que haya gente de los intendentes”, cuentan en el espacio, que tendrá listos los ministerios antes de la asunción.
Kicillof está preocupado por los números de la herencia de Vidal, que ya vienen mirando sus hombres de confianza, como Costa. “La vemos muy dispuesta”, dicen sobre Vidal, pero dudan del rojo que quedaría en el Banco Provincia y en el dinero que falta para cerrar el año, unos 80.000 millones de pesos. También observan que existe una tensión manifiesta de Vidal con el presidente Mauricio Macri, que entorpece el tramo final de la transición y perjudica a la provincia.
LA MIRA EN MARZO. El gobernador electo tiene otra obsesión. Que la primera y más caliente paritaria del año no sea un escollo más en medio de la crisis: la discusión del salario docente es un tema central que charla con el titular de SUTEBA, Roberto Baradel, desde antes de las elecciones. “Le pidió que, como sea, las clases empiecen el 1 de marzo”, detallaron. También pusieron sobre la mesa que “la recomposición salarial no puede compensar la totalidad de lo que se perdió con la inflación” en la era Macri, una suba que puede terminar 2019 cerca del 60%. Baradel, hombre de la CTA, tiene vínculo fluído con Kicillof y, dicen, está dispuesto a colaborar para que no sea un problema el inicio.
“La gestión de Cambiemos fue una catástrofe, tenemos que decir las cosas como son”, contó uno de sus laderos, explicando el tono que tuvo su discurso tras el aplastante triunfo en las urnas y el perfil que tendrá la gestión, de blanqueo de una situación que exige cirugía mayor.
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