Sin perder tiempo, el radical Facundo Prades, electo intendente de Caleta Olivia, fue explícito a la hora de “tomar medidas”.
Antes de denunciar al anterior intendente que dejó la comuna quebrada, de informar a sus votantes las irregularidades encontradas en el municipio, envió un paquete de Ordenanzas para aprobar en el Concejo Deliberante, todas de ajuste para los vecinos y de paso, un aumento para él, los concejales y todos sus funcionarios del orden del 35/40%, que lleva los salarios a 45 mil pesos y en algunos casos más. (Por Rubén Lasagno)
La gente de Caleta Olivia se pregunta aún dónde está el cambio que estaban esperando de la mano del radical Facundo Prades, que años anteriores se había transformado en un oráculo de denuncias contra José Córdoba, Fernando Cotillo sin faltar oportunidad para recordarles que no debían estar allí por un sueldo, porque la función pública era un “servicio a la gente”. Ahora bien, a pocos días de asumir, sin que hasta el momento Prades haya intentado desmantelar el aparato corrupto y clientelar de su antecesor, al mejor estilo K en los últimos días del régimen, Prades mandó al HCD 9 proyectos de su autoría, que fueron aprobados unánimemente por los nuevos ediles, casi se podría decir como un gesto de buena voluntad, para aportar a la gobernabilidad, sin embargo, cuando uno lee de qué se trata, duda de si allí no hubo una devolución de gentilezas.
Los concejales se encontraron en su primera sesión que el Orden del Día, constaba de 9 puntos, todos del Intendente y en su mayoría estaban apuntados a obtener mejor recaudación. El argumento de Prades, para solicitar herramientas recaudatorias que impactarán de lleno sobre la vida de los vecinos de Caleta que siguen sin agua, con la ciudad sucia y la inseguridad al tope, fue que ante la grave situación financiera de la municipalidad Caleta Olivia, se hacían necesarias una serie de medidas entre las cuales se contaban: vender un vehículo Hiunday que utilizaba el intendente Córdoba, la creación de la oficina de Transparencia y Anticorrupción; aumento en las tasas de seguridad e higiene, aumento de las tarifas telefónicas; autorización de los concejales para que el Intendente utilice fondos nacionales para obras específicas y como el caballo de Troya que filtró CFK cuando era presidenta, en la última sesión de la Cámara de diputados, en un paquete de 90 leyes, Prades recuperó la vigencia de una Ordenanza que se dejó de aplicar en el 2008, por la cual se autorizaba el incremento de las dietas del Intendente, los concejales y todos los funcionarios municipales. Claro, todos dijeron que sí.
Con esto Prades les aseguró un buen pasar los cuadros de Autoridades Superiores, Asesores, Directores municipales, Secretarías privadas, Coordinadores, etc. Pero los problemas de Prades no terminan ahí, sino que empiezan, al salir a la luz la forma en que el nuevo intendente deslizó este aumento, sin hacerlo público previamente. ¿Y la transparencia? ¿Y el lápiz rojo?.
Dicen en los pasillos de la Municipalidad de Caleta, que Prades “consensuó” este aumento con sus funcionarios, debido a que muchos de ellos son profesionales que no pueden dejar su actividad privada para dedicarse a la función pública, por monedas. Bien, por qué no se van, entonces o mejor aún ¿Por qué aceptaron el cargo sabiendo de antemano la situación de crisis del municipio y el costo-beneficio de ser funcionario en una municipalidad derruida y quebrada?.
Ahora bien, como dije, en un contexto de crisis, con un municipio quebrado, superpoblado, donde los dineros no alcanzan ni para el papel higiénico, es poco ético que la primera media del intendente sea aumentarse los sueldos por encima del 35%. Suena grosero y hasta constituye un atropello a la fe pública de aquellos que le pusieron el voto a un intendente que llegó para marcar la diferencia, según dijo y no para “hacer la diferencia”. El problema es que si el Dream team de Prades, es tan caro y eficiente como para que se le pague con aumento antes de mostrar las uñas y lo que pueden hacer, sería bueno que antes de pensar en ellos, piensen en los vecinos a los que les pidieron el voto ¿O acaso dijeron en su campaña que ni bien asumieran iban a aumentarse las dietas por encima del 35%?.
La bronca en el sector municipal no es poca. La imagen del nuevo intendente comienza a estar marcada por señales poco claras hacia la sociedad. Una de ellas es la falta de apuro para denunciar al ex intendente Córdoba y la ciudadanía está esperando los resultados de la auditoría que dijo iba a realizar y, obvio está, la denuncia penal.
Por lo pronto el novel intendente tomó la decisión de lubricar la billetera suya como la de sus funcionarios. No sabemos dónde quedó aquella crítica de que quien llega por un sueldo, más vale que se quede en su casa porque la política es “servicio”. Claro, que nadie dijo que es un servicio, muy caro. (Agencia OPI Santa Cruz)
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