«Nos alejamos de Concordia. Salimos por la ruta y entramos a un camino de tierra y broza. Recuerdo que llovía. Fueron varios kilómetros hasta encontrar el campo que buscábamos.
Cuando llegamos, vimos algunas personas en el lugar.
Estaban haciendo fuego para cocinar guiso. Las instalaciones eran demasiado precarias. Había una construcción de material y atrás una choza de madera con nylon. Ahí estaban las camas y colchones gastados.
Las seis personas que habitaban allí no tenían un vehículo para moverse o salir, tampoco contaban con señal de teléfono y mucho menos agua potable o sanitarios.
Los alimentos que poseían estaban colgados en la casilla: tenían pan, arvejas y otras latas». Así recordó uno de los testigos que este martes pasó por el Tribunal Oral en lo Criminal Federal de Paraná, en el primer juicio oral que se hace en la provincia por trata de personas con fines de explotación laboral. Marcos Gastaldi, abogado y empleado de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP), contó que el operativo fue en febrero de 2011 y que las seis personas que vivían en esas condiciones sindicaron a Javier José María Laner como su empleador.
Era una mañana de febrero. En Concordia y zonas cercanas estaba lloviendo. Una comisión de empleados de la AFIP, de la entonces Dirección de Trabajo provincial y la Policía de Entre Ríos salió desde la ciudad del citrus con destino al Paraje Loma Negra, a unos 30 kilómetros. Días antes, algunos agentes del organismo nacional habían tomado fotos y sospechaban que en las plantaciones de eucaliptus de la región, había trabajadores en condiciones precarias laborales y de subsistencia.
Ese 23 de febrero, luego de transitar caminos rurales e ingresar al monte, la comisión de inspección llegó hasta el campo de la empresa Trimaderas SRL. Allí encontraron un precario asentamiento en el que habitaban seis personas que tenían la tarea de desmontar árboles de eucaliptus. Por las condiciones climáticas del momento, no estaban desempeñando su trabajo como cualquier otra jornada laboral. Estaban cocinando en el piso. Según el relevamiento del personal de la cartera laboral y de la AFIP, todos dijeron que su empleador era Javier José María Laner, quien les pagaba por palo, es decir, por árbol derribado y pelado.
Desde los organismos de control lograron comunicarse con Laner y le pidieron que acuda al campo. Allí se labraron actas, se tomaron los datos personales de los seis trabajadores y se asentaron las condiciones laborales y habitacionales. Se tomaron fotografías y se registró a Laner como el responsable.
Cuatro años después, el caso llegó al TOF de Paraná y este martes comenzó el juicio oral contra Javier José María Laner por Trata de personas con fines de explotación laboral, agravada por el número de víctimas, conducta prevista y reprimida por el Ar-tículo 145 bis del Código Penal. El fiscal es José Ignacio Candioti y el imputado es asistido por el defensor Oficial Mario Franchi. En la primera audiencia, los jueces Roberto López Arango, Lilia Carnero y Noemí Berros pudieron oír el testimonio de nueve personas. Mañana continuará el debate con otro tanto de testigos y el jueves serán los alegatos.
Sin recursos
Había casillas precarias, una de ladrillos y otra de madera y lonas. No había luz eléctrica ni agua corriente. No tenían un baño con sanitarios. Los seis varones vivían hacinados. Habían llegado hasta allí contratados por Laner y la tarea principal era el desmonte con motosierras y machetes. Vestían con ropa común, botas de goma, zapatillas o alpargatas. No tenían elementos de seguridad. Tampoco tenían un vehículo para salir del lugar en caso de alguna emergencia. «Estaban muy retirados adentro del monte. Era complicado salir de ahí, incluso, cuando terminó el operativo los vehículos de la AFIP se enterraron y Laner los ayudó a salir con su camioneta», dijo Rubén Soto, un policía que acompañó en el operativo. Asimismo, agregó que «las personas no pueden estar en esas condiciones, más un día de lluvia, sin abrigo ni protección».
Guillermo Salum, empleado de la AFIP, fue otro de los testigos que declaró este martes. Describió una situación similar sobre las condiciones laborales, habitacionales e higiénicas y de seguridad. «No tenían heladera porque no había electricidad», añadió.
El tercer testimonio fue el de Marcos Gastaldi. El abogado aportó que cuando se lo llamó a Laner para que acudiera al lugar, les costó conseguir señal para comunicarse. Dijo también que cuando el ahora imputado se encontró con el operativo de la AFIP, se enojó. «Laner quería saber quién lo había delatado, pensando en que alguno de ellos -por los trabajadores- lo había denunciado en AFIP. Cuando llegó fue directo a los trabajadores y los increpó», aseguró. En contraposición, sostuvo que «los trabajadores querían darle a entender que no tenían nada que ver». El empleado de la AFIP también señaló que Laner llegó en una camioneta Toyota Hilux doble cabina, color gris oscuro, y dijo que según el registro en el organismo que se desempeña, el acusado «no estaba en alta por los aportes previsionales como empleador, que aparecía como monotributista de categoría C». «No sé si Laner contrató a esas personas o arrendó el campo, sé que los dueños son Trimadera», completó su relato.
Por su parte, Claudia Parisi, también empleada de la AFIP, indicó que esa mañana «la imposibilidad de salir del lugar estaba dada por el barro». Añadió que para dar con esas seis personas habían realizado «tareas previas. No eran trabajadores regulares ni inscriptos», aseveró.
Guillermo Casablanca, en tanto, recordó el lugar y definió: «No era digno de vivir». Relató además que vio a Laner «enojado» y que éste después le preguntó qué debía hacer para «estar en regla. En ese momento Laner no se asumió responsable, incluso después mandó una impugnación con un abogado», detalló. Asimismo, contó que ese mismo día hicieron otros procedimientos y encontraron menores de edad. «Las condiciones siempre son similares, se repiten y en todos los lugares que encontramos esto se labran las actuaciones», acotó luego.
Armando Pereyra también testimonió en la primera audiencia del debate. Dijo que los trabajadores contaron que les pagaban «por palo. Creo que ellos tenían teléfonos, pero no había señal. Había que moverse para conseguir comunicarse con alguien», acotó.
El séptimo testimonio fue el de Silvana Stronati. La mujer dijo que los seis varones «estaban vestidos con ropa particular» y también le pareció ver algunos «cascos colgados». A la deponente se le mostró un acta que ella misma firmó. En ese documento, uno de los trabajadores declaró que su jornada arrancaba a las 5.30 de la mañana y finalizaba a las 19.30, de lunes a lunes.
Ana Milesi, también empleada de la AFIP, recalcó que las personas estaban en condiciones de «hacinamiento». Mencionó «colchones deteriorados» y que los alimentos no estaban «en condiciones de higiene».
Sebastián Mundani, el último testigo que declaró en la primera jornada, calificó a las condiciones habitacionales como «muy precarias. Ellos respondían a Laner que les proveía alimentos y luego se los descontaba de su paga. Ese día también hicimos otro operativo y cuando terminé la jornada, quedé impresionado por lo que vi en los procedimientos. Me parece increíble que haya gente trabajando en esas condiciones, con frío, sin agua ni luz. Su contacto con el exterior apenas era una radio», cerró.
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