El tratamiento de la ley de leyes expone continuidades: problemas con las provincias y dificultades para generar acuerdos. Las elecciones a la vista se cruzan con la discusión por partidas. Mandatarios agitan cumbre y huelen incumplimientos de Nación.
Por Ariel Basile.
Los números trazados a finales de 2022 por una administración peronista podrán regir para marcar los lineamientos de la gestión libertaria en 2025.
La posible prórroga del Presupuesto por segundo año consecutivo podría ser otro hecho inédito en la saga de Javier Milei. La tensión en el debate, con tiempos parlamentarios que se agotan, son el reflejo de una serie de continuidades en la era de La Libertad Avanza (LLA): la relación con las provincias cierra el año tal como se inició, problemática; el oficialismo mantiene dificultades para negociar, hecho que significa siempre ceder; ante los aprietos numéricos en las cámaras, el oficialismo no teme gobernar con un Congreso virtualmente cerrado, entre decretos y vetos.
Por supuesto, suponer que el proyecto de Unión por la Patria que marcó la pauta de gastos para 2023 determinará algo en 2025 es apenas una fantasía. Bajo el mantra inexorable respecto a que “el déficit cero no se negocia”, el Gobierno se apresta a manejar los fondos con total discrecionalidad. En los últimos dos años la inflación acumulada supera el 400%, con lo cual no hay partida que se corresponda en lo más mínimo con la realidad. Máxime con los cambios de estructuras del Estado que instauró Milei desde su llegada al poder.
La potestad discrecional quedaba de todos modos resguardada con una picardía que es parte de la letra del proyecto; picardía no exclusiva de LLA, sino más bien un deporte nacional: subestimar la inflación del próximo periodo. En este caso, un 18% del que descreen incluso puertas adentro de la Casa Rosada.
Desde ya, la estrategia conlleva a que la recaudación adicional por una inflación final más alta que la presupuesta se reparta a gusto del Ejecutivo.
Reclamos
Los gobernadores intuyen que el Gobierno nacional está por consumar un engaño. No lo dicen con esas palabras, usan un término más escatológico. Hubo acompañamientos a Nación en momentos clave, como para la sanción de la ley Bases o para bloqueos a proyectos del peronismo. El más reciente, la intención de limitar los decretos de Milei. UP impulsa que baste con el rechazo de una sola cámara y no de las dos como ocurre ahora para dinamitar un DNU. La sesión nunca se pudo llevar a cabo. Los gobernadores, además, pusieron la cara en la foto del Pacto de Mayo, se prestaron a un show personal del Presidente en el frío tucumano de julio.
Siempre, en cada concesión, la zanahoria era el Presupuesto. Los jefes provinciales tenían espalda para esperar y dar ese tiempo. La zanahoria se fue alejando. Los radicales, los mandatarios del PRO y algunos provincialistas se sentaron en la mesa de Casa Rosada, también con Milei a la cabeza. Escucharon promesas. Ahora, sienten que el plazo está agotado.
Hubo cumbres cruzadas, con gobernadores de todos los colores. Tímidas por ahora. La exliga de Juntos por el Cambio, un rejunte que partió el propio Milei al citarlos por separado, motoriza un encuentro para esta semana, anticipado por Ámbito, entre los mandatarios, jefes de bloque UCR, PRO y federales, con autoridades de Nación. Al cierre de esta nota, esperaban confirmaciones desde Balcarce 50.
Los tiempos corren: el 30 de noviembre finalizan las sesiones ordinarias, y para tratar el Presupuesto 2025 el Gobierno debería llamar a extraordinarias. Solo lo haría si hay un acuerdo sellado, pero para eso debería haber voluntad de incluir algunas de las partidas que reclaman las provincias: obras paralizadas, déficit de las cajas jubilatorias no transferidas a Nación, repartir los montos de los ATN no ejecutados, engrosar la coparticipación vía impuesto a los combustibles, deudas que vienen del Pacto Fiscal 2017. También piden financiamiento a las universidades, aunque a esta altura no es prioritario.
En general, los gobernadores se mantienen en silencio. Entre los pocos que alzaron la voz está el chubutense Ignacio Torres. Ayer, en Córdoba, junto a Martín Llaryora, del peronismo amigable, señaló: “La Argentina necesita previsibilidad y calidad institucional, y no avanzar en los consensos necesarios sería un error”. “El gobierno central cobra impuestos con asignaciones específicas para rutas, puertos y obras públicas, pero no se ejecutan. Hay que eliminar o descentralizar esos impuestos”, mencionó el gobernador del PRO.
La cuestión sobre las obras no es menor. Entre las fotos a las que se prestaron los gobernadores están aquellas donde rubricaron transferencias de obras y el compromiso de terminar las que tenían un 80% de avance. Nada de eso ocurrió. En las reuniones encabezadas por Milei, el Presidente aseguró que solucionaría esta cuestión. Meses atrás, el tucumano Osvaldo Jaldo, el primer mileísta del peronismo, reflejaba que de los $93.000 millones que se había comprometido a enviar Nación, solo habían llegado a la provincia $1.000 millones. Esta semana, los diputados del bloque Independencia que responden a Jaldo no se sentaron en sus bancas, acompañaron a Unión por la Patria para voltear la sesión en la que LLA y el PRO esperaban tratar el proyecto de Ficha Limpia, que perjudicaría fundamentalmente a Cristina Kirchner, con una condena en segunda instancia.
Asimismo, las cajas no transferidas son deudas abultadas, llevadas por las provincias a la Corte Suprema. “El Gobierno dice que lo va a resolver, pero después nos quiere auditar el déficit cada vez en plazos más largos. Entonces, en realidad no quiere pagar”, dijo a Ámbito un gobernador que prestó votos al gobierno y que reclama fondos por ese ítem.
Elecciones a la vista
Para colmo de males, el Gobierno amaga con llamar a extraordinarias, pero no para tratar el Presupuesto, sino para debatir la eliminación de las PASO, un proyecto del oficialismo. Para las provincias es lisa y llanamente una burla.
Aun cuando comparten el fundamento de que las primarias se han convertido en una encuesta cara, la prioridad es la discusión por el reparto de fondos. Y, fundamentalmente, cortar con el intento de discrecionalidad con el que coquetea Milei. El Presidente lo dijo de forma expresa. “No me preocupa no tener Presupuesto”, señaló, cuando el proyecto estaba en pañales. Ya al presentarlo había pedido a las provincias un ajuste de u$s60.000 millones, luego subestimado por funcionarios nacionales.
“Creemos que las PASO no sirven. Es un gasto innecesario. Vamos a hacer lo posible para generar las reformas. No son temas menores, generan debate y discusión. Creo que se puede llegar a tener los votos”, dijo el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, respecto al proyecto. Además, el Gobierno le pone presión a quienes quieren más fondos para las universidades, al poner este “ahorro” como moneda de cambio.
La cuestión electoral entra también en la arena de debate, ya que los gobernadores observan el avance de La Libertad Avanza en sus distritos, con empuje de Karina Milei y de Martín Menem, armadores nacionales del flamante partido. Candidatos propios en cada provincia, ya sin el arrastre del apellido. “Milei tiene una hermana, no veinticuatro. Habrá que ver cómo arrastra el apellido a todo el país, con boleta única”, dijeron desde una provincia a este medio. Creen que la papeleta unificada le puede jugar una mala pasada a LLA.
Los intentos de eliminar las PASO apuntan también al PRO. Sin primarias, la negociación con los amarillos por la conformación de las listas será a sangre y fuego. La necesidad de una alianza será mutua, aunque las matemáticas finales dejarán a LLA con una debilidad similar a la actual. Ya no será todo ganancia para los libertarios: diputados y senadores del PRO ponen sus bancas en juego, como así también otros aliados que conforman el tercio duro, el club del veto. Aún ganando las elecciones, no cambiará radicalmente la ecuación de fuerzas.
Podrá mejorar, sí, pero seguirá dependiendo de aliados y de generar consensos más estables que los que llevaron a este fin de 2024: sin Presupuesto, con dificultades para conseguir quórum y en relaciones donde reina la desconfianza.
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