Presionado y sin plan, el Gobierno apuesta a pasar la gorra en Washington

Presionado y sin plan, el Gobierno apuesta a pasar la gorra en Washington

Jaqueado por derecha e izquierda, el Gobierno sigue sin tomar decisiones. Ni devalúa, ni concede un dólar diferenciado al campo. Tampoco hace cirugía mayor en su gabinete, apostando a oxigenar la gestión y generar nuevas expectativas. El desgaste diario no cesa.

 

Por 

ANDRÉS FIDANZA

Al Presidente le cuesta romper el statu quo. Estira la toma de decisiones aún cuando le señalan el quietismo, lo presionan desde izquierda y derecha, y no le queda margen para la procrastinación. Cada día más debilitado, Alberto Fernández sigue tomando envión. Ayer se reunió nuevamente con Cristina Kirchner en Olivos, pero el anuncio de medidas se dilata una vez más. Ni movidas políticas, ni económicas. Cada decisión encierra costos, implica ganadores y perdedores dentro del gobierno y de los actores económicos. Y a Fernández no le resulta sencillo saltar hacia esos vacíos, con escenarios que encierran derivaciones imprevisibles.

 

Hasta este domingo, no hay devaluación, ni dólar de cortesía para el campo. Tampoco, aplicación de la Ley de Abastecimiento a los exportadores de granos, como le exige un sector del cristinismo. Ni zanahoria ni cara de perro para apurar la liquidación de soja, trigo y maíz. 

Al 13 de julio pasado, los productores habían exportado el 46,4% de la producción estimada, contra 54,5% del año pasado. Se trata, según cálculos de la consultora Ecolatina, de unos 13 mil millones de dólares parados. Alberto Fernández afirmó el viernes que esa cifra llegaba a 20 mil millones.

 

Un salto devaluatorio fuerte, al que por ahora se resiste en la Casa Rosada con uñas y dientes, sellaría la suerte del gobierno. Es uno de los pocos puntos en los que coinciden Alberto Fernández y Cristina Kirchner. La devaluación que el ex ministro de Economía Axel Kicillof pudo ensayar en 2014 difícilmente podría replicarse en el panorama actual, con salarios desplomados, falta de reservas y ausencia de liderazgo político. 

 

Respecto a su gabinete, el Presidente prefirió no hacer cirugía mayor. Los cambios que hizo en las últimas semanas se limitaron al reemplazo de Silvina Batakis por Martín Guzmán. A tres semanas de haber asumido, los gestos de austeridad de la ministra no ganan adeptos entre los gobernadores. 

Si bien algunas voces oficiales recomiendan designar un súper-ministro que genere expectativas de relanzamiento, Fernández hasta ahora evitó las modificaciones drásticas. La intervención de Sergio Massa es una posibilidad latente.

 

 

 

 

Al momento la estrategia oficial se limita a que Silvina Batakis pase la gorra en Washington, a partir de algún guiño favorable de Joe Biden y de Kristalina Georgieva. Ni al gobierno demócrata ni al FMI le convienen que Argentina se derrumbe. Ese es el principal argumento en favor de la diplomacia del mangueo que mañana iniciará Batakis en la Capital de Estados Unidos.

 

 

 

"Presiento que algo va a pasar" canta Charly García en Cinema Varieté. Y es una percepción que aplica perfectamente al clima de la política argentina. Algunos actores le dan un sentido abismal a esa sensación, empezando por el frentetodista Juan Grabois. Con enorme liviandad, el jefe de Patria Grande agitó una palabrita que va pegada al recuerdo histórico del colapso del 2001: la de los saqueos.

 

Si bien los salarios argentinos están por el piso, con perspectivas de seguir en caída libre, no parece que existan condiciones para un estallido social. No hay a la vista capacidad de movilización para organizar ese malestar. Tampoco, intereses políticos coordinados. A prácticamente nadie le conviene un desborde. En Juntos por el Cambio ya dejaron hace rato de frotarse las manos ante la crisis del gobierno. A medida que crecen las chances opositores de gobernar en 2023, también aumenta su preocupación.

"Ni movidas políticas, ni económicas. Cada decisión encierra costos, implica ganadores y perdedores dentro del gobierno y de los actores económicos. Y a Fernández no le resulta sencillo saltar hacia esos vacíos"  

Pero aquel presentimiento de Charly tiene otra veta más objetiva que sensorial. Algo tiene que pasar en la política. El gobierno necesita dólares con urgencia. Y las medidas anunciadas por Silvina Batakis hasta ahora son meros parches. La del dólar para turistas, en el caso poco probable de que funcione a la perfección, no es una política significativa. En lo que va del año los turistas extranjeros gastaron 1400 millones de dólares en el país. 

 

Con Alberto Fernández corrido del fuego de los anuncios y la gestión, el gobierno sigue tomando carrera. Asegura que, en breve y finalmente, sí se vienen medidas de fondo. Mientras tanto, reparte un vermouth que ni estabiliza, no colma las expectativas ni evita el desgaste diario del gobierno.

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