Por: Jorge Fontevecchia. Continúa de ayer: “De la paradoja de Arrow a la paradoja de Milei”
Mauricio Macri, de regreso, Alberto Fernández, de salida, y Javier Milei, de inicio, protagonistas esta semana por distintos motivos de la transición, comparten el haber sido, ser y por ser inminentemente presidentes de Argentina.
Cuando Mauricio Macri sentó al perro Balcarce en el sillón de Rivadavia, o bailó una cumbia de Gilda en el balcón “de Perón” al asumir, la sacralidad de la investidura presidencial, que ya venía minusvalorada por la excentricidad de Menem, hizo a los más tradicionales recordar la frase que se le atribuye haber dicho al CEO de Clarín Héctor Magnetto: “Presidente del país es un puesto menor”.
No sería improbable que la asunción de Milei y luego su ejercicio de la presidencia aumenten la pérdida de aura de esa investidura mientras falta confirmar con la designación del presidente de la Cámara de Diputados (cuarto en la línea de sucesión presidencial) si finalmente fuera Cristian Ritondo como pide Macri, sumado a la ya casi designación de Luis “Toto” Caputo como ministro de Economía, si se inicia ahora el “Segundo tiempo” de Macri en el poder público sin necesidad de ocupar la presidencia o se pospone esa aspiración para un eventual futuro de fracasar Javier Milei rodeando a la vicepresidenta Victoria Villarruel como algunos especulan y asignan ya distanciamiento entre ella y el presidente electo antes de ambos asumir.
Hay similitudes y diferencias entre Mauricio Macri, Alberto Fernández y Javier Milei. Entre Milei y Alberto Fernández hay más parecidos, comenzando por la amenaza de no poder gobernar sin el apoyo legislativo y fáctico de Macri de la misma forma que Alberto Fernández no pudo sin contar con el de Cristina Kirchner. También que tanto Alberto Fernández como Milei comparten ser buenas personas y honradas. Macri es de otra estirpe y por momentos hasta de otra especie y tiene por el dinero una pulsión personal.
Carlos Menem decía de algún político que le faltaba la cuota de maldad para tener éxito en la política, y Jaime Duran Barba diría que otro atributo que aumenta las posibilidades de éxito, o por lo menos de ascenso electoral, es una cuota de locura. Dos atributos que aunque por separado comparten Macri y Milei, además de una ideología de una misma especie, aunque no una estirpe común.
En esta edición PERFIL publica el último reportaje largo a Alberto Fernández como presidente. Queda solo un domingo más antes del traspaso presidencial, y su reunión con el presidente entrante ya se produjo, por lo que es el momento oportuno para un balance completo de su mandato.
El lector percibirá mi simpatía hacia Alberto Fernández, de quien tenía las peores referencias al asumir el 10 de diciembre de 2019 por haber sido Editorial Perfil la organización periodística más combatida y perseguida desde el gobierno de Néstor y Cristina Kirchner hasta la crisis con el campo, de 2003 a 2008, coincidiendo con los cinco años en que Alberto Fernández era jefe de Gabinete de ambos, simultáneamente con la buena relación de Clarín y La Nación con el kirchnerismo hasta ese momento producto en gran medida de la diplomacia del ahora presidente saliente.
Vale destacar que no hubo agresiones ni persecuciones a la prensa como en los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner no solo durante el gobierno de Alberto Fernández, sino también durante el de Mauricio Macri, a pesar de que PERFIL fue crítico del expresidente. Fueron los distintos medios de Perfil: este diario, perfil.com y la revista Noticias (a quien Macri llama “Malicias”) quienes destaparon el caso de los parques eólicos de Macri, quienes más notas publicaron y más investigaron sobre la causa que más complica judicialmente al expresidente, más incluso que la del Correo, y por la que especialmente le quitaba el sueño imaginar que Sergio Massa pudiera ser electo presidente.
Eso no motivó al gobierno de Macri a impedir la concesión de licencias de radio y televisión de Editorial Perfil como sí lo hizo el de Cristina Kirchner. Vale en este punto el elogio al expresidente Macri, a quienes muchos tildan de vengativo y rencoroso. No lo fue con nosotros.
Ojalá suceda lo mismo con Javier Milei, tanto siguiendo el ejemplo de Macri de soportar las críticas sin tomar represalias, como el de Alberto Fernández, de sorprendernos positivamente cuando esperamos lo peor: en su caso, que su presidencia sea positiva para la mayoría del pueblo argentino.
Durante el reportaje a Alberto Fernández de casi dos horas, el cuarto así en sus cuatro años de mandato (a comienzos de la pandemia en abril de 2020, después de la derrota electoral de medio término en diciembre de 2021, al cumplir su tercer año de gobierno el 10 de diciembre de 2022 y este final), venía a mi mente la frase de Woody Allen: “No conozco la clave del éxito, pero sé que la clave del fracaso es tratar de complacer a todo el mundo”. Alberto Fernández carece tanto de la dosis de maldad como la de la locura que caracteriza a una mayor proporción de políticos que alcanzan esa posición con más éxito.
Se va un buen hombre.
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