Jorge Aufiero, presidente de Medicus elaboró una reforma del sistema de salud, publicada en su primer libro, en 1989, y que mantiene su vigencia 32 años después.
En una nota de Infobae realizada por el periodista Ricardo Cárpena desarrolla y muestra una entrevista donde el médico se explaya sobre la medicina, las políticas y las posibles relaciones entre ellas.
El titular de médicos, sostuvo: “Se habla de reforma de la Justicia, de la educación y de la salud, pero nadie especifica cuál es la reforma, qué es lo que quiere reformar, por qué, cómo y cuándo”. Y advirtió, además, que “deberíamos ajustar mecanismos que hacen a las bases de la República porque si el sistema democrático se transforma en una votocracia, en la cual el que gana se cree con derecho a hacer lo que quiere, estamos en el camino equivocado”.
Entrevista brindada a Infobae por Jorge Aufiero:
-Desde sectores del Gobierno se habla de una reforma del sistema de salud. ¿Cuál es su opinión sobre esa propuesta?
-Sería interesante conocerla en sus detalles para poder evaluarla porque con los datos que tenemos es imposible. La actitud del gobierno nacional hacia el sector privado de la salud resulta absolutamente desconcertante. Lo que observa la ciudadanía, a la luz de las discusiones de los políticos, es más una riña que un debate con mayúsculas. Se suceden las críticas de un lado y del otro y escasean las propuestas. La ciudadanía en estos momentos exige una discusión académica de los grandes temas nacionales. Se habla de reforma de la justicia, de la educación y de la salud, pero nadie especifica cuál es la reforma, qué es lo que quiere reformar, por qué, cómo y cuándo. No es posible que ante cuestiones de una trascendencia monumental, los argentinos no nos demos previamente una discusión académica de cada uno de los temas, consultando todas las opiniones, para debatir las propuestas profundamente y no quedarnos con slogans o panfletos.
-¿A qué atribuye que no se debatan académicamente las propuestas?
-Es que no hay propuestas. Antes los partidos políticos exhibían sus plataformas y las discutían previamente. Hoy todo parece reducido a quién le echa más la culpa al otro. Además, deberíamos ajustar mecanismos que hacen a las bases de la República porque si el sistema democrático se transforma en una votocracia, en la cual el que gana se cree con derecho a hacer lo que quiere, estamos en el camino equivocado. Los derechos de los ciudadanos están garantizados en la Constltución Nacional. A nadie se le puede imponer por decreto o por ley una propuesta que altera la Constitución y todo el mundo tiene la posibilidad, si cree que sus derechos han sido vulnerados, de recurrir a la Justicia. Este es un cambio fundamental en nuestra forma de pensar y es una discusión que nos debemos dar en todos los temas fundamentales.
-Pero las reformas de la Justicia o del Ministerio Público Fiscal que impulsa el Gobierno derivaron en proyectos de ley. ¿Por qué cree que no sucede lo mismo con la reforma de la salud? ¿Y por qué no se consulta antes a las partes involucradas, como el sector privado o el sindicalismo que maneja las obras sociales?
-Lo que se ha escuchado son enunciados, nada más. El sistema de salud en nuestro país tiene características únicas. En el mundo hay sistemas estatales puros, como el inglés, o estatales con un solo pagador que financia el sistema y contrata con todas entidades privadas la prestación de salud, y hay lugares como Estados Unidos donde hay absoluta libertad. En nuestro país tenemos funcionando varios sistemas que son muestras de eso. El sindicalismo ha cumplido, con todas las críticas que se le pueden hacer, un rol fundamental porque les ha provisto a sus afiliados de un sistema de salud con cobertura universal. Y el nivel de satisfacción de esas 17 millones de personas que se atienden en las obras sociales siempre ha sido alto. Un sistema estatal puro existe en el PAMI, donde está funcionando y se puede evaluar. También existe un sistema de libre elección como la medicina prepaga. Están todos en el mercado. La población puede evaluar los tres sistemas funcionando juntos y al mismo tiempo.
-Uno de los argumentos para justificar la reforma del sistema de salud es que le falta coordinación entre el sector público y el privado.
-Los sistemas están integrados. Se pueden perfeccionar, claro, pero hay vasos comunicantes entre ellos. Por ejemplo, el PAMI es un financiador que se nutre de los impuestos, va a la entidad que lo rige y esa entidad subcontrata servicios con sanatorios privados. En muchas obras sociales tienen sus propias clínicas y a su vez subcontratan también con el sector privado. Y la medicina prepaga también es fuente de financiación como las obras sociales y contrata también a sanatorios privados. En algún momento se habló de centralizar el uso de las camas por la pandemia, pero solamente a quien ignora lo que es la profesión médica se le puede pasar por la cabeza que cualquier entidad, sea pública o privada, si tiene una cama disponible no la ponga a disposición del sistema. Me consta que estos vasos comunicantes se dieron por lo menos en la Ciudad de Buenos Aires, donde la relación permanente con el gobierno porteño permitió una solidaridad espectacular y la respuesta del sector público y privado fue excelente.
-¿La pandemia que atravesamos dejó en evidencia algún tipo de falencia del sistema de salud?
-La pandemia ha sido una lupa no solamente para la salud sino también para muchos otros de los problemas que tiene la Argentina. Estoy orgulloso no sólo de ser médico sino de pertenecer al sector privado de la salud porque hay que destacar el trabajo de todo nuestro personal, que tuvo una conducta heroica. Uno puede interpretar la magnitud de la respuesta del personal de salud y de todo el sistema como una desmentida absoluta a todos los comentarios que se escucharon acerca de que las terapias intensivas iban a colapsar o que se iban a acumular cadáveres en los hospitales. Sin embargo, el sistema de salud argentino, tal cual como está ahora, tuvo una respuesta sólida. Si queremos evaluar la respuesta del sistema de salud argentino pensemos en países del Primer Mundo como Estados Unidos, el Reino Unido, Italia o España: comparados con la Argentina, todos deberíamos estar orgullosos de la respuesta de nuestro sistema de salud.
-Aun así, ¿no siente que la medicina privada está siempre bajo una lupa mucho más implacable que otros sectores?
-Deberíamos poder medir el esfuerzo que ha hecho el empresariado argentino de la salud para responder a la pandemia, que es muy similar al que ha debido hacer el sector público. Para poner ejemplos simples, si un hospital o sanatorio usaba unos 10 mil barbijos por mes, pasó a consumir 50 mil. Ni qué hablar del precio unitario anterior a la pandemia y cuando empezaron a escasear. Otro ejemplo es cuánto costó transformar una habitación de piso en una de terapia: unos 40 mil dólares. Las camas para pacientes de Covid son todas deficitarias. En terapia, los medicamentos utilizados también tuvieron un incremento muy importante. De no haber sido por la ayuda del Estado, hubiera sido imposible enfrentar la pandemia.
-¿Lo dice porque las prepagas se quejan de sus problemas financieros?
-Desde la sanción de la ley que regula la salud privada, en 2011, el sistema ha sido desfinanciado. En el mundo, el costo de la salud siempre excede largamente a la inflación general. Eso ocurre en todos lados, e incluso en los Estados Unidos. Pero aquí se ha desfinanciado el sistema porque los sucesivos gobiernos no sólo no han reconocido el costo de la salud sino ni siquiera la inflación general. Pero los responsables de la salud no supimos aclarar la situación creada a partir de que no nos reconocían los costos de la salud, ni siquiera la inflación, así que somos corresponsables. Los diarios y los noticieros suele titular “Vuelven a aumentar las prepagas”, pero acá no hubo aumentos sino simplemente actualizaciones arbitrarias.
-Algunos sectores políticos los visualizan como un sector que solamente quiere aumentar las cuotas.
-La información dura dice otra cosa. Aumentan los costos y también la inflación. Estamos en un país con una inflación galopante, con lo cual la desactualización es permanente. Si nos dan el aumento 60 días después, ya perdemos ante dos meses de inflación. Es la bomba perfecta: congelamiento de ingresos y aumento de egresos por los incrementos explosivos de los costos.
-¿Qué riesgos afronta el sector de la salud privada si no se soluciona esta crisis financiera?
-La respuesta es simple y abarca a cualquier sector de la economía: la quita del financiamiento lleva a la quiebra. No hay otra alternativa. Es lo que va a pasar si no se actualizan los ingresos, con lo cual se desfinancia el sector, y los egresos son cada vez mayores porque aparecen todos los días más coberturas. No existe una tarifa con control del Estado que no esté subsidiada, salvo la de nuestro sector, pero no queremos subsidios sino la actualización que corresponde a nuestros costos. Y que el Congreso no siga sacando leyes voluntaristas que dicen “cúmplase” y no cómo se financia. Espero que todo esto haga recapacitar a las autoridades.
-En medio de ese contexto complejo, el sector también tendrá que afrontar los aumentos salariales de este año.
-Sí, hoy nos enfrentamos a la negociación de las paritarias, donde el reclamo del sector gremial es absolutamente justo. En el sector de la salud, ya sea privado, estatal o de las obras sociales, deberían actualizarse los salarios en forma permanente, pero necesitamos los resortes para poder hacerlo. Si no, esto va a llevar a un enfrentamiento inútil e irresponsable en medio de la pandemia.
-Usted presentó en 1989 una propuesta de reforma del sistema de salud. ¿Sigue teniendo vigencia?
-Sí, es de absoluta actualidad.
-¿Contempla una integración de los sistemas público y privado, como reclaman quienes hablan hoy de una reforma del sistema de salud?
-En mi propuesta están todos los sistemas interconectados y la gente elige lo que prefiere. La propuesta es solidaria y tiene tres fundamentos: equidad, libertad y eficiencia. Un sistema que no sea eficiente es tan grave como si no tuviera equidad porque si se manejan más mal las cosas habrá menos recursos para volcar a la salud.
-¿Cuál es el papel del Estado en los cambios que propone?
-El Estado tiene dos funciones que son inherentes a él, indelegables: la normatividad y el control. Dicta la norma y controla que se cumpla. Entonces la magnitud del Programa Médico Obligatorio, que hoy es inimaginable porque se van agregando coberturas, lo dará el Estado en base a los recursos, a qué porcentaje del PBI le va a adjudicar a la salud, porque también tiene que mantener la administración, la justicia, la educación y el resto de sus funciones.
-¿Qué ventajas tendría aplicar su propuesta con respecto al sistema que rige actualmente?
-La ventaja máxima es que quedan todos los jugadores que están hoy y en las mismas condiciones, pero en adelante se pone en marcha el sistema totalmente interconectado y todos los recursos van a funcionar al 100%. No va a haber capacidad instalada sobrante en ninguna de las áreas.
-¿Cree que ahora su propuesta podría ser tenida en cuenta?
-Es un humilde aporte para la discusión académica y la pongo a consideración de la ciudadanía para poder confrontarla con otras propuestas y así enriquecer la discusión que nos debemos sobre este tema.
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