Por: Alejandro Bercovich. Contra su discurso de austeridad política y el criterio que primó para legisladores, el Presidente se subió el sueldo y el de todo su gabinete político. Se profundiza la disparidad salarial entre sectores y firmas de distinto porte. Tensión entre fabricantes de consumo masivo y supermercados. El plan “purista” de Jorge Macri y las dudas sobre el plan de Caputo.
Antes de dejar en offside a Martín Menem y a Victoria Villarruel con el aumento de las dietas de diputados y senadores —que en pocas horas anunciaron y retrotrajeron— Javier Milei se subió el sueldo al menos un 12%. Fue a través del decreto 206/24, del 28 de febrero, que firmó junto al jefe de Gabinete, Nicolás Posse, y la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello.
El artículo cuarto de la norma establece que el incremento pactado en la paritaria estatal “se extenderá a las retribuciones de las Autoridades Superiores de las Jurisdicciones, Entidades y Organismos del Poder Ejecutivo Nacional”, lo contrario a lo que disponía el mismo artículo del decreto 90/24, rubricado el 26 de enero por los mismos funcionarios y anunciado a los cuatro vientos como parte de la “motosierra contra la casta”.
Al igual que las dietas legislativas, los sueldos de la planta política del Ejecutivo pueden seguir o no la evolución de la paritaria de los estatales que negocia UPCN. En el caso del Congreso, la tradición que decidieron seguir Menem y Villarruel fue la que dispusieron sendas resoluciones de los titulares de ambas cámaras en 2011 y se mantuvo desde entonces bajo distintos signos políticos, pero que depende de la voluntad de los jefes del Senado y de Diputados.
Javier Milei, escoltado por Victoria Villarruel y Martín Menem, en la apertura del 142º período de sesiones ordinarias del Congreso. Cámara de Diputados de la Nación
Para los funcionarios del Ejecutivo con cargo de subsecretario para arriba, el decreto 90/24 estableció que el 16% de enero no se traslade a las remuneraciones. Pero Milei decidió que el 12% de febrero sí. Si se aplica a su propio salario bruto de diciembre ($4.066.018 divididos en un básico de $1.807.295 y un “complemento por responsabilidad del cargo” de $2.258.722, según publicó la agencia Noticias Argentinas), son $487.922 más. Una suba equivalente a casi tres salarios mínimos.
Más allá de lo que deba o merezca ganar, la decisión contrasta con lo que el mismo Milei dijo el jueves por la noche para fulminar las pretensiones salariales de los legisladores a quienes Menem y Villarruel habían extendido el 30% pactado con la Asociación del Personal Legislativo (APL). “Que no me vengan con que a ellos no les alcanza porque hay muchísima gente que la está pasando muchísimo peor con muchísimo menos plata”, soltó por televisión.
Por cómo se calculan las remuneraciones de la planta política del Ejecutivo, en realidad, la suba del sueldo de Milei, sus ministros y sus secretarios y subsecretarios podría superar el 12% habilitado por el decreto 206/24 y llegar al 29,9%, casi lo mismo que se anunció para diputados y senadores y luego se revirtió en medio de acusaciones cruzadas internas. Es porque la base sobre la que se aplica la recomposición no es el salario de cada funcionario sino el del empleado mejor remunerado dentro del convenio de UPCN, que figura como “categoría A14” en una escala que va de la “A” a la “F” con subcategorías dentro de cada una. A esa base ya se le aplicó el reajuste del 16% de enero.
El jefe de Gabinete, Nicolás Posse, junto a Luis Caputo y Guillermo Francos Presidencia
Disparitarias
La actualización o no de los ingresos en función de la inflación desbocada de los últimos meses, lógicamente, se convirtió en un parteaguas tanto en el sector público como en el privado. Si bien el de Milei es especialmente simbólico por los sacrificios que exige al resto de la sociedad y por su prédica contra el Estado que ahora él mismo encabeza, cada recibo de sueldo se convirtió en un campo de batalla desde la megadevaluación de diciembre. La disparidad de fuerzas entre los actores en pugna profundizó una heterogeneidad salarial que no es nueva pero que amenaza con ampliarse entre las empresas que “pueden” y las que no pueden o prefieren no hacerlo.
Es un dato adicional a la caída vertical del poder adquisitivo general de los sueldos, que el Centro de Investigación y Formación (Cifra) de la Central de Trabajadores de Argentina (CTA) estimó en el 21,3% en los dos primeros meses del gobierno de Milei para los registrados, con 19,3% de pérdida para los privados y 25% para los públicos. Casi lo mismo que el 17,9% que cayó la Remuneración Imponible Promedio de los Trabajadores Estables (RIPTE) que releva el Ministerio de Trabajo.
En la torre de Maipú 1, donde ocupa desde hace ocho años la histórica oficina de ‘Goyo’ Perez Companc en el piso 23, Marcelo Mindlin no quiere caras largas. Por eso al personal de Pampa Energía que trabaja en el edificio le viene actualizando los sueldos por la inflación del mes anterior, tal como ocurre en varias multinacionales con sede en esa misma cuadra de la City. Recibieron el 20% con los sueldos de diciembre, el 30% con los de enero y el 15% con los de febrero. Sumado al 20% que ya habían cobrado en octubre, ya duplicaron en pesos corrientes los sueldos de ese mes.
La disparidad de fuerzas entre los actores en pugna profundiza una heterogeneidad salarial que no es nueva. Télam
Los ingenieros y técnicos especializados de Techint Ingeniería y Construcción, que trabajan bajo las órdenes directas de Paolo Rocca en Techint, también tuvieron suerte. En diciembre tuvieron un reajuste del 7%, en enero de un 30% adicional y en febrero otro 20%. “Mi último sueldo en dólares (MEP) fue el más alto desde abril de 2018”, contó uno de ellos a ElDiarioAR. Es una forma engañosa de verlo, en realidad, porque está contaminada por el atraso cambiario. Pero al costo de vida, que trepó cerca del 70% en el trimestre diciembre-febrero, también consiguieron seguirlo de cerca.
El problema es que la inmensa mayoría se quedó muy atrás. Y que, por cómo van las negociaciones, esa disparidad promete acrecentarse entre sectores y entre firmas de distinto porte. Se advierte en el cuadro adjunto elaborado por la CTA Autónoma, anticipado esta semana en este medio por Alejandro Rebossio. El sociólogo Luis Campos, investigador del Instituto de Estudios y Formación de esa central, advirtió que “la inexistencia de medidas de coordinación salarial podría profundizar una fragmentación en el mercado de fuerza de trabajo que, en ese caso, se va a sumar a las consecuencias perjudiciales sobre la clase trabajadora que tiene el proceso de reorganización macroeconómica en curso”.
Infladores
—Vos acá tenés que sentar también a los supermercados. Si no, no lo vas a entender nunca —le dijo a Luis Caputo uno de los ejecutivos que acudió a la convocatoria con la que sorprendió el jefe del Palacio de Hacienda esta semana para discutir sobre los precios. Alrededor de la mesa había representantes de Las Tres Niñas, Molinos Río de la Plata, Molinos Cañuelas, Quickfood SA, Establecimiento Las Marías, Procter & Gamble, Johnson & Johnson, Arcor, Mondelez, Mastellone, L’Oreal, Danone, Unilever, Compañía Industrial Cervecera, Coca Cola, Nestlé y Quilmes. El ministro venía de insistir con que, en vez de ofrecer promociones tipo “2x1” o “segunda unidad al 50%”, la industria de consumo masivo debería bajar sus precios de lista. Algo parecido a lo que sugirió el propio Milei, según quien la inflación “ya estaría en un dígito mensual si eso se transparentara”.
Los fabricantes acusan a las cadenas de supermercados de haberse sobrestockeado en noviembre y de haberles hecho pagar a ellos el costo de los acuerdos de precios.
Los CEOs de esas grandes empresas acusan a las cadenas de supermercados de haberse sobrestockeado en noviembre y de haberles hecho pagar a ellos el costo de los acuerdos de precios que celebraron con Sergio Massa durante todo el año pasado. También dicen que son los dueños de las góndolas quienes imponen esas promociones, algo que desde la otra vereda niegan. La pelota va y viene.
El mejor ministro de la historia según el Presidente, Domingo Cavallo, apuntó sin nombrarlos contra los mismos formadores de precios y desmintió —a su manera— la teoría monetarista de la inflación, al sostener que las compañías con capacidad de hacerlo habían incrementado sus márgenes y fijado precios “como si el dólar estuviera a $1.300”. En eso, Cavallo es coherente: el Fondo Monetario siempre miró de reojo su heterodoxia monetaria.
En la reunión del miércoles, Caputo se comprometió con los industriales a no devaluar y auguró que la convergencia entre el dólar paralelo y el oficial va a llegar sola, cuando los tipos de cambio se encuentren en un punto donde el paralelo ceda 2/3 de la brecha y el oficial suba el equivalente al tercio restante. No les pidió a cambio nada demasiado concreto, al margen del tema de las promociones. La mayoría de los asistentes se fue de Economía con las mismas dudas con las que abandonó Buenos Aires la número dos del Fondo, Gita Gopinath.
Lo que empiezan a advertir los gremios es que no siempre las empresas que más recompusieron sus márgenes son las más generosas con sus empleados. Así como Pampa y Techint vienen de batir récords de producción en Vaca Muerta y acaban de firmar contrato con el Gobierno para una de las pocas obras públicas que siguen en curso (el gasoducto reversal del Norte), los bancos vienen de anotar en sus balances del último trimestre de 2023 las ganancias más cuantiosas de la década. Lo que ganaron gracias a la disparada de los bonos derrama parcialmente hacia la paritaria bancaria. Pero algunas usinas de alimentos aprovecharon el envión de los precios y se hicieron las distraídas con los sueldos: es el caso de Mondelez (ex Kraft), donde un tercerizado ganó en promedio cerca de $280.000 el mes pasado (se van a $320.000 en abril) y un obrero bajo convenio cobra $380.000 por quincena.
No siempre las empresas que más recompusieron sus márgenes son las más generosas con sus empleados. Imagen de archivo
Identidades
Son diferencias que llevan a miles de trabajadores y trabajadoras a caerse de la clase media a la pobreza, que ya afecta a casi la mitad de los asalariados formales e informales. Y como los estratos sociales, los partidos políticos también redibujan sus contornos.
—¡Esto es culpa de ustedes! ¡Ustedes me hicieron votarlo! —le dijo un fiambrero de Villa Lugano a un legislador de Juntos por el Cambio que hizo esta semana un recorrido informal por las arterias comerciales del barrio, desiertas por la recesión. El “ustedes”, obviamente, incluía al peronismo. El voto bronca que supo canalizar Milei fue un grito simultáneo contra las dos coaliciones que florecieron en las cenizas del bipartidismo tradicional derretido en la hoguera de 2001.
La frase del fiambrero ayuda a entender por qué Jorge Macri reunió el martes a los 30 legisladores que le responden y les dijo que quiere “preservar en la Ciudad el espíritu de JxC”. Aunque sepan que el frente no existe más y que radicales, larretistas y macristas ya no seguirán conviviendo como hasta ahora, todos prefieren desensillar hasta que aclare. Ya habrá tiempo para alquimias electorales a fin de año. Y el intendente sabe que, si bien podría sumar los 9 votos de La Libertad Avanza si avanza en la “fusión” que propicia su primo, podría perder otros 15 si lo hace.
¿Qué surgirá de ese reseteo de identidades políticas a nivel nacional, de cara al decisivo 2025? Es la misma pregunta que desvela a los gobernadores que hacen equilibrio entre sus propios mandatos y la mayoría que sacó Milei en sus provincias en el balotaje. Los radicales se entusiasmaron con una encuesta de Isonomía que inquirió sobre las identidades políticas de los interrogados. Arrojó que un 38% se identifica con el oficialismo de ultraderecha, un 32% con la oposición peronista, un 6% con el radicalismo y apenas un 4% con el PRO.
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