En el entorno presidencial temen no cerrar los ajustes para el Presupuesto 2019 con el PJ. También que los “arrepentidos” revelen sus aportes a la campaña 2015. Recelo con Carrió.
Vienen cuatro meses muy duros. Pero no solo por lo económico: el quilombo de los cuadernos nos está complicando todos los acuerdos políticos”. La frase de uno de los hombres clave del oficialismo lo resume todo: el Cuadernogate abrió un gran signo de pregunta sobre el futuro en la Casa Rosada. Entre sus íntimos, el presidente Mauricio Macri asegura que está de acuerdo con que vayan presos los empresarios que hicieron negocios con el kirchnerismo mediante el pago de coimas. En definitiva, se trata del famoso “círculo rojo” al que supo pertenecer y, desde hace largos años, se queja cotidianamente. Sin embargo, en Casa Rosada se escuchan voces de preocupación.
“En un escenario en el que tenemos que ajustar con la ayuda del PJ está muy difícil avanzar con el Presupuesto 2019”, razona ante PERFIL uno de los miembros de la mesa política. “No tenemos mucho presupuesto para hacer obras, y además tenemos este quilombo. Es la doble Nelson”, agrega otra fuente en el mismo sentido. Hoy el Congreso está virtualmente frenado. Salvo la agenda institucional, desde la nueva Procuradora General a la extinción de dominio en el Senado, el macrismo no quiere abrir grandes debates por temor a que el Cuadernogate termine de embarrar la cancha. El Gobierno ya activó una mesa de emergencia por el futuro de las obras Bumerán. Para el Presidente, el hecho de que su propio primo, Angelo Calcaterra, esté involucrado también “demuestra que no nos metemos en la Justicia”, según lo escucharon decir. Ese optimismo contrasta con el de otros actores de la mesa política que critican el laissez faire que dominó el discurso oficial. Solo Daniel “el Tano” Angelici actúa, a pedido de Macri, en determinadas circunstancias, argumentan en el macrismo. Pero la catarata de empresarios admitiendo coimas y, en especial, aportes de campaña podría ser un bumerán para el Presidente. Acaso por ello tuvo un entredicho importante con su mejor amigo, el empresario Nicolás Caputo. Tras su regreso a la mesa de decisiones, Caputo no estaba de acuerdo con “entregar” a todo el empresariado. En primer lugar porque él mismo fue parte de la ahora concurrente a Comodoro Py Cámara de la Construcción, y en segundo lugar, porque piensa que los mismos empresarios podrían revelar sus aportes, siempre ocultos, a la campaña 2015 que llevó a su amigo a Balcarce 50. En ese esquema recaudatorio, el empresario, con el entonces funcionario Edgardo Cenzón (hoy alejado del sector público y vinculado al negocio petrolero), se hicieron cargo de los aportes de todo tipo.
“Mauricio escupe al cielo si cree que no van a salpicarnos”, se sincera un diputado nacional. Caputo teme que los empresarios revelen sus aportes, siempre ocultos, a la campaña 2015 que llevó a su amigo a Balcarce 50 Tregua. Caputo se hartó de discutir y se fue al Sur a horas de que comiencen la ronda de indagatorias, arrepentimientos y procesamientos. Se tomará unos días más: cruzará el Atlántico en busca de paz en un mar europeo. Antes de irse sintió que el jefe de Gabinete, Marcos Peña, buscó dejar de lado las diferencias. Algo similar venía trabajando Peña con Emilio Monzó, el titular de la Cámara de Diputados. En el entusiasmo del Presidente muchos ven, también, la mano de Elisa Carrió, quien viene festejando entre sus íntimos la oleada de presos. Hoy Lilita mantiene un asiduo vínculo con el jefe de Gabinete. Ya no hay casi intermediarios. Es ella y Peña. “Ojo Mauricio, ya no hay más contención, si ya habla con Marcos, después va por vos”, le dijeron en estos días al presidente. Macri se limitó a responder: “Es buena...” La sombra de una traición de Carrió inundó algunos despachos oficiales. El Presidente no quiere creerlo. Pero comenzó a escuchar. Está más abierto que nunca a escuchar.
“Está más vulnerable y abandonó el optimismo de siempre”, confía una fuente con acceso preferencial a la Casa Rosada. Acaso, un baño de realidad obligada.
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