Por: Carlos M. Reymundo Roberts. Si alguien no termina de entender lo que está pasando en el país y viene a buscar claridad a esta columna, no la va a encontrar. ¡El primer confundido soy yo! Se ha puesto difícil asimilar la realidad cotidiana.
Lo de anteayer es una muestra. Para informar que la salud de su hija estaba "devastada", Cristina recurrió a un spot publicitario. Glup. Por la tarde se anunció que la inflación de febrero había sido de 3,8%, y Nico Dujovne lo celebró desde Washington dando una lección de economía. Después de una nueva trepada, bajó el dólar, o lo bajaron de un hondazo, y me da miedo porque el dólar argentino es muy vengativo. Scioli anunció su precandidatura a presidente de la Nación, y puso mucho énfasis en el "pre", cosa de que nadie se lo tomara en serio: los mercados ya tienen suficiente con la candidatura de Cristina. Todo eso en un solo día. Por suerte, no somos los únicos. Bolsonaro confió que duerme armado porque se siente inseguro, y Maduro dijo, tras el apagón de más de 100 horas, que "la gente está disfrutando, hay un sentimiento de placer". Como que nadie se terminaba de acostumbrar a eso de ir a buscar agua a las cloacas.
Hay pocos trances más dolorosos que la enfermedad grave de un hijo, pero Cristina se sobrepuso y prestó su voz para un video superprofesional de cinco minutos, una realización formalmente perfecta. No es bueno mezclar los tantos, pero desde el punto de vista estrictamente técnico, o artístico, yo pondría en manos de los responsables de ese trabajo los spots de la campaña electoral.
Antes, una noticia de este tenor se daba mediante un comunicado, una declaración, un vocero. Hoy, por las redes. Otra vez innovadora y disruptiva, la señora optó por un producto más audaz y más elaborado. También polémico, es cierto. Argentina, tierra de amor y venganza.
En cambio, no fue igual de lucida la participación en el episodio de Eduardo Valdés, uno de los dirigentes más allegados a la señora: confundió un linfedema con ataques de pánico. ¿Podría ser que Florencia tuviese las dos cosas? Difícil. Cristina lo hubiese dicho, porque si algo no le falta a esta historia es dramatismo. Habría que atribuir el desliz a la naturaleza de Valdés, que cuando era embajador de la señora ante el Vaticano llegó a reconocer que no sabía qué hacía en el Vaticano.
Cristina habló del estresazo de su hija, originado en la persecución judicial de la que es objeto. No le falta razón. A Florencia la están persiguiendo porque, pobre, ella se estaba capacitando para hacer cine y de pronto su familia la puso al frente de hoteles en los que se lavaba dinero. Flor quería filmar cortometrajes y terminó firmando balances fraguados. Deriva imprevista de su vocación. Un día dijo: "Para el show mediático, abran mis cajas de seguridad y verán que no tengo nada que ocultar". Abrieron una y tenía 4,6 millones de dólares. Glup. Glup. Ahora que está enferma, lo que necesita son cuidados, reposo, tranquilidad. Nada de shows mediáticos. Con la superproducción del jueves ya está bien.
Al lanzamiento de Scioli tampoco le faltó espectáculo. Para empezar, usó un teleprónter, recurso que en este caso yo creo innecesario. No dijo nada. Nada que merezca ser recordado. Presentó un plan de gobierno de diez puntos, todos tan elaborados como estos: recuperación salarial, abordaje integral de la Justicia, reducción de impuestos y "tierra, techo y trabajo" para todos. Casi promete "pobreza cero". Igual, así como a Cristina podría definírsela por su verba, Daniel es imagen. Daniel es la corbata celeste, seriedad, control. Insustancialidad adusta, diríamos. El eslogan de campaña es "El otro camino", título de su último libro, amenaza de best seller. La idea es competir en las PASO, siempre que no se presente la jefa, con los otros "pre" del espacio: Agustín Rossi, Felipe Solá y Guillermo Moreno. Esa interna ya tiene nombre: Titanes en el ring.
Algo más. O menos. La figura de mayor peso que asistió al lanzamiento de Scioli fue Sergio Berni, el que robó cámara el día en que fue encontrado muerto el fiscal Nisman. ¿Estará Daniel convencido de su postulación? ¿No debería pensar en otro camino?
Como el show, o el ShowMatch, debe continuar, parece que ahora sí Tinelli está dispuesto a bailar por el sueño de ser candidato. ¿A la provincia de Buenos Aires? Es una posibilidad que analiza con sus principales asesores, Moria Casán, Marcela Feudale y el Mago sin Dientes. Esta semana se reunió con Lavagna (acá va una primicia, que de primicia le va quedando poco: está confirmado, don Roberto competirá en octubre) y se lo ve muy entusiasmado. Inmerso durante mucho tiempo en la incertidumbre, Marcelo dudaba entre ir por la presidencia, por la provincia o por las dudas. Lo asusta el hecho de que no termina de despegar en el rating. Quiero decir: en las encuestas. Vaya desde aquí mi absoluto respaldo. Si la política es un espectáculo, vos no podés estar ausente, maestro.
Por último, mi solidaridad también con el intendente kirchnerista de San Antonio de Areco, Francisco Durañona, que propuso llenar la Corte de jueces militantes. "Militantes nuestros", aclaró. Paco, muchas gracias. De verdad, gracias. Para terminar esta columna necesitaba un disparate.
Comentá la nota