El mundial ya terminó, volvemos con orgullo del sueño de la copa mundial, nos reencontramos con la realidad, funcionarios sospechados de corrupción, persecuciones laborales, y falta de transparencia. La esperanza es que los argentinos SIEMPRE estemos UNIDOS para resolver los “desajustes” de nuestro sistema democrático, de sus instituciones y de sus dirigentes políticos.
La verdad que los ciudadanos esperamos del gobierno mucho más que buenas excusas, queremos acciones concretas, por ejemplo, Ricardo Ramón Pereyra, más allá de sus excusas- que no alcanzan-, no debería integrar el equipo de gobierno, todo lo contrario, debería estar investigado de manera profunda por las gravísimas sospechas que pesan sobre su administración. La sospecha sobre S/evasión fiscal y negocios incompatibles con la administración pública son severas y determinan- en un gobierno normal- que sea separado de la función hasta para que pueda ser investigado de manera seria.
La actuación de los órganos de contralor del estado no tienen escusas para actuar, ya no lo hicieron y es una vergüenza, máxime luego de la actuación de la Fiscalía de investigaciones Administrativas, Heitor Lagos marcó la diferencia, rompió con el manto de impunidad que ensombreció el comportamiento de ese organismo del estado con los años de impunidad y hegemonía de las gestiones de Ángel Rozas, hay que reconocerlo.
Pero quedan cuentas pendientes, Osvaldo “Quique” Lovey no estaría pudiendo justificar más de 200 millones de pesos de varios años de gestión con el consecuente daño que causó en la producción y sus trabajadores -eso ya no tiene arreglo- no se pudo superar la marca en cuanto a producción, este proceso regresivo que se dio nos perjudicó de manera rigurosa en el resultado final de varios años de recaudación, eso es indiscutible e inexcusable. Solo la politiquería barata puede sostener este tipo de conductas que ponen grandes sombras sobre toda una gestión.
La actuación de Nacho Saife en la gestión de turismo no tiene menos connotación, es gravísimo pero nadie hace nada, el gasto inútil es inmune al control y la transparencia del estado, un funcionario que no explica cómo es que puede hacer trizas 22 millones de presupuesto sin resultados tangibles para las provincia y además maltratar a sus empleados de manera compulsiva y sin ningún tipo de vergüenza por violar los derechos humanos y ser sostenidos caprichosamente por acuerdos politiqueros que dañan a la democracia.
Son tantas las expectativas, necesidades y relaciones de poder que en el estado yacen por parte de la comunidad, que en todos los tiempos se ha intentado entender en qué consiste el establecer, dirigir y pertenecer a esa organización fuente de tantas polémicas y de vital importancia para todos los individuos que modernamente denominamos "Estado".
Como ejemplos concretos podemos señalar las teorías de: Aristóteles ("autárquico e intrínseco al hombre"), Platón ("macro-antropos" u hombre más grande que el resto), Santo Tomás ("la ira de Dios desatada en manos del hombre para castigar a sus detractores"), San Agustín ("la forma en que Dios quiso que el hombre se organizara para honrarlo desde la Tierra"), Grocio (el medio adecuado de protección de los principios de Derecho que se derivan de la razón), Maquiavelo (la estructura institucional que asegura el dominio y provecho del Príncipe), Hobbes (un macro-antropos, igual que para Platón, encabezado por un soberano absoluto que lo representa en su totalidad), Locke (la forma de asegurar la natural igualdad, libertad y propiedad de los hombres), Rousseau (una Asamblea donde cada ciudadano forma una sola persona con cada uno de los otros, y donde todo se decide y resuelve en conjunto), Marx (uno de tantos instrumentos de la burguesía para extraer plusvalía del proletariado), Keynes (el principal agente capacitado para la estimulación del empleo, el comercio y el consumo), Jellineck (un ente compuesto por una población, un territorio y un poder etático soberano) y Von Mohl (una organización que surgió como propiedad de quien la dirigía, y pasó luego a no tener un dueño concreto pero a ser dirigida con arbitrariedad, siendo más tarde limitada en sus capacidades por el Derecho).Sin embargo, las teorías brevemente descriptas- y otras tantas- guardan, a nivel general, varios inconvenientes.
En primer lugar, muchas poseen una excesiva espacialidad y temporalidad, al punto que sólo sirven para una sociedad en un momento histórico determinado. La de Marx, por ejemplo, podría tener validez en Inglaterra en tiempos de la Revolución Industrial, pero no sirvió para explicar cómo la Revolución Rusa se dio en un país ubicado en el otro extremo tecnológico del país donde él vivía. En segundo lugar, hay otras que presentan una ausencia casi total de empirismo, como las de Grocio, Hobbes y Rousseau, basadas en entes eidéticos muy difíciles de comprobar en la práctica. Este mismo inconveniente lo tienen las teorías de Santo Tomás y San Agustín, además del que voy a señalar a continuación, que es el del subjetivismo, es decir la constante confusión entre lo técnico y lo valorativo: el explicar cómo debe ser según ellos el Estado en vez de explicar cómo es realmente. El propósito central de este texto es la creación de una teoría realista y versátil(es decir, adaptable) sobre el origen y la naturaleza del Estado. Intentaré explicar este fenómeno de manera tan objetiva que, aunque no diga precisamente las cosas que más se desea escuchar, valdrá para todos los Estados y todas las culturas.
El Estado y el Derecho: el huevo y la gallina
El estado es una creación jurídica o el Derecho es una creación estatal. Dicho de otro modo, se discute qué fue primero: si el Estado o el Derecho. Perfectamente calza aquí la clásica metáfora del huevo y la gallina. La piedra angular de este debate es, al menos en teoría, el hecho de que el Estado haya sido creado por normas que a la vez extraen su validez del haber sido creadas por él. Se produce así un razonamiento circular que ha sido la horma del zapato de los intelectuales de todos los tiempos. Uno de los que ha presentado la solución más curiosa es Hans Kelsen, quien asegura que Estado y Derecho son exactamente lo mismo, diciendo que "Sólo hay un concepto jurídico del Estado: el Estado como orden jurídico centralizado".
Esta postura kelseniana ha sido duramente criticada, sobre todo por su simplismo, a mi entender, es la solución conceptual más apropiada. Desde el punto de vista antropológico, el hombre comenzó formando familias, que luego, al unirse, se volvieron hordas, las cuales al unirse se transformaron en tribus, que a su vez, con su unión devinieron aldeas, que con el tiempo formaron poblados, ciudades, naciones y Estados. Puede decirse entonces que la integración humana comenzó por vínculos naturales, que se fueron convirtiendo en vínculos convencionales informales, hasta llegar a la actualidad, donde encontramos organizaciones institucionalizadas, siendo su principal institución el Estado. Por lo tanto, primero surgió el Estado, y luego éste creó al Derecho. A la misma conclusión llegaremos si lo vemos desde el punto de vista lógico. El principal elemento de un Estado, siguiendo a Von Mohl, es su población, al punto que muchos consideran tautológica su inclusión en la lista de este autor alemán. Sin ella, no se podría establecer el poder etático, pues no habría quien mandara ni quien obedeciera, ni tampoco habría a quien poner en el territorio.
Si definimos al Derecho como un conjunto de normas estatales que regulan las relaciones humanas, es obvio que para la creación de estas normas se vuelve imprescindible la existencia de un Estado, y por transición, de individuos que lo hayan creado previamente. En realidad el determinar qué fue primero es, como diría Carlos Vaz Ferreira, una cuestión de palabras, y no de hechos. Si nos centramos en los hechos, tomemos la postura que tomemos, tendremos siempre lo mismo: un grupo creciente de individuos que se une para convivir. Por lo tanto, la cuestión se reduce a determinar si podemos llamar "jurídicas" a las normas creadoras de ese gran grupo de individuos que es el Estado. Y, continuando tanto en el razonamiento lógico como el antropológico, puede decirse que las normas que lo dieron a luz no son jurídicas, sino meramente sociales.
Esa es la discusión filosófica, por denominarla de manera elegante, pero cuando vemos una comunidad sufriente en su mayoría por las actividades de los funcionarios públicos es sumamente preocupante que exige una reacción enérgica de los responsables de conducir “el estado”, las instituciones y los políticos en general, de lo contrario marca un error fulminante en el sistema.
El Chaco necesita poderosamente recrear la transparencia que se ausentó por muchos años en la función pública, los políticos nunca se cuestionaron como es que nos degradamos de manera pusilánime para dejar a tantos chaqueños fuera del sistema, sin trabajo, sin expectativas y sin esperanzas de justicia por parte de sus dirigentes con la concupiscencia de todo el sistema para el deterioro de más de un millón de chaqueños que vieron a su provincia convertirse en INVIABLE observando a sus hermanos caer de hambre por las calles mientras sus dirigentes se hacían millonarios en medio de la catástrofe de todo un pueblo.
Es una tremenda vergüenza para los que tienen poderes especiales y grandes sueldos para ejercer la función que en la práctica no se justifican de manera consistente. Yo, como ciudadano espero que en este tiempo crecimiento también se acreciente la observancia en la FUNCION de los funcionarios del estado, empleados del pueblo del Chaco que paga- en la mayoría de las veces sueldos y recursos que hacen falta en las necesidades de la comunidad-más allá de los acuerdos politiqueros que desnaturalizan el comportamiento de la función pública con el derecho sobre los que votamos para que ejerzan la función y TRABAJEN para solucionar nuestros problemas y carencias.
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